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Epístolas paulinas
de Pablo de Tarso Ver y modificar los datos en Wikidata

San Pablo, a quien se le atribuye la redacción de las epístolas paulinas, que conforman parte del Nuevo Testamento
Idioma Griego koiné
Contenido
Epístolas
Epístolas paulinas

Las epístolas paulinas son un conjunto de trece o catorce cartas (epístolas) escritas o atribuidas a Pablo de Tarso y redactadas en griego koiné en el siglo I. Se trata de un corpus de escritos representativos del llamado cristianismo paulino, una de las cuatro corrientes básicas del cristianismo primitivo que terminaron por integrar el canon bíblico.[1]​ De las epístolas paulinas nos han llegado copias tan antiguas como el papiro 46 datado de los años 175-225.[2]​ Las epístolas paulinas (o al menos una parte de ellas) fueron aceptadas unánimemente por todas las Iglesias y son para el cristianismo, ya desde sus primeros tiempos, una fuente ineludible de pensamiento y de espiritualidad.

Las epístolas no son cartas en el sentido habitual de correspondencia sino que incluyen textos de catequesis, polémicas, preceptos litúrgicos y reglas de convivencia, credos y especulaciones teológicas, recuerdos personales e ideas filosóficas y cristológicas variadas y a veces contradictorias entre sí.[3]

Suelen distinguirse las llamadas epístolas paulinas auténticas, que tienen en Pablo de Tarso su autor prácticamente indiscutido, de las epístolas paulinas pseudoepigráficas —también llamadas deuteropaulinas—, un conjunto de escritos epistolares que se presentan como suyos pero que la crítica moderna, conocedora del fenómeno de la pseudoepigrafía típico de las obras antiguas orientales y griegas, atribuye a otros autores asociados de manera más o menos cercana con Pablo.[4]​La epístola más controvertida es la de los Hebreos, que se considera unánimemente obra apócrifa.

Las siete epístolas consideradas auténticas (Epístola a los romanos, Primera y Segunda epístola a los corintios, Epístola a los gálatas, Epístola a los filipenses, Primera epístola a los tesalonicenses —probablemente la más antigua—, y Epístola a Filemón), dirigidas a creyentes cristianos de diversas iglesias casi todas fundadas por el propio Pablo, conforman la sección más antigua del corpus del Nuevo Testamento. La crítica textual moderna sostiene que fueron escritas por el Apóstol apenas 20-25 años después de la muerte de Jesús de Nazaret.[5]​No obstante, algunas de ellas no fueron escritas tal cual por Pablo sino que se trata de compilaciones de varios textos; en particular la larga primera epístola a los Corintios.[3]​Algunos pasajes, por otra parte, podrían ser interpolaciones posteriores; por ejemplo el Cántico del amor (1 Cor 13), la orden a las mujeres de callarse en las asambleas (1 Cor 14,33-35) o la diatriba contra los judíos (1 Tes 2, 13-16).[6]

Las epístolas paulinas suelen situarse entre los Hechos de los Apóstoles y las epístolas católicas (también llamadas epístolas generales) en las ediciones modernas de la Biblia. En la Antigüedad se solían colocar al comienzo del Nuevo Testamento (en la mayoría de los manuscritos griegos),[7]​ o al final del mismo (manuscritos minúsculos 175, 325, 336 y 1424) .

Las trece o catorce cartas

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Un folio del papiro 46 que contiene el pasaje correspondiente a la Segunda epístola a los corintios 11:33–12:9. El folio presenta una laguna al pie. Se trata de un papiro de Categoría I según la clasificación de Kurt Aland y Barbara Aland y fue datado de los años 175-225.

En las ediciones actuales del Nuevo Testamento las epístolas paulinas se presentan en el orden siguiente:


Nombre Destinatarios Griego Abreviaturas
Completo Mín.
Romanos Iglesia en Roma Πρὸς Ῥωμαίους Epistula ad Romanos Rom Ro
1 Corintios Iglesia de Corinto Πρὸς Κορινθίους Αʹ Epistula I ad Corinthios 1 Cor 1C
2 Corintios Iglesia de Corinto Πρὸς Κορινθίους Βʹ Epistula II ad Corinthios 2 Cor 2C
Epístola a los Gálatas Iglesia en Galacia Πρὸς Γαλάτας Epistula ad Galatas Gal G
Epístola a los efesios Iglesia en Éfeso Πρὸς Ἐφεσίους Epistula ad Ephesios Eph E
Epístola a los filipenses Iglesia en Filipos Πρὸς Φιλιππησίους Epistula ad Philippenses Phil Phi
Epístola a los colosenses Iglesia de Colosas Πρὸς Κολοσσαεῖς Epistula ad Colossenses Col C
1 Tesalonicenses Iglesia en Tesalónica Πρὸς Θεσσαλονικεῖς Αʹ Epistula I ad Thessalonicenses 1 Tesalonicenses 1Th
2 Tesalonicenses Iglesia en Tesalónica Πρὸς Θεσσαλονικεῖς Bʹ Epistula II ad Thessalonicenses 2 Thess 2Thh
1 Timoteo San Timoteo Πρὸς Τιμόθεον Αʹ Epistula I ad Timotheum 1 Tim 1T
2 Timoteo San Timoteo Πρὸς Τιμόθεον Αʹ Epistula II ad Timotheum 2 Tim 2T
Tito San Tito Πρὸς Τίτον Epistula ad Titum Tit T
Epístola a Filemón San Filemón Πρὸς Φιλήμονα Epistula ad Philemonem Philem P
Hebreos* Discutido Πρὸς Ἑβραίους Epistula ad Hebraeos Heb H

Este orden es notablemente coherente en la tradición manuscrita, con muy pocas desviaciones. El principio evidente de organización es la longitud descendente del texto griego, pero manteniendo las tres epístolas pastorales dirigidas a individuos en una sección final separada. La única anomalía es que Gálatas precede a la ligeramente más larga Efesios.[8]

De estas epístolas cuatro son personales (a Filemón, a Tito, Primera y Segunda a Timoteo), mientras que el resto son colectivas (Primera y Segunda a los Tesalonicenses, a los Gálatas, Primera y Segunda a los Corintios, a los Romanos, a los Filipenses, a los Colosenses y a los Efesios), esto es, no dirigidas a una persona en particular sino a la comunidad eclesiástica de manera colectiva.

Orden cronológico estimado de las cartas de Pablo[9]
Fecha Nombre Localización de la autoría
c. 48 Gálatas Antioquía (incierto)
c. 49–51 1 Tesalonicenses Corinto
c. 49–51 2 Tesalonicenses Corinto
c. 53–55 1 Corintios Éfeso
c. 55–56 2 Corintios Macedonia
c. 57 Romanos Corinto
c. 62 Efesios Roma
c. 62 Filipenses Roma
c. 62 Colosenses Roma
c. 62 Filemón Roma
c. 62–64 1 Timoteo Macedonia
c. 62–64 Tito Nicópolis
c. 64–67 2 Timoteo Roma

Con respecto a la Epístola a los Hebreos, aunque tradicionalmente se la ha considerado paulina y por tanto se la enmarca en esa categoría, la crítica bíblica actual señala que el autor no es propiamente Pablo. De hecho, en su texto no se indica ni el remitente ni los destinatarios y, en el siglo III, Ireneo de Lyon dijo que la mentalidad era de Pablo pero que la pluma solo Dios lo sabe.[10]​En las ediciones modernas, esta epístola se coloca al final de las cartas de Pablo y antes de las epístolas generales. Esta práctica se popularizó a través de la Vulgata del siglo IV por Jerónimo, que era consciente de las antiguas dudas sobre su autoría, y también se sigue en la mayoría de los manuscritos medievales bizantinos sin apenas excepciones.[8]

La colocación de Hebreos entre las epístolas paulinas es menos consistente en los manuscritos:

  • entre Romanos y 1 Corintios (es decir, en orden por extensión sin dividir las Epístolas a los Corintios): Papiro 46 y minúsculos 103, 455, 1961, 1964, 1977, 1994.
  • Entre 2 Corintios y Gálatas: minúsculos 1930, 1978 y 2248.
  • entre Gálatas y Efesios: implícito en la numeración del B. En B, Gálatas termina y Efesios comienza en el mismo lado del mismo folio (página 1493); de forma similar, 2 Tesalonicenses termina y Hebreos comienza en el mismo lado del mismo folio (página 1512).[11]
  • entre 2 Tesalonicenses y 1 Timoteo (es decir, antes de las Pastorales): א, A, B, C, H, [Codex Freerianus], [Codex Guelferbytanus A], [Uncial 0150], [Uncial 0151], [Uncial 0151], y unos 60 minúsculos (p. ej., el Minuscule 0150). g. 218, 632)
  • después de Filemón: D, 048, E, K, L y la mayoría de los minúsculos.
  • omitidos: F y G

Epístolas paulinas perdidas

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Los escritos atribuidos a Pablo mencionan varias de sus cartas que no se han conservado:

  • Una primera, o «número cero», epístola a Corinto, también llamada Una epístola anterior de Pablo a los Corintios,[12]​ o Carta anterior de Pablo a los corintios,[13]​ posiblemente referenciada en 1 Corintios 5:9.[14]​.
  • Una tercera epístola a Corinto, escrita entre 1 y 2 Corintios, también llamada la Carta severa, a la que se hace referencia en 2 Corintios 2:4[15]​ y 2 Corintios 7:8-9[16]​.
  • Una epístola anterior a los Efesios referenciada en Efesios 3:3-4[17]​.
  • Una posible Epístola a los laodicenses paulina, [13]​ referenciada en Colosenses 4:16[18]​.

Epístolas pseudoepigráficas

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Varias otras epístolas fueron atribuidas a Pablo en el curso de la historia, pero ahora se consideran pseudoepigráficas:

  • Tercera epístola a los corintios, una correspondencia de dos cartas supuestamente enviadas por los corintios a Pablo, y luego una carta de respuesta supuestamente enviada por Pablo a la Iglesia de Corinto. Fue considerada genuina durante algún tiempo por la Iglesia ortodoxa siriaca y la Iglesia apostólica armenia, pero ahora se la fecha en la segunda mitad del siglo II de nuestra era.[19][20]
  • Epístola a los alejandrinos, una supuesta epístola escrita por Pablo a la Iglesia de Alejandría. Se menciona en el fragmento muratoriano (siglo II de nuestra era), que la denuncia como una obra espuria falsificada por Marción de Sinope. Su texto se ha perdido y nada se sabe de su contenido.[21]
  • Versiones no paulinas de la Epístola a los laodicenses:
    • La Epístola marcionita a los Laodicenses. El fragmento Muratorian (siglo II de nuestra era) denuncia una Epístola a los Laodicenses como otro trabajo espurio forjado por Marcion de Sinope. Su texto se ha perdido y no se sabe nada de su contenido.[21]
    • La Epístola latina a los Laodicenses. Se encuentra en algunos manuscritos bíblicos latinos antiguos, pero se considera en general una falsificación, y es en gran parte una copia de versículos de la Epístola a los Filipenses. Las teorías varían, pero posiblemente se falsificara para contrarrestar la popularidad de la epístola marcionita.[21]
  • Correspondencia de Pablo y Séneca, una colección de correspondencia que afirma ser entre Pablo y Séneca el Joven. Son universalmente consideradas una falsificación del siglo IV de nuestra era.[22]

Objetivo de las cartas

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El objetivo de estas cartas es dar instrucciones a los cristianos sobre el modo de comportarse y responder a sus inquietudes. En general el autor da ánimos a sus lectores y responde a sus preguntas o preocupaciones (Tesalonicenses y Corintios), en ocasiones los reprende (Gálatas y 2 Corintios) y a veces les escribe como muestra de agradecimiento por su comportamiento (Filipenses). En las llamadas epístolas pastorales (1 y 2 Timoteo y Tito) el tema central es la organización interna de la iglesia (obispos, presbíteros, diáconos, etc.)

Además de estas cartas, se cree que Pablo hizo otros escritos que se acabaron perdiendo. Por ejemplo, en la Primera Epístola a los Corintios Pablo parece que alude a una carta anterior (1 Corintios 5:9)

Autoría de las cartas

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Las epístolas paulinas auténticas

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Las cartas universalmente consideradas de la pluma de Pablo son las siguientes:[23]

Este corpus de epístolas auténticas es único en más de un sentido:

  1. Porque se conoce a ciencia cierta su autor, y su autenticidad resulta reconocida ampliamente desde el análisis científico-literario actual.[24][25][26][27]
  2. Porque su fecha de redacción es la más antigua de los libros del Nuevo Testamento, apenas 20-25 años posterior a la muerte de Jesús de Nazaret, y probablemente anterior a la de los evangelios en su versión definitiva conocida hoy, por lo que constituyen documentación de carácter capital en cualquier análisis sobre los inicios del cristianismo.[5]
  3. Porque ninguna otra personalidad del Nuevo Testamento se conoce a nivel semejante a través de sus escritos.[28]

Aunque las cartas tenían por función inmediata abordar problemas resultantes de situaciones concretas, es muy verosímil que las comunidades a las cuales estas cartas estuvieron dirigidas las atesorasen y que prontamente las compartieran con otras comunidades paulinas.[29]​ Así, resulta altamente probable que hacia fines del siglo I estos escritos ya existieran como corpus, resultante del trabajo de una escuela paulina que recopiló sus cartas para conformar el legado escrito del Apóstol.[30]

Las epístolas paulinas pseudoepigráficas o epístolas deuteropaulinas

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La autoría de algunas de estas epístolas es discutida, creyéndose que algunas de ellas fueron escritas por discípulos de Pablo que las firmaron con el nombre de su maestro (pseudoepigrafía). Los argumentos en contra de la autoría paulina de estos escritos se basan en el estilo literario, el vocabulario empleado y la doctrina. Se trata de las siguientes obras:

Según Raymond Edward Brown, el 80-90 % de la crítica considera pseudónimas la Epístola a Tito, la Primera epístola a Timoteo y la Segunda epístola a Timoteo.[31]​ También señala que el 80 % más o menos de la crítica considera pseudónima la Epístola a los efesios;[32]​ el 60 % de la crítica considera pseudónima la Epístola a los colosenses;[33]​ y aproximadamente el 50 % de la crítica considera pseudónima la Segunda epístola a los tesalonicenses,[34]​ aunque esta última opinión va en aumento.

En el mismo sentido se expresa Antonio Piñero en su obra Guía para entender el Nuevo Testamento: que existe un amplio consenso, aunque no unanimidad, en que las llamadas epístolas pastorales (1 y 2 Timoteo y Tito) no son auténticas sino obra de algún discípulo suyo y que esta opinión no solo se da entre los críticos, sino que es asumida cada vez más por muchos teólogos; y que respecto a la autoría de la Epístola a los efesios y de la Epístola a los colosenses, las opiniones están más divididas, aunque cada vez hay más acuerdo, incluso entre los teólogos, en que no son obra de Pablo sino de algún discípulo suyo.[35]​ Vidal García también se expresó en el mismo sentido: «Se trata, sin duda, de escritos pseudoepigráficos, en los que sus autores se presentan como «Pablo», dando a entender así que recurren a la autoridad de la tradición paulina; pero tanto su vocabulario y estilo como su concepción demuestran que ellos no son el Pablo auténtico».[36]

Con todo algunos autores, como los miembros de la Escuela bíblica y arqueológica francesa de Jerusalén, sostienen la autoría paulina de estas cartas, en particular de la Epístola a los colosenses, argumentando que las variaciones en el estilo y en la temática se pueden justificar por el cambio del marco histórico en que se escribieron.[37]

Por último, en el libro de Antonio Piñero titulado Los Apocalipsis, el autor dice que los especialistas están divididos casi al 50 % con relación a si la Segunda Epístola a los Tesaloniceses es o no paulina.

El hecho de que se sugiera que estos escritos canónicos pueden ser pseudoepigráficos o deuteropaulinos, lejos de quitarle notoriedad a Pablo de Tarso, se interpretan como resultante de la autoridad del Apóstol.[38][39]​ En efecto, significa que una «escuela», quizá ya establecida en torno al mismo Pablo y depositaria de su legado, recurrió a la autoridad del Apóstol para validar sus escritos.[40]

Epístolas recopiladas

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David Trobisch considera probable que Pablo recopilara primero sus cartas para publicarlas él mismo.[41]​ Era práctica habitual en la época de Pablo que los escritores de cartas se quedaran con una copia para ellos y enviaran una segunda copia al destinatario o destinatarios; las colecciones de cartas antiguas que se conservan proceden a veces de las copias de los remitentes, y otras veces de las copias de los destinatarios.[42]​ Una colección de cartas de Pablo circuló separada de otros escritos cristianos primitivos y más tarde pasó a formar parte del Nuevo Testamento. Cuando se estableció el canon, los evangelios y las cartas de Pablo eran el núcleo de lo que se convertiría en el Nuevo Testamento.[41]

Véase también

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Referencias

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  1. Theissen (2002). La religión de los primeros cristianos, pp. 300-309: «…cuatro corrientes básicas en el cristianismo primitivo». Las otras tres corrientes de pensamiento podrían esquematizarse escriturísticamente en: (1) el judeo-cristianismo, representado por los escritos derivados de las posturas de Santiago el Justo y de Simón Pedro; (2) el complejo cristianismo sinóptico (que abarca desde el judeo-cristianismo del Evangelio de Mateo hasta el pagano-cristianismo del Evangelio de Lucas y de los Hechos de los Apóstoles), y (3) el cristianismo joánico.
  2. Aland, Kurt; Aland, Barbara (1995). The Text of the New Testament: An Introduction to the Critical Editions and to the Theory and Practice of Modern Textual Criticism. Grand Rapids: William B. Eerdmans Publishing Company. p. 98. ISBN 978-0-8028-4098-1. 
  3. a b Mordillat, Gérard; Prieur, Jérôme (2004). Jésus après Jésus: l'origine du christianisme (en francés) (1. éd edición). Éd. du Seuil. pp. 223-225. ISBN 978-2-02-051249-7. 
  4. Penna (2000). Pablo, pp. 1801-1802: «Hoy se les niega en general su paternidad directa, atribuyéndolas a varias figuras de discípulos póstumos por motivos tanto estilísticos (diferencias de léxico y de sintaxis) como teológicos (diversificación sobre algunos puntos de pensamiento especialmente cristológico y eclesiológico), de encuadre histórico (dificultad para situarlas en una sucesión creíble de los acontecimientos biográficos); esto vale sobre todo para las denominadas «pastorales» (Primera y Segunda epístola a Timoteo y Epístola a Tito)».
  5. a b Vidal García (2007). Pablo. De Tarso a Roma, p. 12: «Sus cartas auténticas, todas ellas escritas al ritmo de la problemática misional, surgieron entre los años 50 y 55, es decir, entre veinte y veinticinco años después de la muerte de Jesús. Son, así, los únicos escritos que se conservan de la primera generación cristiana. Y, de este modo, representan los documentos clave y absolutamente imprescindibles para la reconstrucción del movimiento cristiano más antiguo».
  6. Mordillat, Gérard; Prieur, Jérôme (2004). Jésus après Jésus: l'origine du christianisme (en francés) (1. éd edición). Éd. du Seuil. pp. 225-250. ISBN 978-2-02-051249-7. 
  7. Metzger, Bruce M. (1987). net/data/Fathers/134.pdf El Canon del Nuevo Testamento: Su origen, desarrollo y significado. pp. 295-96. ISBN 0198261802. Archivado desde el original el 1 de junio de 2013. 
  8. a b Trobisch, 1994, p. 1-27.
  9. ESV Study Bible. Wheaton, IL: Crossway. 2008. pp. 1806-1807. ISBN 978-1-4335-0241-5. Archivado desde el original el March 21, 2023. 
  10. admin (5 de julio de 2023). «EL NUEVO TESTAMENTO: EPÍSTOLAS PAULINAS». Misioneros Oblatos o.cc.ss. Consultado el 2 de octubre de 2023. 
  11. Biblioteca Vaticana Digital (DigiVatLib), Manuscrito - Vat.gr.1209
  12. «¿Libros perdidos de la Biblia?». Archivado desde el original el 23 de junio de 2006. Consultado el 29 de junio de 2006. 
  13. a b Apologetics Press, apologeticspress.org/articles/42 ¿Existen libros perdidos de la Biblia?, Reason & Revelation, Volumen 23 #12, publicado el 1 de diciembre de 2003, consultado el 12 de junio de 2023
  14. 1 Corintios 5:9
  15. 2 Corintios 2:4
  16. 2 Corintios 7:8-9
  17. Efesios 3:3-4
  18. Colosenses 4:16
  19. Charlesworth, James H.; McDonald, Lee Martin (24 de abril de 2014). Sacra Scriptura: How «Non-Canonical» Texts Functioned in Early Judaism and Early Christianity. Bloomsbury Publishing. ISBN 978-0-567-29668-9. 
  20. Olshausen, Hermann (1851). google.com/books?id=7q0GAAAAQAAJ&q=%22los+Corintios+a+Pablo%22&pg=PA16 Comentario bíblico sobre la Primera y Segunda Epístolas de San Pablo a los Corintios (en inglés). T. & T. Clark. 
  21. a b c Ehrman, Bart (2012). Falsificación y contrafalsificación: The Use of Literary Deceit in Early Christian Polemics. Oxford University Press. p. 452–458. ISBN 9780199928033. 
  22. «Cartas de Pablo y Séneca». www.earlychristianwritings.com. Consultado el 26 de mayo de 2021. 
  23. Penna (2000). Pablo, p. 1808: «Las siete cartas que hoy la crítica reconoce como auténticas […]»
  24. Bornkamm (2002). Pablo de Tarso, p. 303: «Dada la situación actual de la investigación la autenticidad de las cartas paulinas […] no necesita ninguna demostración».
  25. Vidal García (2007). Pablo. De Tarso a Roma, p. 12: «(Pablo) se trata del único personaje del cristianismo naciente cuyos escritos se nos han conservado».
  26. Rivas, Luis H. (2010). «Pablo». Diccionario para el estudio de la Biblia. Buenos Aires: Editorial Amico. pp. 132-134. ISBN 978-987-25195-1-3. «[…] es ampliamente admitido […]». 
  27. Brown (2002). Introducción al Nuevo Testamento, II Su autenticidad «no se disputa seriamente».
  28. Brown (2002). Introducción al Nuevo Testamento, II, p. 593: «Ningún otro seguidor de Jesús en la época del NT dejó un testimonio escrito comparable al del Apóstol. Ciertamente, Lucas/Hechos (unas 37800 palabras) son más extensos que las […] cartas atribuidas a Pablo […]; pero apenas conocemos nada de Lucas como autor, mientras que la personalidad de Pablo destaca en sus cartas».
  29. Vidal García (2007). Pablo. De Tarso a Roma, pp. 207-208: «Pablo no contó, al parecer, con la permanencia de sus cartas, que tenían la función inmediata de solucionar la problemática de una situación concreta. Pero es explicable que las comunidades a las que estaban dirigidas las conservaran con cuidado, ya que, al tratarse de cartas escritas por el emisario fundador de aquéllas, tenían un carácter especial de autoridad. Su proclamación pública en las asambleas, probablemente durante el simposio conclusivo de la cena del Señor, se siguió repitiendo sin duda con alguna frecuencia. Pronto tuvo que producirse también un intercambio de cartas entre las comunidades paulinas cercanas, al estilo del indicado por la noticia de Col 4,16. Las cartas iban adquiriendo así un carácter de universalidad, por encima de la situación concreta de su origen».
  30. Vidal García (2007). Pablo. De Tarso a Roma, p. 208: «Podemos suponer, pues, que después de la muerte de Pablo fueron surgiendo pequeñas colecciones de sus cartas en algunas comunidades. Del sucesivo intercambio de dichas cartas surgió una colección ecuménica para todas las comunidades paulinas, probablemente hacia el final del siglo I. Varios testimonios de ese tiempo, finales del siglo I y comienzos del siglo II (I Clemente, Ignacio de Antioquía, 2 Pedro 3:15-16), muestran la existencia entonces de una colección de cartas paulinas».
  31. Brown (2002). Introducción al Nuevo Testamento, II, pp. 828, 844 y 868
  32. Brown (2002). Introducción al Nuevo Testamento, II, p. 804
  33. Brown (2002). Introducción al Nuevo Testamento, II, pp. 778
  34. Brown (2002). Introducción al Nuevo Testamento, II, pp. 766
  35. Piñero, Antonio (2006). Guía para entender el Nuevo Testamento. Madrid: Editorial Trotta. ISBN 84-8164-832-9. 
  36. Vidal García (2007). Pablo. De Tarso a Roma, p. 209:
  37. Escuela bíblica de Jerusalén (1976). Biblia de Jerusalén, pp. 1597-1608.
  38. Brown (2002). Introducción al Nuevo Testamento, II «Un tributo mayor a la persona de Pablo procede de aquellos discípulos que compusieron en su nombre la literatura deuteropaulina».
  39. Penna (2000). Pablo, p. 1811: «Precisamente la pseudoepigrafía testimonia el gran prestigio y la permanente vitalidad del Apóstol y de su pensamiento, a cuya autoridad apela en momentos y situaciones difíciles».
  40. Vidal García (2007). Pablo. De Tarso a Roma, p. 207: «Fueron los maestros de esa escuela paulina los que recopilaron las cartas de Pablo en una colección, para el uso de las comunidades paulinas, y también los que alargaron esa colección con algunas glosas de comentario e incluso con nuevos escritos en forma de carta, para actualizar así la tradición del maestro a la situación presente de las comunidades».
  41. a b Trobisch, David (1994). org/details/paulslettercolle0000trob La colección de cartas de Pablo. Minneapolis: Fortress. ISBN 978-0800625979. 
  42. Reece, Steve. Paul's Large Letters: Pauline Subscriptions in the Light of Ancient Epistolary Conventions. Londres: T&T Clark, 2016

Bibliografía

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