Desinflación , la enciclopedia libre
La desinflación es una etapa económica en que el crecimiento de los precios (inflación) se reduce pero no llega a ser cero o negativo (deflación). Se aplica también a una política pública que busque exactamente este efecto en la economía, ya sea por medio de medidas de política fiscal (aumento de impuestos o recaudación pública de otro tipo, disminución de gasto público) o de medidas de política monetaria (restricciones en la oferta monetaria, aumentos en el tipo de interés) que en todo caso serán moderadas, para no distorsionar los precios u obligarlos a descender. Es un objetivo muy común de política económica, por ejemplo en España durante las décadas de los 80 y 90, la mayoría de los países del este de Europa desde la caída del Muro de Berlín, o actualmente en países latinoamericanos, principalmente Argentina o Venezuela.
Efectos, ventajas e inconvenientes
[editar]Es en la mayoría de los casos coincidente con una marcha próspera de la economía, ya que la subida moderada de precios permite los ajustes de precios relativos entre bienes y servicios necesaria para reflejar sus costos relativos diferentes según los cambios tecnológicos, abundancia y otros. Además, carece de los efectos negativos de la inflación como la redistribución de ingresos hacia personas con una renta variable en contraposición con los asalariados, la incertidumbre de precios o tipos de cambio, y no provoca los efectos negativos de la deflación (caída de la demanda, desempleo, despidos masivos, depresión).