Imperio incaico , la enciclopedia libre

Imperio incaico
Tawantinsuyu
Imperio precolombino
1438-1533




Máxima extensión del imperio al finalizar el gobierno del Inca Huayna Cápac
Coordenadas 13°31′00″S 71°58′00″O / -13.51666667, -71.96666667
Capital Cuzco (1438–1533)
Entidad Imperio precolombino
Idioma oficial Quechua clásico (post-siglo XV), aimara cuzqueño (pre-siglo XV)
 • Otros idiomas Otras lenguas quechuas, lenguas aimaraicas puquina, quingnam, chacha, cacán, caranqui, pasto, esmeraldeño, tallán, culli, mochica, chipaya, uro, kunza, cañari, otras lenguas preincaicas
Superficie hist.  
 • 1527 2 500 000 km²
Población hist.  
 • 1527 est. 12 000 000[1]​ hab.
Gentilicio tawantinsuyuruna, incaruna, hatunruna (oficial)
Religión Religión incaica
Período histórico América precolombina
 • 1438 Creación del imperio con Pachacútec
 • 1438-1527 Tercera expansión incaica
 • 1493-1527 Pax Incaica
 • 1529-1532 Guerra civil entre Huáscar y Atahualpa
 • 1533 Conquista española
Forma de gobierno Monarquía absoluta
(algunos consideran una diarquía)
Inca
• 1438-1478
• 1478
• 1478-1493
• 1493-1525
• 1525-1532
• 1532-1533

Pachacútec
Amaru Inca Yupanqui
Túpac Inca Yupanqui
Huayna Cápac
Huáscar
Atahualpa (no oficial)
Precedido por
Sucedido por
Curacazgo del Cuzco (1438)
Chanca (1438)
Reino colla (c. 1450)
Cultura chincha (c. 1460)
Reino Chimú (1470)
Reinos aimaras (1477)
(1532) Gobernación de Nueva Castilla
(1533) Gobernación de Nueva Toledo
(1533) Estado neoincaico
El sistema de la administración estatal de la economía del imperio incaico (reconstrucción de S. Kupriienko).[2]
Expansión del imperio incaico.

El Imperio incaico, Imperio inca[3]​ o Tahuantinsuyo (en quechua: Tawantinsuyu; de tawa 'cuatro', -ntin 'sufijo inclusivo', suyu 'región', de ahí 'región de las cuatro [partes]'[4]​) fue el imperio geográficamente más extenso de la América precolombina.[5]​ Al período de su dominio se le conoce como incanato o incario. Surgió en la región de los Andes peruanos entre los siglos XV y XVI como consecuencia de la expansión del curacazgo del Cuzco, siendo la segunda etapa histórica y el período de mayor apogeo de la civilización incaica. Abarcó 2 500 000 km² entre el océano Pacífico al oeste y la selva amazónica y el Gran Chaco en el este, desde el río Ancasmayo (Colombia) al norte hasta el río Maule (Chile) al sur.

Los orígenes del imperio se remontan a la victoria de las multietnias, lideradas por Pachacútec frente a la confederación chanca en Yahuarpampa, a mediados del siglo XV, hacia 1438. Luego de la victoria, el curacazgo incaico fue reorganizado por Pachacútec, con quien el Imperio incaico inició una etapa de continua expansión, que prosiguió con su hijo el décimo inca Amaru Inca Yupanqui, luego por parte del undécimo inca Túpac Yupanqui, y finalmente del duodécimo inca Huayna Cápac, quien consolidó los territorios. En esta etapa la civilización incaica logró la máxima expansión de su cultura, tecnología y ciencia, desarrollando los conocimientos propios y los de la región andina, así como asimilando los de otros estados conquistados.

Luego de este período de apogeo el imperio entró en declive por diversos problemas, el principal la confrontación por el trono entre los hijos de Huayna Cápac: los hermanos Huáscar y Atahualpa, que derivó incluso en una guerra civil. Entre los incas la viruela acabó con el monarca Huayna Cápac, provocó la guerra civil previa a la aparición hispana y causó un desastre demográfico en el Tahuantinsuyo. Finalmente Atahualpa vencería en 1532. Sin embargo su ascenso al poder coincidió con el arribo de las tropas españolas al mando de Francisco Pizarro, que capturaron al inca y luego lo ejecutaron. Con la toma del Cuzco en 1533 culminó el Imperio incaico. Sin embargo, varios incas rebeldes, conocidos como los «Incas de Vilcabamba», se rebelaron contra los españoles hasta 1572, cuando fue capturado y decapitado el último de ellos: Túpac Amaru I.

Los incas consideraban a su rey, el sapa inca, como el «hijo del Sol» (Intip churin). Muchas formas locales de adoración persistieron en el imperio, la mayoría de ellas relacionadas con las sagradas huacas (wakʼa) locales, pero los líderes incas alentaron el culto al Sol o Inti e impusieron su soberanía por encima de otros cultos como el de Pachamama.

Sistema económico

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La economía inca es un tema de debate académico. Darrell E. La Lone, en su obra The Inca as a Nonmarket Economy, señaló que los estudiosos lo han descrito como «feudal, esclavista, socialista» así como "un sistema basado en la reciprocidad y la redistribución; un sistema con mercados". y el comercio; o un modo de producción asiático".[6]

Para el etnohistoriador y antropólogo John Murra, el sistema económico incaico se basaba en una red de "complementariedades ecológicas", a través de las cuales una misma comunidad controla varios pisos ecológicos para el intercambio de productos. Este modo de producción denominado "control vertical de un máximo de pisos ecológicos", es explicado en su libro "Formaciones Economicas y Politicas del Mundo Andino", publicado en 1975.[7]

Historia

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La primera imagen del inca en Europa, que se encuentra enCrónica del Perú (1553), por Pedro Cieza de León.
Sapa inkakuna, cuadro cuzqueño del siglo xvii con los linajes incas mentados por las crónicas coloniales y su relación con las reinas reales del Cuzco, que esconden tras de sí una compleja representación de la organización social incaica.

Fuentes históricas

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Las crónicas europeas sobre el imperio incaico

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Los primeros vestigios escritos sobre el imperio incaico lo constituyen las crónicas registradas por varios autores europeos (posteriormente existieron cronistas mestizos e indígenas que también recopilaron la historia de los incas); estos autores recopilaron la «historia incaica» basándose en relatos recogidos por todo el imperio.[8]​ Los primeros cronistas tuvieron que enfrentar varias dificultades para poder traducir la historia incaica ya que, además de existir una barrera idiomática, se enfrentaron al problema de interpretar una manera de ver el mundo totalmente distinta a la que estaban acostumbrados.[8]​ Esto condujo a que existan varias contradicciones entre los textos coloniales y un ejemplo de ello lo representan las cronologías sobre los gobernantes incas; así, en muchas crónicas se atribuyen las mismas hazañas, hechos y episodios a distintos gobernantes.[8]

Sobre las crónicas del Imperio incaico, es importante acotar que sus diversos autores tuvieron ciertos intereses al escribirlas. En el caso de los cronistas españoles, su interés fue «legitimar la conquista a través de la historia». Para lograr dicho objetivo, en muchas crónicas se señala que los incas conquistaron usando enteramente la violencia y por lo tanto no tenían derechos sobre los territorios conquistados. En otro caso los cronistas ligados a la Iglesia católica buscaron legitimar la evangelización describiendo a la religión incaica como obra del demonio, a los incas como hijos de Noé y tratando de identificar a las deidades incaicas con las creencias bíblicas o el folklore europeo.[8]​ Igualmente existieron otros cronistas mestizos e indígenas que también tuvieron un interés de ensalzar el imperio o alguna de las panacas con las cuales se emparentaban, como el caso del Inca Garcilaso de la Vega, en su obra Comentarios reales de los incas quien mostraba un imperio incaico idealizado donde no existía la pobreza, se repartía la riqueza y los recursos se explotaban racionalmente.[9]

Las fuentes históricas incaicas

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Los aillus y panacas tenían cantares especiales mediante los cuales narraban su historia. Estos cantares se ejecutaban en determinadas ceremonias frente al Inca. Estos relatos, a manera de memoria colectiva, constituyen los primeros registros históricos recogidos en las crónicas.[8]

Otro recurso utilizado para registrar la historia fueron unos mantos y tablas que contenían pinturas representando pasajes heroicos. Estos documentos fueron guardados en un lugar denominado Poquen Cancha. Se sabe que el virrey Francisco de Toledo envió al rey Felipe II cuatro paños que ilustraban la vida de los incas añadiendo con sus propias palabras que «los yndios pintores no tenían la curiosidad de los de allá».[8]

Además, algunos hechos pasados fueron almacenados en los quipus, aunque no se sabe cómo pudieron utilizar estos sistemas de cordeles y nudos para almacenar hechos históricos existen varias crónicas que describen que los quipus servían para evocar las hazañas de los gobernantes.[8]

En general, en el imperio incaico se recordaban los hechos que les parecían importantes de recordar y no era necesaria la precisión. Además, los gobernantes podían ordenar excluir intencionalmente de los registros históricos algunos hechos que pudiesen molestarles. María Rostworowski denomina a esta cualidad de la historia incaica una «amnesia política» que era asumida por todo el vulgo pero que era recordada por las panacas o ayllus afectados, un factor que contribuyó a las futuras contradicciones en las crónicas europeas sobre los incas.[8]

La reinvención de tradiciones

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Luego del encuentro de la cultura hispana y la andina, se estableció la escritura como medio de transmisión y registro de información; además se inició un proceso de mestizaje y sincretismo que dieron lugar a la recreación de tradiciones y la invención de otras.[8]

El aporte para esta recreación e invención de tradiciones fue tanto hispano como andino; esto se evidencia en las crónicas del siglo XVI en donde se describen personajes como el caso de Tunupa y Huiracocha con los apóstoles Tomás y Bartolomé, describiéndolos como hombres blancos y barbados que impartieron enseñanzas. Igualmente el imaginario europeo buscó, e incluso creyeron encontrar, «el dorado» y el «país de las amazonas» en el nuevo mundo. En otros casos, afirmaban que el Cuzco tenía el perfil de un león americano (puma), poniendo similitudes con algunas ciudades del renacimiento europeo que tenían perfil aleonado.[8]​ Más recientemente, en el siglo XX, aparecen otros elementos de esta reinvención de tradiciones, como son los casos de la bandera del imperio incaico y la ceremonia cuzqueña del Inti Raymi.[10]​ Cabe indicar que todas estas reinvenciones, son parte de un proceso natural en todas las culturas, pero para entender la historia incaica es necesario diferenciar cuales son los aspectos sincréticos o inventados y cuales no lo son.[8]

Antecedentes de la fundación del Imperio incaico

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Durante el Horizonte Medio los huaris y tiahuanacotas predominaron la región, tras el declive de éstos, dio origen a varias sociedades centralistas, incluida la inca.

Hacia el año 900 d. C. se inicia la decadencia de los estados Huari y Tiahuanaco en el área central andina. En el caso de Huari, la ciudad de Wari empieza a perder poder político en contraposición a alguna de sus ciudades periféricas, como lo demuestra el caso de Pachacámac situado frente al mar.[11]​ En tanto en el caso de Tiahuanaco, el proceso de decadencia se inicia en sus colonias de la costa de manera sangrienta, como lo evidencia el caso de Azapa;[12]​ en el Collao, en cambio, Tiahuanaco fue perdiendo su poder gradualmente y mientras perdía hegemonía su población fue emigrando y fundando poblaciones nuevas.[12]

Como una hipótesis sobre la decadencia de Huari y Tiahuanaco, existen evidencias de un prolongado periodo de sequía que duró desde el año 900 d. C. hasta el 1200 d. C. en los Andes centrales.[11]​ Arqueológicamente, existen evidencias de largos procesos migratorios de población a lo largo en los andes durante los periodos post-huari y post-tiahuanaco. La arqueología revela que en los valles interandinos, la población construyó sus asentamientos en lo alto de cerros procurando la seguridad, lo que nos habla de un prolongado periodo de enfrentamientos étnicos. En la costa, en tanto, varios grupos alcanzaban estabilidad política, como lo demuestran los casos de los chinchas, chimúes y los ichmas.[11]

Este periodo histórico fue plasmado en leyendas y mitos andinos de diferentes maneras. En las tradiciones orales de los Andes se hace referencia a que en el principio los pueblos realizaron largas caminatas buscando tierras fértiles, surgiendo héroes míticos que eran, por lo general, semi-divinos y que iban siendo guiados por seres sobrenaturales (el sol, la luna, etc.). Estos héroes míticos generalmente tenían algún poder. De esa manera surgen las figuras de Manco Cápac, en el caso fundacional del Cuzco, o Pariacaca, en el caso de Huarochirí.[9]

Los orígenes míticos

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Manco Cápac y Mama Ocllo. Dibujo de Felipe Guamán Poma de Ayala en su Nueva crónica y buen gobierno (1615).

Existen dos mitos difundidos sobre el origen de la etnia cuzqueña. El más difundido es la versión garcilasiana de la pareja Manco Cápac y Mama Ocllo; el otro es el mito de los cuatro hermanos Ayar y sus cuatro hermanas, este último mito es recogido por Betanzos, Waldemar Espinoza, Cieza de León, Guamán Poma de Ayala, Santa Cruz Pachacuti y Sarmiento de Gamboa.[9]

La leyenda de Manco Cápac y Mama Ocllo

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Leyenda recopilada por el cronista Inca Garcilaso de la Vega en su obra Los comentarios reales de los incas. En esta se narra la aventura de una pareja, Manco Cápac y Mama Ocllo, quienes enviados por el dios Sol salieron de las profundidades del lago Titicaca (paqarina 'lugar de origen sagrado') y marcharon con dirección al norte. Llevaban una vara de oro, entregada por el dios Sol; el mensaje era claro: en el lugar donde se hundiera la vara de oro, allí fundarían una ciudad, allí se establecerían. Justamente la vara se hundió en el cerro Huanacaure, en el valle de Acamama; por lo tanto, la pareja decidió permanecer ahí y a los habitantes de aquellas zonas les informaron que fueron enviados por el dios Inti; y luego procedieron a enseñarles el cultivo de la tierra y el tejido. De ese modo se iniciaría la civilización incaica.

La otra explicación no legendaria, sino histórica, y por tanto más acorde con la realidad, fue propuesta por Waldemar Espinoza, quien argumentaba de la siguiente manera: «en las postrimerías de la mencionada centuria (siglo XII), el estado de habla puquina, denominado más comúnmente Tiahuanaco, fue asaltado e invadido por inmensas oleadas humanas procedentes del sur (de Tucumán, Coquimbo) en forma tan repentina e impetuosa que no le dejaron tiempo para armar resistencia. Tales invasores, a todas luces, no eran otros que los aymaras».[cita requerida] Esta versión nos deja claro que los fundadores de la sociedad incaica procedían del sur y huyeron de la arremetida aimara.

Casi en su totalidad, la élite Hanan taipicalas fueron aniquilados y los Hurin taipicalas, élite sacerdotal, lograron huir y refugiarse en las islas del lago Titicaca. Luego de allí avanzaron al valle los pobladores oriundos como los huallas, alcahuisas, sahuaseras, antasayacs, lares, poques, pinaguas y ayamarcas que se opusieron a su establecimiento; para superar dicho conflicto, la élite puquina realizó múltiples estrategias, una de ellas fue la alianza matrimonial, para luego convertirse en una confederación de estados y por último, en un gran imperio andino.

La leyenda de los hermanos Ayar

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Fue recopilada por varios cronistas, entre ellos Juan de Betanzos, Felipe Guaman Poma de Ayala, Pedro Cieza de León, Juan de Santa Cruz Pachacuti y Pedro Sarmiento. Según este mito, la historia se inició en tres cuevas ubicadas en el cerro Tamputoco llamadas Maras Toco, Sútic Toco y Cápac Toco, de las cuales salieron tres grupos llamados los Maras, Tampus y Ayar. Los hermanos Ayar eran cuatro varones y cuatro mujeres, los varones eran Ayar Uchu, Ayar Manco, Ayar Cachi y Ayar Auca. Tradicionalmente, se cree que Uchu corresponde al ají, Manco a un cereal (Bromus mango) y Cachi a la sal y Auca a la guerra.[9]​ Sin embargo, una inspección científica de la onomástica andina nos revela significados con un sentido más apropiado y más acordes a la realidad andina. Según este análisis, los nombres provendrían del puquina, lengua pensada primigenia de los incas, y sus significados serían tales: Ayar Auca sería 'Ayar el Mayor', Ayar Uchu 'Ayar el Menor', Ayar Cachi sería 'Ayar el del Cerco' (por ser él quien fue encerrado en la cueva) y Ayar Manco sería 'Ayar el Cacique'.[13]

Estos cuatros hermanos iban acompañados por sus hermanas Mama Ocllo, Mama Raua, Mama Ipacura o Mama Cura, y finalmente Mama Huaco.[9]

Los 8 hermanos iban junto a sus ayllus buscando donde asentarse recorriendo de sur a norte, en su camino realizaban labores agrícolas y cuando cosechaban se retiraban buscando otro lugar. Primero hicieron su paso por Guaynacancha, ahí Mama Ocllo quedó embarazada de Ayar Manco. Luego avanzaron a Tamboquiro, en donde nació Sinchi Roca. Posteriormente llegaron a Pallata y de ahí a Haysquisrro, estos viajes duraron varios años.[9]

En Haysquisrro conspiraron contra Ayar Cachi; temerosos del poder que ostentaba, pues podía derribar cerros y formar quebradas con el tiro de su honda, le pidieron que regresara Tambotoco a recoger el topacusi (vasos de oro), el napa (insignia) y unas semillas, una vez adentro un enviado llamado Tambochacay lo encerró dentro de la cueva.[9]

Luego continuaron su viaje hasta Quirirmanta, en donde oficiaron un consejo decidiendo que Ayar Manco sería el jefe pero antes debía casarse con Mama Ocllo; en tanto que Ayar Uchu tendría que petrificarse y transformarse en una huaca que se llamaría Huanacauri, con este acto Ayar Uchu se convertiría en un ser sagrado.[9]

El viaje continuó hasta Matagua realizando por primera vez el huarachicuy, luego de eso horadaron las orejas de Sinchi Roca. Luego de esto Mama Huaco, probó suerte y lanzó dos varas de oro, una cayó en Colcabamba pero no logró penetrar el suelo; la otra cayó en Guaynapata hundiéndose suavemente. Sobre este acontecimiento, otros autores atribuyen a Ayar Manco el lanzamiento de la vara de oro, pero todas coinciden que fue en Guaynapata donde se hundió el bastón fundacional.[9]

Después de eso hubo varios intentos de llegar al lugar donde se hundió la vara, pues eran repelidos por los naturales, hasta que Ayar Manco tomó la decisión de enviar a Ayar Auca para que se adelantara con su aillu y poblase esa tierra. El llegar a ese lugar Ayar Auca se convirtió en piedra, en el sitio que posteriormente sería el Coricancha. Luego de varios enfrentamientos con la población local, Ayar Manco y Ayar Uchu llegaron hasta el lugar y tomaron posesión de este, desde ese momento Ayar Manco pasa a llamarse Manco Cápac.[9]

Investigaciones sobre los mitos fundacionales del Cuzco

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Al respecto de los dos mitos fundacionales, la leyenda de la pareja fundacional (Manco Cápac y Mama Ocllo), surge posterior a la entronización de Pachacuti, pues relaciona una huaca pan-andina, como lo es el lago Titicaca, con la fundación del Cuzco. Garcilaso tradujo el mito planteando una pareja que llegó para civilizar a pueblos bárbaros enseñándoles nuevas tecnologías; el hecho real es que actualmente se sabe que el área central andina ya poseía avances tecnológicos milenarios que fueron difundidos por los estados panandinos de Huari y Tiahuanaco, y que ya eran de conocimiento de los pequeños pueblos que habitaban la zona del Cuzco.[9]

Si bien ambos mitos narran un éxodo poblacional buscando tierras fértiles, solo el mito de los hermanos Ayar narra la petrificación de personajes y este último relato es muy recurrente en otras etnias del área central andina.[9]

Sobre la ubicación de las cuevas, Bingham en 1912 comisionó a George Eaton para ubicar las ventanas de Tambotoco, teniendo en cuenta que todavía existe el poblado de Pacarictambo pero la búsqueda de Eaton no encontró las cuevas. Luego en 1945, Jorge Muelle, Luis Llanos y César Lobón recorrieron Mollebamba buscando el sitio de Guaynacancha (en el distrito de Pacarictambo), ahí asoció un grupo de cavernas cerca del peñón de Puma Orqo con las cuevas de Tambotoco. Posteriormente Gary Urton aportó investigaciones sobre el poblado de Pacarictambo, afirmando que fue trasladado en tiempos de la colonia y que era muy posible que su ubicación original hubiese sido cercano a las ruinas de Maukallajta, cercana al sitio encontrado por Muelle, Llanos y Lobón en 1945.[9]

En general, el relato de los hermanos Ayar nos muestra a un hombre guerrero (Ayar Auca) y a una mujer guerrera (Mama Huaco), dando una visión distinta a la de Garcilaso, en donde el rol femenino está dedicado al tejido, la cocina y el cuidado de los infantes; este mito narra un hecho ocurrido durante una de las tantas batallas para posesionarse del Cuzco, en la que Mama Huaco hiere a un hombre luego le abre el pecho y sopla sus «bofes» haciendo que la gente de Acamama huyera temerosa.[9]

Origen (histórico)

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Gobierno de Manco Cápac

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El primer inca: Manco Cápac.

Manco Capac fundó el señorío cuzqueño, aproximadamente el año 1200 d. C. y fue su primer gobernante. Se caracterizó por el dominio de las tribus preincaicas que vivían dispersas en el Cuzco y sus alrededores. Manco Cápac unificó a los huallas, poques y lares, y con ellos se estableció en la parte baja de la ciudad. De este modo se inició la dinastía de los Hurin Cuzco. Poco tiempo después ordenó la construcción de la primera residencia de los incas, el Inticancha o Templo del Sol. Su hermana y esposa fue Mama Ocllo.

  • Imperio legendario (fase local):

Época preestatal: formación

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De escasa movilidad; se tienen pocas noticias de sus sucesivos gobiernos: Sinchi Roca, quien habría gobernado desde 1230 a 1260 sin conseguir una expansión significativa en el entonces reino cuzqueño; Lloque Yupanqui, que culminaría su gobierno en 1290 con el mérito de llegar a concretar diversas alianzas con distintos pueblos circundantes a los incas; Mayta Cápac reconocido por su victoria ante los acllahuizas y que culminaría su gobierno alrededor de 1320; y Cápac Yupanqui, el primer conquistador, a quien se debe la victoria ante los condesuyo. En un golpe de Estado, Cápac Yupanqui derrocaría a Tarco Huaman, sucesor de Mayta Cápac. Este período habría durado aproximadamente 120 años, iniciándose aproximadamente en 1230 d. C. (año en que comienza el gobierno de Sinchi Roca), hasta 1350 d. C. (año en que culmina el gobierno de Cápac Yupanqui tras su envenenamiento por parte de Cusi Chombo en un golpe de Estado organizado por Inca Roca. Quien sería su sucesor, Quispe Yupanqui, también sería asesinado).

Una visión etnohistórica más general de este período describe que los incas llegaron al Cuzco alrededor del [[siglo XIII]] d. C. y, en el siglo siguiente, lograron imponerse a las poblaciones más cercanas al valle cuzqueño. Desde su llegada al Cuzco, los incas se habrían mezclado con algunos de los pueblos que habitaban el lugar y expulsado a otros. Habrían organizado su predominio al hacer alianzas con distintos curacas estableciendo relaciones de parentesco y al enfrentarse en guerras. A estas prácticas, que continuaron, se sumaron otras como el acopio de excedentes y mano de obra y la práctica de la redistribución. Para entender esta situación habría que considerar, además, que el prestigio religioso que acompañó a los incas fue la piedra angular de la eficacia de todos los mecanismos de expansión que emplearon en esta época.

Se denomina preestatal a esta etapa, porque en ningún momento surgió en sí una sólida idea de estado o nación incaica; sino aún existía la idea andina de considerarse una macroetnia, si bien esto cambiaría al extenderse significativamente el territorio de la etnia luego del gobierno de Cápac Yupanqui y sus diversas conquistas. El fin de este periodo coincide con el fin de la dinastía de los gobernantes Hurin Cuzco (Rurin Qusqu), quienes vieron en Cápac Yupanqui a su último representante.

Época estatal: gran expansión

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Con Pachacútec se inicia el modelo imperial, con Túpac Inca Yupanqui se expande y con Huayna Cápac se consolida.

Gobierno de Pachacútec

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El noveno inca: Pachacuti o Pachacútec.
Territorios conquistados por Pachacútec.

Durante su gobierno se inició la expansión territorial, inaugurando de esta manera el periodo imperial al anexionar numerosos pueblos. Pachacuti mejoró la organización del estado, dividiendo el imperio en cuatro regiones o suyus. Por el norte, sometió a los huancas y tarmas, hasta llegar a la zona de los cajamarcas y cañaris (Ecuador). Por el sur sometió a los collas y lupacas, que ocupaban la meseta del altiplano. Organizó a los chasquis e instituyó la obligatoriedad de los tributos.

  • Imperio histórico (fase de expansión):
- Dinastía Hanan Cuzco: 1438-1471.

Gobierno de Túpac Yupanqui

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El décimo inca: Túpac Yupanqui o Tupa Yupanqui.
Territorios conquistados por Túpac Yupanqui.

Fue un destacado militar que logró importantes victorias durante el gobierno de su padre Pachacútec. En 1471 asumió el trono y amplió las fronteras del imperio hacia el sur, hasta llegar al río Maule en Chile. También sometió al reino chimú y a algunos pueblos del altiplano y del norte argentino. Sofocó la resistencia de los chachapoyas y avanzó por el norte hasta Quito. Quiso incursionar en la selva, pero una rebelión de los collas lo obligó a desviarse hacia el Collao. Mejoró la recaudación de los tributos y nombró nuevos gobernantes visitadores (tuqriq). Murió en 1493.

  • Imperio histórico (fase de expansión):
- Dinastía Hanan Cuzco: 1471–1493.

Gobierno de Huayna Cápac

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El undécimo inca: Huayna Cápac.
Máxima expansión del imperio al finalizar el gobierno de Huayna Cápac.

Se le considera el último soberano del incario. Durante su gobierno, continuó la política de su padre, Túpac Inca Yupanqui, en cuanto a la organización y fortalecimiento del estado. Para conservar los territorios conquistados tuvo que sofocar en forma sangrienta continuas sublevaciones. Derrotó a los chachapoyas y anexionó la región del golfo de Guayaquil, llegando hasta el río Ancasmayo (Colombia). Estando en Quito, enfermó gravemente y falleció en 1525. Algunas crónicas españolas postulan que además amplió las fronteras del imperio más hacia el sur, y que incluso habría llegado hasta el río Biobío en Chile; aunque este límite más austral no ha sido comprobado arqueológicamente, y no es aceptado históricamente. Con su muerte se inició la decadencia del imperio.

  • Imperio histórico (fase de expansión):
- Dinastía Hanan Cuzco: 1493–1525.

Crisis de sucesión

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El duodécimo inca: Huáscar o Tupa Cusi Hualpa, su nombre regnal.

Las crisis de sucesión eran un fenómeno coyuntural que era muy frecuente en la historia política del imperio. El que aspiraba a ser el nuevo soberano debía demostrar que era el «más hábil», tenía que ser confirmado por un oráculo y además tenía que ganar adeptos en las panacas cuzqueñas.[14]

Huayna Cápac nombró heredero a Ninan Cuyuchi[14]​ (hijo de la coya Mama Cusi Rimay[cita requerida]), pero el sacerdote del Sol hizo un sacrificio en el que vio que la suerte no le favorecería a Ninan Cuyuchi. Por ese motivo, cuando Huayna Cápac falleció en Quito, fue llevado en andas hasta el Cuzco manteniendo en secreto la muerte de este, para mantener el orden político. En ese contexto, Raura Ocllo, madre de Huáscar quien se encontraba en Quito junto a Huayna Cápac, viaja rápidamente al Cuzco acompañada de unos cuantos orejones para preparar la entronización de Huáscar. Según María Rostworowski, fue Raura Ocllo quien convenció a las panacas cuzqueñas para nombrar como sucesor a Huáscar; mientras que Atahualpa se quedó en Quito junto con otros nobles.[15]

Por su parte, Atahualpa era hijo de Tocto Coca (mujer que pertenecía a la panaca de Hatun Ayllu); y al morir su padre ordenó edificar en la localidad de Tomebamba un palacio en su honor. Este hecho enojó al curaca de Tomebamba llamado Ullco Colla, quien envió mensajes a Huáscar acusando a Atahualpa de sublevación; además Atahualpa se quedó en el norte acompañado de varios generales importantes leales a Huayna Cápac, que tenían un aprecio especial por Atahualpa. Luego de este hecho, Atahualpa envió presentes a su hermano Huáscar, pero este último ordenó hacer tambores con los cueros de los mensajeros. Según Rostworowski, Atahualpa fue incitado a rebelarse por los generales de su padre, con quienes había participado en varias batallas contra los nativos del norte.[15]

En ese contexto ocurrió la rebelión de los «cañaris», quienes tomaron prisionero a Atahualpa encerrándolo en un tambo. La huida de Atahualpa toma un contexto mítico, pues según los oradores Atahualpa fue convertido en amaru (serpiente) por su padre Sol, y así logró huir del encierro. Otras crónicas dan cuenta de que fue una mujer quien le entregó una barra de cobre con la que hizo un forado y pudo huir del encierro. Una vez libre, Atahualpa reunió un ejército y asesinó a sus enemigos en Quito y Tomebamba, esta última ciudad fue arrasada en venganza a Ullco Colla; luego avanzó a Tumbes intentando avanzar hasta la isla Puná, pero el curaca de Puná se adelantó y arrasó Tumbes. Con el pueblo de Tumbes arrasado, los primeros españoles pisan el territorio incaico.[15]

En tanto, Huáscar trataba de estabilizar su entronización en el Cuzco con el apoyo de las panacas. Sobre Huáscar, los cronistas describen varios errores políticos que fueron menguando el apoyo cuzqueño. Primeramente, no atendió a los ayllus reales como era la costumbre, no asistió a los almuerzos públicos en la plaza del Cuzco (que afianzaban vínculos de reciprocidad y parentesco). Eliminó a los ayllus custodios de su guardia personal y nombró como guardia real a guerreros «cañaris» y «chachapoyas». Huáscar dudaba de la lealtad de las panacas cuzqueñas y se rodeó de otros nobles, bajo el temor de una rebelión de la nobleza cuzqueña amenazó con enterrar las momias reales y quitarle sus tierras a las panacas. Poco a poco Huáscar se iba ganando enemistades en un periodo de intrigas entre la nobleza cuzqueña, en su contraparte Atahualpa iba ganando adeptos.[15]

Gobierno de Huáscar

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Huáscar no estuvo de acuerdo con el testamento de Huayna Cápac, ya que se creía con derecho de heredar todo el imperio incaico según las leyes, costumbres y tradiciones incaicas. Huáscar se enfrentó en 1531 después de muchos años de paz a su medio hermano Atahualpa, quien también se consideraba legítimo heredero del trono en la región de Quito. Muy pronto importantes regiones del imperio fueron sacudidas por sangrientas batallas entre tropas cuzqueñas y quiteñas, que terminaron con la victoria final de los últimos. Huáscar fue tomado prisionero y muerto posteriormente por orden de Atahualpa.

  • Imperio histórico (fase de expansión):
- Dinastía Hanan Cuzco: 1525–1532.

Gobierno de Atahualpa

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El decimotercer inca: Atahualpa. Delante de él están Francisco Pizarro y el padre Vicente de Valverde.

Hijo de Huayna Cápac con la noble incaica Tocto Ocllo Coca. Tras la muerte de su padre, se convirtió en gobernador de la ciudad de Quito. Bien sea al temor que le tenía a su hermano Huáscar o la ambición de convertirse en soberano, luego se proclamó Inca en Quito y así inició la guerra de sucesión incaica. Sus tropas, dirigidas por Chalcuchima y Quizquiz, derrotaron al ejército de Huáscar en la batalla de Quipaipán (Apurímac) y entraron triunfantes al Cuzco. Enterado de la victoria, Atahualpa marchó a Cajamarca para ser coronado inca. En el trayecto fue aclamado por los pueblos del norte. Sin embargo, al llegar a Cajamarca, fue tomado prisionero por los conquistadores españoles en la emboscada de Cajamarca. Era el año 1532. Este hecho marcó el fin del imperio incaico.

En contra de lo pensado, Atahualpa (que gobernó de facto entre 1532 y 1533), no forma parte de la capaccuna al nunca ceñir la mascapaicha. Por lo tanto es impropio llamarle sapa inga, como algunas veces se le titula. Quito fue incendiada por completo por el general Rumiñahui en 1534, antes de la llegada de los españoles a la ciudad en busca de los tesoros del imperio, y fundada nuevamente por el español Sebastián de Belalcázar sobre las cenizas del pueblo incaico el 6 de diciembre de 1534.

La caída

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Las tropas de Quizquiz se enfrentaron al ejército combinado de Manco Inca y Francisco Pizarro. Pintura de Juan Bravo para la municipalidad del Cuzco.

Al momento de la llegada de los conquistadores españoles, los Andes se encontraban en una fase decisiva de la guerra civil inca. Los atahualpistas habían arrollado con las fuerzas cuzqueñas hasta capturar la propia capital. Durante su avance, habían cometido numerosas atrocidades contra las etnias y ciudades que habían apoyado al Cuzco de Huáscar; conviene recordar lo perpetrado contra los cañaris en Tomebamba y que el general atahualpista Chalcuchímac estaba a punto de repetir en Hatun Xauxa contra los huancas. Este contexto de superioridad generó un clima de pedantería y soberbia en los ejércitos atahualpistas, particularmente en el propio Atahualpa.

Esta altanería sería determinante al permitir a los españoles sorprender y capturar a Atahualpa en Cajamarca: un punto de inflexión al dejar a los atahualpistas política, ideológica y militarmente acéfalos, al menos temporalmente. También propinaría un severo golpe a su situación militar, puesto que Quizquiz y Chalcuchímac (los principales generales atahualpistas restantes) se veían imposibilitados de atacar a los españoles debido al temor de que estos ejecutaran a su líder cautivo. Usando a Atahualpa como rehén, los españoles ganarían invaluables tiempo y recursos en su trayecto que tenía como destino al Cusco.

Muchos de los que habían sufrido las represalias atahualpistas terminaron aliándose con las fuerzas hispanas; destacando etnias como los huancas, cañaris y los propios cuzqueños, cuyos remanentes se vieron revitalizados gracias al cambio de tornas en la situación militar. Los españoles, a fin de ganarse el favor generalizado de los Andes, nombraron una serie de nuevos incas según los procedimientos oficiales del Cuzco. Todos estos factores combinados explican cómo los españoles consiguieron tomar pacíficamente enormes porciones de territorio sin apenas conflictos armados. Inclusive usaban a su favor narrativas propagandísticas para deslegitimar fuerzas contrarias que verdaderamente suponían una amenaza, como los remanentes atahualpistas (que resistieron hasta 1535) y los rebeldes de Vilcabamba (que resistieron hasta 1572).

No obstante, una considerable porción de poblados, ciudades y etnias se mantuvieron neutrales, manifestando desidia ante las fuerzas que cruzaban sus territorios puesto que se encontraban hartas de los continuos años de guerra, los cuales les impedían atender las vitales actividades agrícolas.

Incas coloniales

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Desde la llegada de los españoles, en su marcha hacia el Cuzco.

  • Túpac Hualpa (1533) dos meses, septiembre y octubre. Inca coronado por los españoles, muere antes de llegar a la Ciudad Imperial en el Valle del Mantaro.
  • Manco Inca (1533-1545), Inca coronado por los españoles (1533) rebelado contra ellos (1536) abandona el Cuzco, trasladando su capital primero a Ollantaytambo y luego a Vilcabamba.
  • Paullu Inca (1537-1549), Inca coronado por los españoles durante el gobierno de Manco Inca (1537), que además reinó cuatro años después de la muerte de este, durante el gobierno de Sayri Túpac.

Neo-Estado Inca: Incas de Vilcabamba

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Fueron gobernantes de pueblos descendientes de los incas, fue oficialmente la última dinastía incaica, fundada luego de la rebelión de Manco Inca y como última resistencia a los conquistadores españoles.

Geografía y territorio

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Ubicación geográfica

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Límites del Imperio incaico: por el norte llegaba hasta las cercanías de Pasto (Colombia), en el río Ancasmayo y por el sur hasta Talca (Chile), en el río Maule.

Fue la región andina, debido a la presencia de la cordillera de los Andes, se caracteriza por la diversidad de su ecología: costas desérticas, parajes tropicales, altiplanos secos y fríos que a simple vista parecen uno de los ambientes menos propicios para la vida del hombre. Sin embargo, los hombres que la habitaron han demostrado a lo largo de muchos siglos, ser capaces no solo de sobrevivir en tales circunstancias, sino también de dominar el medio geográfico y de crear una serie de civilizaciones florecientes. La más famosa de ellas fue el imperio incaico, que ocupó un vasto territorio de América del Sur, que comprende los actuales o partes de los territorios de las Repúblicas de Perú, Ecuador, occidente de Bolivia, norte de Chile, extremo sur-occidental de Colombia y el noroeste de Argentina.

Distribución del imperio incaico dentro de los actuales países de Sudamérica

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Los incas en Argentina

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Pucará de Tilcara en la provincia de Jujuy (Argentina).

Según las fuentes históricas en el territorio de Argentina, entre 1479 y 1535, el imperio incaico conquistó las partes occidentales de la actuales provincias de Catamarca, Tucumán, Salta, Jujuy, La Rioja, San Juan, y el extremo noroeste de Mendoza incorporándolas al Collasuyo. Algunas investigaciones sugieren la influencia incaica en parte de la Provincia de Santiago del Estero (zona interfluvial en donde está la ciudad de Santiago del Estero), pero la incorporación de esa zona al imperio no ha sido probada. Tradicionalmente se atribuye la conquista al inca Túpac Yupanqui. Los pueblos que entonces habitaban esa región, los omaguacas, los diaguitas (incluidos los calchaquíes), los huarpes y otros, intentaron resistir pero los incas lograron dominarlos, trasladando a sus territorios a los mitimaes o colonos deportados de las tribus de los chichas, que habitaban en lo que es el suroeste del actual territorio boliviano.

Los incas construyeron caminos (el camino del inca), centros agrícolas y de producción de tejidos, asentamientos (collcas y tambos), fortalezas (pucarás) y numerosos santuarios en lo alto de las montañas en donde realizaban sacrificios humanos especialmente de jovencitas y de niños tal como lo demuestran las momias de Llullaillaco, utilizando también construcciones preexistentes.

Entre los establecimientos incaicos más importantes en Argentina, se encuentran el Potrero de Payogasta en Salta, la Tambería del inca en La Rioja, el pucará de Aconquija y el Shincal de Londres, ambos en Catamarca, el pucará de Tilcara en Jujuy y las ruinas de Quilmes en Tucumán, la mayoría de las cuales eran preincaicos y fueron organizados en una red urbana dentro de su imperio, estableciendo en ellos puestos de control militar.

Las provincias (wamani) incaicas en el actual territorio argentino fueron cinco:[16]

  • Huamahuaca, con probable cabecera en Tilcara, llegando por el norte hasta Talina, actualmente en el Sur de Bolivia. Habitada por mitimaes chichas.
  • Chicoana o Sikuani, habitada por los pulares, se extendía por el piso de puna de Atacama y la parte septentrional de los valles Calchaquíes hasta cerca de Seclantás y abarcaba probablemente desde las Salinas Grandes de Jujuy hasta el sur de La Paya en Salta, donde estaba su capital la antigua Chicoana.
  • Quire-Quire o Kiri-Kiri, que comprendía el resto de los valles Calchaquíes comenzando en Pompona (hoy La Angostura), todo el valle de Santa María y los valles de Andalgalá, Hualfín y Abaucán. Habitada calchaquíes y yocaviles y por un gran número de mitimáes, tenía dos asientos principales en Shincal y en Tolombón.
  • Tucumán o de Tucmua, comprendía los valles orientales y las sierras subandinas.
  • La provincia más meridional, probablemente se extendía desde La Rioja hasta las montañas del Cordón de Plata, alcanzando el cerro Tupungato en Mendoza y quizás formaba parte, con el nombre de Cuyo o Kuyun de la provincia de Chile o Chili.[17][18]

Los incas en Bolivia

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En el territorio de Bolivia, luego de que en torno al 1100 a. C. Tiahuanaco desapareció, se produjo una lucha entre los diferentes grupos que habitaban la región: aimaras, collas, lupacas y pacajes. Los aimaras establecen un dominio que abarca Arequipa y Puno en el Perú, La Paz y Oruro, que perduró hasta que, en 1438, el inca Pachacútec derrotó al último soberano colla, Chunqui Cápac, incorporando la meseta del Titicaca al imperio incaico, como parte de la provincia del Collasuyo, e imponiendo el quechua como lengua oficial, aunque el aimara se continuó hablando regularmente. Además el imperio incaico adoptó los estilos arquitectónicos tiwanakotas y otros conocimientos. Posteriormente el inca Huayna Cápac mandó levantar fortalezas en la frontera oriental para detener el avance de los chiriguanos.

Según una leyenda, los fundadores del imperio incaico, Manco Cápac y Mama Ocllo nacieron de la espuma del lago Titicaca, entre Perú y Bolivia.

Los incas en Brasil

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En el territorio del Brasil, existen dos caminos que los incas habrían construido, en el noreste desde Quito llegando al actual estado de Roraima en el límite de Las Guayanas, que según el investigador chileno Roland Stevenson surge de un mal pronunciamiento del nombre quechua "Guayna Capac", padre de Huáscar y Atahualpa, y el llamado camino de Peabiru (pea-camino; Biru-Perú) que conecta las costas del Océano Atlántico, en el actual estado de São Paulo, con la ciudad del Cuzco en los Andes por el cual el portugués Aleixo García habría incursionado llevándose metales preciosos de la actual Bolivia, antes de la conquista española.[cita requerida]

Los incas en Chile

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Confrontación entre mapuches (izquierda) y los incas (derecha). Dibujo del cronista Guamán Poma de Ayala.

En el territorio de Chile, durante el reinado de Túpac Yupanqui, se produjo la conquista de los diaguitas y aconcaguas de los valles transversales del Norte chico de Chile y Zona central de Chile por parte de las poblaciones ubicadas en el norte y centro, quienes habitaban el «valle de Chile» (actual valle del Mapocho), y algunas comarcas ubicadas al sur de él, fijándose así los límites del Imperio inca en una zona que los historiadores y la arqueología reciente extienden convencionalmente en algún lugar entre los ríos Maule y Maipo. De ese modo, ese territorio quedó dividido en dos wamanis o provincias: el del valle de Elqui (Coquimbo) en el norte, presidido por Anien, y el Valle del Mapocho (Santiago) en el sur, encabezado por el primo hermano del inca, 8.º capitán Apu Cama como gobernador militar y Quilicanta como gobernador imperial.[19]

Los incas en Colombia

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En el territorio de Colombia, hacia 1492 el imperio incaico dominó transitoriamente la región habitada por los pueblos aborígenes denominados los pastos y levantaron una fortaleza aún en dos caminos visible, en Males (hoy municipio de Córdoba). Sin embargo los pastos se refugiaron al occidente. en el territorio awá, desde donde lograron expulsar a los ocupantes. Los incas prefirieron entonces avanzar por el piedemonte amazónico a través del territorio de los cofán, hasta controlar el territorio de los camsá en Mocoa, Valle de Sibundoy y la zona de la actual Pasto;[20]​ pero finalmente fueron los españoles los que controlaron la región y fueron los Awá quienes lograron preservarse de la dominación en las selvas de la vertiente del Océano Pacífico.

Los incas en Ecuador

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La fortaleza de Ingapirca ubicado en la provincia del Cañar (Ecuador).

En el territorio de Ecuador, en el siglo XV, los Incas Túpac Yupanqui y Huayna Cápac conquistaron el territorio y lo incorporaron a su imperio.

A mediados del siglo XV la zona fue invadida por las fuerzas del inca Túpac Inca Yupanqui, quien al mando de un poderoso ejército se encaminó desde el sur para ampliar sus dominios. Al principio la campaña le resultó relativamente fácil pero luego debió enfrentar a los bracamoros, el único pueblo que pudo obligar al Inca a abandonar sus tierras sin poder incorporarlo al imperio.

Cuando el inca empezó a avanzar sobre los cañaris, fue aún más difícil para ejércitos incaicos, pues estos los rechazaron luchando con bravura, obligándolos a replegarse hacia tierras de lo que hoy es Saraguro, donde debieron esperar la llegada de refuerzos para poder iniciar la campaña. Esta vez considerando la inmensa superioridad de los Incas, los cañaris prefirieron pactar y someterse a las condiciones impuestas por estos. Después de esto Túpac Yupanqui fundó la ciudad de Tomebamba, actual ciudad de Cuenca, ciudad donde se discute que pudo haber nacido Huayna Cápac.

Los incas en el Perú

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Terrazas agrícolas de Moray en Cuzco (Perú).

El Imperio incaico se originó en el territorio del Perú ocupando la costa, sierra y selva alta del territorio peruano (abarcando aproximadamente la mitad de su actual superficie).

A comienzos del siglo XIII inicia la historia inca desde el Cuzco como capital teniendo a Manco Cápac como fundador. Los Incas tuvieron desde entonces tres expansiones, la tercera la mayor pues se desarrolló primero hacia el norte empezando con el centro-oeste de Perú hasta el sur de Colombia, y después hacia el sur empezando con el sur de Perú hasta el centro de Chile. En el siglo XV el sapa inca Pachacútec dividió Tawantinsuyo tomando la capital como punto de referencia en cuatro suyos: Chinchaysuyo, Contisuyo, Antisuyo y Collasuyo.

En 1525 se inicia una guerra civil entre Huáscar y Atahualpa por la sucesión al trono, ganando esta disputa Atahualpa, pero quedando el imperio enfrentado e inestable. En estas circunstancias llegan los españoles quienes en Cajamarca capturan sorpresivamente a Atahualpa en una entrevista en 1532.

Los incas en la Polinesia

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La base del Ahu Vinapú, mostrando su tallado similar a la arquitectura incaica.

Los cronistas españoles Pedro Sarmiento de Gamboa, Martín de Murúa y Miguel Cabello de Balboa, durante la conquista, recogieron una serie de relatos sobre un viaje del inca Túpac Yupanqui a islas lejanas. Según los relatos, estando el inca en la costa norte (en las islas Puná), supo por comerciantes nativos que regresaron al lugar, que llegaron navegando en balsas de vela desde unas islas muy distantes donde había riquezas exóticas, por lo que decidió viajar él mismo a comprobarlo. Ordenó preparar flota de balsas, y habría zarpado de Tumbes, llegando a unas islas llamadas Ninachumbi y Ahuachumbi.[21][22][23][24][25][26][27]

Algunos historiadores consideran la hipótesis de que este relato tiene una base histórica verdadera y que las islas estarían ubicadas en la Polinesia. Algunos han considerado que se trata de las islas Marquesas, de Huahine, de la isla de Pascua o de Mangareva.

Territorio del Imperio Incaico

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Representación de las cuatro divisiones del Imperio Incaico o Tahuantinsuyo, que partían del Cuzco, la ciudad capital con forma de puma.

Los cuatro suyos en su conjunto se extendían a lo largo de más de dos millones de kilómetros cuadrados y llegaron a abarcar, en su período de apogeo (hacia 1532), parte de las actuales repúblicas de Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia, Chile y Argentina. Poseían aproximadamente cuatro mil kilómetros de costa en el océano Pacífico. La expansión se inició con el inca Pachacútec y llegó a su apogeo con el inca Huayna Cápac. Se atribuye la máxima expansión al Inca Túpac Yupanqui.

Hacia el norte, el Imperio Incaico se extendía hasta el río Guáitara, al norte en la frontera entre Colombia y Ecuador. En Ecuador, llegaron a abarcar una zona que incluiría las actuales ciudades de Quito, Guayaquil, Cuenca y Manta.

Hacia el noreste, se extendía hasta la selva amazónica de las actuales repúblicas de Perú y Bolivia. Son muy poco nítidos sus límites con esta debido a las esporádicas expediciones de exploración de la selva por parte de los habitantes del imperio debido a la gran cantidad de enfermedades y el miedo que los nativos poseían a esas zonas, pero se sabe que dominaban las actuales ciudades de Potosí, Oruro, La Paz y Cochabamba en Bolivia y prácticamente toda la sierra peruana.

Hacia el sureste, el imperio incaico llegó a cruzar la cordillera de los Andes (lo que en geopolítica moderna se conoce como encabalgarse), llegando un tanto más allá de lo que ahora se conoce como las ciudades de Salta y Tucumán en Argentina. El territorio incaico de la actual Argentina, conformó una zona especial que se denominó Tucma o Tucumán, que abarcaba las actuales provincias de La Rioja, Catamarca, Tucumán, Salta y Jujuy. También incorporó la región de Cuyo, abarcando San Juan y parte de Mendoza.

Hacia el sur, existen pruebas de que el Imperio incaico llegó a abarcar hasta el Desierto de Atacama (actual III Región de Atacama) en dominio efectivo, pero con avanzadas hasta el río Maule (actual VII Región del Maule de Chile), donde debido a la resistencia de los purumaucas (o picunches, pertenecientes a la etnia mapuche) no pudo seguir avanzando.

Hacia el oeste, si bien el Imperio Incaico limitaba con el océano Pacífico, hay quienes además postulan que los Incas habrían incluso llegado a mantener, a pesar de las limitaciones navales de la época, una cierta relación comercial con algún pueblo desconocido de la lejana Polinesia (Oceanía).[22]​ El tema ha sido estudiado por José Antonio del Busto en una reciente publicación. Una de las personas que defendió esta teoría fue el difunto explorador difusionista noruego Thor Heyerdahl.

Su capital se encontraba en la ciudad del Cuzco —que, según la Constitución peruana, es la «capital histórica» de Perú—, en donde los cuatro suyos se encontraban.[28]

División política: suyos o regiones

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Mapa del imperio incaico:
     Chinchaysuyo      Antisuyo      Contisuyo      Collasuyo

Los cronistas afirmaron que el imperio incaico estuvo dividido en cuatro distritos conocidos como suyos (del quechua suyu): Chinchaysuyo, Antisuyo, Collasuyo y Contisuyo. El centro de esta división era el propio Cuzco. Se ha atribuido al inca Pachacútec la creación de este sistema de organización del territorio; sin embargo sabemos que se trataba de una práctica que antecedió al gobierno de este gran reformador. Antes de consolidarse el dominio incaico en el Cuzco, el espacio en torno de esta ciudad estuvo también dividido en cuatro partes. Las divisiones entonces correspondían a los territorios de los señoríos del área. Cuando Manco Cápac y sus clanes se establecieron en la zona, crearon los cuatro suyus incaicos a partir de esta división.

Un tema que aún es motivo de discusión entre los investigadores es aquel de la extensión y los límites de cada suyu. Como hemos visto, la expansión incaica se inició con Pachacútec, quien conquistó los curacazgos del área cercana al Cuzco: los soras, lucanas y tambos. Otros líderes militares como su hermano Cápac Yupanqui, y posteriormente Túpac Yupanqui y Amaru Yupanqui, continuaron las conquistas, mientras Pachacútec permanecía en el Cuzco. Por ejemplo, Cápac Yupanqui habría reconocido y visitado en la costa los valles de Chincha y Pisco, mientras que en la sierra central llegaría hasta Jauja. Túpac Inca continuó la conquista del Chinchaysuyu hasta la región de los cañaris (Tumibamba); mientras que Amaru Yupanqui y otros líderes militares conquistaron el Collasuyu hasta Chincha y el Contisuyo hasta Arequipa. Sin embargo, aún no sabemos si la franja costera entre Ica y Tarapacá fue conquistada en esta época o después, luego de que Túpac Yupanqui asumiera el mando supremo del Estado incaico. Por otro lado durante los tiempos de Túpac Yupanqui la frontera norte se estableció cerca de Quito; mientras que la frontera sur se fijó en el río Maule, 260 km al sur de Santiago de Chile. Durante el gobierno de Huayna Cápac se conquistaron nuevas regiones en el Ecuador y el extremo suroeste de Colombia (cercanías de Pasto). Estos son en general los límites conocidos del imperio. El punto menos preciso es el relativo a la región amazónica, donde es difícil precisar los alcances que tuvieron las incursiones incas.

Suyu Mapa Descripción
Chinchaysuyo

(Chinchay suyu)

  • Ubicación: Se ubicaba en el cuadrante noroeste de la capital (Cuzco).
  • Grupo: Pertenecía al grupo Hanan -alto- (Hanansuyo, Hanan suyu).
  • Otros: Era la región principal.
Antisuyo

(Anti suyu)

  • Ubicación: Se ubicaba en el área de la ceja de selva al noreste de la ciudad del Cuzco.
  • Grupo: Pertenecía al grupo Hanan -alto- (Hanansuyo, Hanan suyu).
  • Otros: Limitaba con la selva amazónica.
Contisuyo

(Kunti suyu)

  • Ubicación: Estaba situado en la vecindad de Arequipa.
  • Grupo: Pertenecía al grupo Hurin -bajo- (Hurinsuyo, Rurin suyu).
  • Otros: Era la región más pequeña.
Collasuyo

(Qulla suyu)

  • Ubicación: Se ubicaba en el cuadrante sureste de la capital (Cuzco).
  • Grupo: Pertenecía al grupo Hurin -bajo- (Hurinsuyo, Rurin suyu).
  • Otros: Ocupaba principalmente la zona altiplánica.

Organización territorial

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Mapa del Tahuantinsuyo con sus suyos (regiones) y huamanis (provincias).

Cada provincia (wamani) estaba dividida en sayas o partes en las cuales habitaba un número variable de aillus. El número de sayas de cada provincia solía basarse en la dualidad, si bien es cierto que algunas provincias llegaron a tener tres sayas, como la de los huancas.

La base decimal de la administración

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Para la mejor administración del imperio, era necesario asegurar que todos trabajaran y cumplieran lo que se les imponía. Con esta finalidad, los incas crearon una organización decimal que consistía en una escuela de funcionarios, cada uno de los cuales controlaba el trabajo de diez que estaban bajo su inmediata autoridad:[29][30]

  • El púrec o puriq o jefe de familia (la base de la sociedad).
  • El chunca camayoc (chunka kamayuq), encargado de una chunca ('diez'), es decir, el conjunto de diez familias. Mandaba a diez purecs y estaba encargado del censo de las personas correspondientes a su jurisdicción, distribuirles tierras y dirigirles en el trabajo.
  • El pachaca camayoc (pachaka kamayuq), funcionario al parecer equivalente al curaca, que controlaba una pachaca (pachak 'cien') o conjunto de cien familias. Estaba encargado de vigilar a los chunca camayocs en el cumplimiento de sus obligaciones y revisar las decisiones que hubiesen tomado en asuntos de su jurisdicción.
  • El huaranga camayoc (waranqa kamayuq), a cargo de una huaranga (waranqa 'mil') o conjunto de mil familias. Supervigilaba a los pachaca camayocs; especialmente debía cuidar la exactitud de los registros censales y la equidad de la distribución de tierras, para evitar que aquellos aprovechasen su autoridad en perjuicio del bienestar del pueblo.
  • El huno camayoc (hunu kamayuq), al mando de un huno o conjunto de diez mil familias, amplitud que hace pensar en una confederación tribal estabilizada por la autoridad del inca. Supervigilaba a los huaranga camayocs. Conservaba los registros censales y de acuerdo con ellos dirigía la política agraria y los trabajos artesanales. Se hallaba subordinado al Tucuirícuc y al Suyuyuc Apu.

Organización política

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El gobierno imperial era de tipo monárquico teocrático, la máxima autoridad era el sapa inca, aconsejado por el consejo imperial. Símbolo de su poder era la mascapaicha, una especie de borla de lana roja que ceñía en la cabeza. Ejercía las funciones de su gobierno desde el palacio particular que cada uno se hacía construir en el Cuzco. Desde donde concedía audiencia y administraba justicia. También viajaba con frecuencia por el Tawantinsuyo, llevado en andas sobre hombros de cargadores, para atender personalmente las necesidades de su pueblo.[31]

El sapa inca

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El iInca y su consejo imperial (Tahuantinsuyo camachic), según dibujo de Guamán Poma de Ayala.
La mascapaycha era el único símbolo de poder que otorgaba al sapa inca los títulos de «gobernador del Cuzco» e «inca del Tahuantinsuyo» (este último a partir de Pachacútec), a modo de corona.

A estos gobernantes, a los que se atribuía un origen divino, se les suele asociar los títulos de sapa inga y cápac.

La capaccuna era la lista oficial de gobernantes de la civilización incaica. Se especula que existieron más gobernantes de los que esta acepta y que varios fueron borrados de la historia oficial del imperio por distintos motivos. En total, fueron trece los soberanos incaicos.

  • Imperio legendario: periodo sin expansión:
~1200–1230: Manco Cápac
~1230–1260: Sinchi Roca
~1260–1290: Lloque Yupanqui
~1290–1320: Mayta Cápac
~1320–1350: Cápac Yupanqui
~1350–1380: Inca Roca
~1380–1400: Yáhuar Huácac
~1400–1438: Viracocha Inca
  • Imperio histórico: periodo de expansión del imperio:
1438–1471: Pachacútec Inca Yupanqui
1471–1472: Amaru Inca Yupanqui
1472–1493: Túpac Inca Yupanqui
1493–1525: Huayna Cápac
1525–1532: Huáscar
1532–1533: Atahualpa

Aunque algunos historiadores consideran que Atahualpa no debe ser incluido en la capac cuna, argumentando que Atahualpa se habría declarado súbdito de Carlos I de España, además del hecho de que nunca llegó a serle ceñida la mascapaicha, el símbolo del poder imperial. Pero la mayor parte de los cronistas da como cierta la relación de 14 incas, asignando el escaño 14.º a Atahualpa.

Otros historiadores han seguido el linaje y consideran que deben tomarse en cuenta también a Tarco Huamán y a Inca Urco. El primero sucedió a Mayta Cápac y, después de un corto período, fue depuesto por Cápac Yupanqui. Inca Urco se ciñó la mascapaicha por decisión de su padre, Viracocha Inca, pero, ante su evidente desgobierno y la invasión de los chancas, huyó con él. Luego del triunfo de Inca Yupanqui, el futuro Pachacútec Inca Yupanqui, también hijo de Viracocha Inca- sobre el pueblo enemigo, Inca Urco fue muerto en una emboscada que él mismo le tendió a su hermano. Asimismo, Garcilaso y algunos otros cronistas insertan entre Pachacútec Yupanqui y Túpac Yupanqui a Amaru Yupanqui, soberano de dudosa existencia.

Familia del inca

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Coya (quya) es el término que recibía la esposa principal del sapa inca, para distinguirla del resto de las mujeres miembros de familia imperial como la esposa del emperador. Era la señora soberana y se encontraba por encima de las esposas secundarias. En ausencia del inca, era quien se encargaba del gobierno de la capital, Cuzco. También organizaba, en caso de necesidad, las ayudas brindadas a los damnificados en caso de grandes catástrofes

Auqui (awki) es el término masculino que se le daba al príncipe heredero en el Imperio incaico o Tahuantinsuyo. De manera genérica, se denominaban auquis a todos los hijos varones del sapa inca; sin embargo, el título específico recaía en uno solo de ellos, cuya elección se basaba en criterios distintos a los del mundo tradicional occidental (se tomaba más en cuenta su capacidad, antes que su calidad de primogénito o de hijo legítimo).

Ñusta (ñustʼa) es el término que se les daba las princesas en el Imperio Inca. La ñusta era virgen e hija del sapa inca. También se les denominaba así a las esposas secundarias del emperador, el equivalente a concubinas.

El derecho hereditario

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La historia política incaica, casi siempre, estuvo plagada de enfrentamientos por el poder hereditario. Esto se debía a la ambigüedad de los criterios para la elección del nuevo Inca.[14]

El principal criterio para elegir al nuevo inca fue la normativa de elegir al «más hábil». El nuevo inca podía ser hijo del antiguo inca con la coya o con cualquier concubina. Los herederos debían ser mayores de edad. El inca podía nombrar a un sucesor, pero este tenía que ser aceptado por los dioses (a través de un oráculo) y por las panacas.[14]

El criterio de elegir al «más hábil» como gobernante fue un criterio muy difundido por todo el territorio, muchas de las macroetnias y etnias elegían como gobernante al que demostraba mayor capacidad de mando y no eran necesariamente los hijos propios; esta costumbre fue tan eficaz que el virrey Toledo ordenó: «no hacer novedades, dejando la sucesión al antiguo derecho y costumbre».[14]

En el caso de los gobernantes incaicos, el más hábil era también el que ganaba más partidarios en las «panacas», demostrando su capacidad de negociación política. Esto también llevó a luchas entre las panacas por el poder, que ocasionaron crímenes por motivos políticos.[14]

En el caso de las «panacas», era importante el estatus social de la madre pues todo indica que el patrón de convivencia post-matrimonial del Cuzco era exogámico y matrilineal. Es decir que lo único que diferenciaba a los hijos de un Inca era su ascendencia materna y era lo que le otorgaba más rango a unos que a otros. En la red social incaica, una madre con abundante parentela poseía mayor capacidad para ejercer la «reciprocidad», tan importante en la estructura social incaica.[14]

En general fueron varios aspectos los que primaban ante la elección de un soberano incaico, pero los criterios eran tan ambiguos que en muchos casos, cuando uno de los hijos del inca demostraba ser hábil en la política, la administración y la guerra, se imponía ante sus hermanos. Como ejemplos, Pachacútec se impuso ante Inca Urco (Inca Urco fue nombrado sucesor por Huiracocha Inca); Inca Roca se entronizó luego de la muerte de Cápac Yupanqui a manos de su propia esposa llamada Cusi Chimbo, mujer que luego sería desposada por el mismo Inca Roca; Atahualpa se impuso ante su hermano Huáscar, en un proceso en el que Atahualpa fue ganando batallas y aliados políticos demostrando su habilidad como gobernante. En general, la muerte de un Inca, casi siempre traía consigo un periodo coyuntural de inestabilidad política en la que uno de los hijos tenía que demostrar su habilidad para entronizarse en el poder.[14]

Consejo imperial

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El máximo organismo dedicado a la asesoría del soberano incaico. Integrado por dieciocho personas:

  • Los cuatro gobernadores de los suyos (suyuyuq apu).
  • Doce consejeros, más directamente vinculados a los suyos del Imperio.
  • El sumo sacerdote (willaq uma).
  • El general del ejército imperial (Apukispay).

Estandarte

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Estandarte imperial inca

De acuerdo con algunas crónicas, habría existido una enseña o estandarte (unancha) imperial incaica, lo cual suscita el debate acerca de la existencia de una suerte de bandera del Imperio incaico.[32][33][34][35][36][37][38]​ Sin embargo, tal interpretación es incorrecta, por cuanto el estandarte no representaba al estado incaico sino al soberano, quien pintaba en este sus armas y divisas personales. En todo caso, se conoce que esta enseña era utilizada por las huestes incaicas junto al soberano.[39]

El guión o estandarte real era una banderilla cuadrada y pequeña, de diez o doce palmos de ruedo, hecha de lienzo de algodón o de lana, iba puesta en el remate de una asta larga, tendida y tiesa, sin que ondease al aire, y en ella pintaba cada rey sus armas y divisas, porque cada uno las escogía diferentes, aunque los generales de los Incas eran el arco celeste y dos culebras tendidas a lo largo paralelas con la borda que le servía de corona, a las cuales solía añadir por divisa y blasón cada rey las que le parecía, como un león, un águila y otras figuras. Tenía por borla el dicho estandarte ciertas plumas coloradas y largas puestas a trechos.
Bernabé Cobo, Historia del Nuevo Mundo (1609)
Bandera multicolor erróneamente atribuida al Tahuantinsuyo.

En tiempos contemporáneos, se ha llegado a confundir la existencia de este «estandarte incaico» con una bandera multicolor (con los colores del arco iris) que comúnmente suele ser atribuida al imperio incaico. Sin embargo, según la historiografía peruana, en el imperio incaico no existió el concepto de bandera, y por tanto este nunca tuvo una. Así lo ha afirmado la historiadora e investigadora de la civilización incaica María Rostworowski, quien al ser consultada sobre esta enseña multicolor señaló tajantemente: «Les doy mi vida, los incas no tuvieron esa bandera. Esa bandera no existió, ningún cronista hace referencia a ella».[40]

Otras investigaciones señalan incluso que esta bandera fue creada recién en 1973 para conmemorar el aniversario de una emisora radial de la ciudad del Cuzco llamada Radio Tahuantinsuyo, y que de allí se habría extendido su uso hasta que la Municipalidad Provincial del Cuzco la adoptó oficialmente como emblema de la ciudad en 1978.[41]​ En esta misma línea se pronuncia el propio Congreso de la República del Perú, cuando señala que los orígenes de esta falsa bandera del imperio incaico se remontan recién a las primeras décadas del siglo XX cuando algunos autores, especialmente indigenistas, la mencionan y describen como supuesto emblema del imperio de los incas. Al haberla asumido Radio Tahuantinsuyo como emblema de la radioemisora, la confusión se extendió y el error se difundió masivamente.[42]

El uso oficial de la mal llamada bandera del Tahuantinsuyo es indebido y equívoco. En el mundo pre-hispánico andino no se vivió el concepto de bandera, que no corresponde a su contexto histórico.
Academia Nacional de la Historia del Perú.[42]

Organización social

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El aillu

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Dibujo de Guamán Poma de Ayala que representa un aillu.

La palabra ayllu, de origen quechua y aimara, significa entre otras cosas: comunidad, linaje, genealogía, casta, género, parentesco. Puede definirse como el conjunto de descendientes de un antepasado común, real o supuesto que trabajan la tierra en forma colectiva y con un espíritu solidario.

El aillu fue la base y el núcleo de la organización social del imperio. Los aillus creían que descendían de un antepasado común, por lo cual los unían lazos de parentesco. Este antepasado podía ser mítico o real; y en todos los casos, los aillus, conservaban un «mallqui» (momia) al cual rendían culto y por medio del cual daban sentido a sus relaciones.[43]​ Además del mallqui, los miembros de un aillu tenían divinidades tutelares comunes y tributaban a la tierra de forma común.[43]

Un aillu poseía ganado, tierras y agua al que todos sus miembros tenían derecho siempre y cuando cumplieran obligaciones establecidas entre los miembros. Cada aillu manejaba el tamaño de sus «tupus» (unidad de medida de la tierra), cada «tupu» entregado debía ser trabajado para no perder el derecho sobre la tierra. En la actividad agrícola los miembros del aillu se ayudaban mutuamente; el hecho de pertenecer al aillu les daba derecho a recibir ayuda en el caso de que su propia familia nuclear no fuera suficiente; esta ayuda generalmente se daba en tiempo de cosecha, siembra o en la construcción de las viviendas de los recién casados; en estos casos entraba en juego el «principio de reciprocidad» que obligaba a devolver la ayuda prestada.[43]

En el caso del curaca (jefe del aillu), podía pedir ayuda para pastar su ganado o trabajar la tierra. Este estaba obligado a brindar comida y chicha a los que lo ayudasen pero no estaba obligado a devolver la ayuda, por lo cual existía una reciprocidad asimétrica con este.[43]

En el caso de las tierras comunales, todos los miembros del ayllu la trabajaban organizados por el curaca y el llacta camayoc. La producción de las tierras comunales era almacenada y redistribuida entre los miembros del aillu que lo necesitasen.[43]

Al trabajo colectivo para la construcción y mantenimiento de canales, depósitos o andenes, se le denominó minka y era organizado por el curaca, quien además asignaba las tareas que debían cumplir los miembros del aillu.[43]

Los ancianos, viudas, huérfanos e inválidos, también estaban obligados al trabajo colectivo pero recibían ayuda para el trabajo de sus «tupus». Por lo general los ancianos e inválidos realizaban tareas de supervisión. Poma señala que las aguas de riego eran distribuidas por los ancianos.[43]

Los aillus no solo poseían tierras en un territorio compacto; la necesidad de hacer autosuficiente a un aillu lo obligaba a abarcar otros pisos ecológicos, esto dio origen a una territorialidad discontinua que no fue homogénea ni diferenciada. Los aillus con población numerosa podían acceder a tierras distantes y a mayor variedad de productos.[43]

John Murra señala que un buen ejemplo de esto fueron los reinos aimaras, tanto Collas, Lupacas y Pacajes lograron controlar territorios discontinuos en la costa a manera de enclaves. En lugares con distancias considerables se construyeron viviendas que albergaban a los miembros del aillu, los miembros del aillu se turnaban para trabajar estas tierras alejadas.[43]

Si bien en las zonas de altura del imperio incaico la característica general de los aillus fue agrícola, existieron aillus agrícolas y ganaderos a la vez y otros que solo eran ganaderos. Los aillus eminentemente ganaderos se ubicaban en Chinchaycocha y el Collao; estos aillus se dedicaban a la crianza de llamas y alpacas de las cuales se obtenía fibra; carne fresca o carne seca a la que se le denominaba «charqui»; pellejos para la elaboración de «ojotas», correas, bolsas y sogas; huesos para fabricar agujas, instrumentos musicales u otros; y «taquia» (excremento) para combustible. En la costa, los aillus tenían poblaciones especializadas en agricultura, intercambio, pesca y artesanía.[43]

La dualidad

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El principio básico organizativo de la sociedad incaica fue la dualidad, esta dualidad se basaba en relaciones de parentesco. Los aillus comprendían dos parcialidades que podían ser «Hanan o Hurin», «Alaasa o Massaa», «Uma o Urco», «Allauca o Ichoc»; según Franklin Pease estas palabras se entendían como «alto o bajo», «derecha o izquierda», «masculino o femenino», «dentro o fuera», «cerca o lejos» y «delante o detrás».[43]

Los cronistas españoles describieron a los curacas en parejas pero sin especificar la dualidad debido a que esta forma de organización era desconocida en Europa. En 1593 se describieron curacazgos divididos en dos mitades, en los cuales cada mitad tenía un curaca al frente; esta situación se describió de los curacazgos de Acarí, Lima y los curacazgos Lupacas del Collao y Tarata.[43]

También existieron curacazgos en donde gobernaban mujeres con su «segunda persona», estos datos provenían de los curacazgos de Colán. En el Cuzco sucedía lo mismo, basando su organización en el principio de dualidad.[43]

Los europeos documentaron dinastías cuzqueñas: «Hanan Cuzco» y «Hurin Cuzco», describiéndolas como dinastías sucesivas en las que se dividía el Cuzco; los españoles fueron incapaces de identificar el gobierno dual por lo cual colocaron una «dinastía» como antecedente de la otra.[43]​ En otras regiones del imperio se prefería otras denominaciones para las partes de la dualidad; las regiones aymaras prefirieron «Alaasa - Masaaa», otros grupos cercanos al lago Titicaca prefirieron «Uma - Urco» indicando lejanía o cercanía a fuentes de agua (lago o ríos); al norte del territorio se prefería «Allauca - Ichoc» (izquierda-derecha).[43]

Las funciones que cumplían cada parte son poco claras. Las crónicas no describen las funciones específicas que cumplían los jefes étnicos de cada mitad. Lo que sí se describe es que uno de los jefes estaba subordinado al otro; Rostworowski describe que en el caso del Cuzco la mitad de arriba era más importante pero en el caso de Ica la mitad de abajo lo fue.[43]

Pease señala que ambas mitades se integraban por la reciprocidad. En el Cuzco, «Hanan» y «Hurin» eran opuestos y a su vez complementarios como las manos humanas («yanantin»). Aun así, es difícil deducir cuales eran las funciones de cada parte, lo único que queda claro es que ambas partes se complementaban y existían obligaciones recíprocas entre ambas.[43]

Clases sociales en el imperio incaico

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La sociedad inca, fue jerárquica y rígida. Existieron grandes diferencias entre las clases sociales, estas diferencias eran respetadas por todos los habitantes del imperio. Las clases jerarquizadas formaban una pirámide donde el Inca, con todo el poder, se encontraba en la cúspide (plana), mientras que el pueblo, que era la gran mayoría, constituía su base social.

Clases sociales del imperio incaico
Clases sociales Representantes
Realeza
Nobleza
  • Nobleza de Sangre: Restantes miembros de las Panacas (parientes del anterior inca).
  • Nobleza de Privilegio: Personas que destacaron por sus servicios; Sacerdotes, Acllas y Altos jefes.
Aillu
  • Hatun Runa: Tributarios (campesinos).
  • Mitimaes: Grupos trasladados para colonizar nuevas regiones enseñando a los pueblos nuevas costumbres.
  • Yanaconas: Servidores del inca y del imperio.
  • Piñas: Prisioneros de guerra dependientes del inca que no eran escogidos como Yanaconas.

La nobleza inca

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La nobleza incaica celebrando la Cápac Raymi, según dibujo de Guamán Poma.

En el imperio existían dos linajes principales, Hanan Cuzco y Hurin Cuzco, de los cuales provenía el sapa inca o monarca. Cada vez que un inca moría había inestabilidad política entre estos dos linajes y la descendencia del último monarca por el poder. Cuando se instituía al nuevo inca, este conformaba un nuevo linaje propio o panaca. Hubo al menos una docena de panacas en el imperio, cuyos miembros tenían varios privilegios.

Si bien el sapa inca, la coya (su esposa), el auqui (heredero del inca) y sus hijos (primeras generaciones de cada panaca) conformaban la familia real o realeza del imperio, existía un número importante de personas que se les consideraba nobles, sean de sangre o de privilegios. Entre los nobles de sangre estaban los restantes miembros y descendientes de las panacas y dentro de los nobles de privilegio estaban aquellas personas que destacaron por sus servicios. Una de sus características que diferenciaba a la nobleza inca del pueblo era el enorme tamaño de sus orejas, causado por el uso de aros expansores.

La nobleza de sangre en el imperio incaico se estima al momento de su caída en más de 10 000 individuos repartidos en diferentes partes del territorio, que cumplían funciones administrativas y militares. Parte de las estrategias utilizadas por los incas para someter a otros pueblos, luego de enfrentamientos militares, era establecer alianzas matrimoniales entre los caciques locales y las hijas o concubinas del inca a modo de crear lazos que permitieran la pacífica ocupación. También era habitual que el cacique entregara a sus hijas al Inca, las que se enviaban directamente al Cuzco para formar parte de su harén.

Con la caída del imperio, se perdieron todas las prerrogativas nobiliarias incaicas existentes sin embargo, algunos nobles hicieron esfuerzos para que estas fueran reconocidas por la Corona española, como Cristóbal Pariacallán Tuquiguaraca, a quien se le concedió escudo de armas y privilegios, también Felipe Guamán Poma de Ayala o Inca Garcilaso de la Vega hicieron gestiones en el sentido de que se reconocieran sus distinciones de clase.

Las panacas

Las panacas eran linajes de los descendientes directos de un inca reinante, excluyendo el sucesor y conservaban la momia del inca fallecido, al igual que sus memorias, quipus, cantares y pinturas en recuerdo del finado de generación en generación.

Estas panacas reales formaban la élite cuzqueña. Tuvieron un rol en la política del incanato y sus alianzas y enemistades fueron cruciales para la historia de la capital inca. Se dice que hubo otras panacas, que tuvieron un papel importante en épocas anteriores. Una nota curiosa acerca de las panacas, es que si se le añaden las panacas tradicionales, se obtiene un total de ocho panacas por cada dinastía, el cual es un número frecuente en la organización andina de los aillus por ser un múltiplo de la dualidad y de la cuadriplicación.

Hurin Cuzco
Panaca Inca
Chima Panaca Manco Cápac
Raura panaca Sinchi Roca
Awayni panaca Lloque Yupanqui
Usca Mayta panaca Mayta Cápac
Apu Mayta Cápac panaca Cápac Yupanqui
Hanan Cuzco
Panaca Inca
Wikak'iraw panaca Inca Roca
Awkaylli panaca Yáhuar Huácac
Suqsu panaca Viracocha Inca
Hatun Ayllu Pachacútec
Cápac ayllu Túpac Yupanqui
Tumipampa panaca Huayna Cápac

Hatun Runa

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Dibujo de Guamán Poma que representa a los hatunruna (campesinos).

Eran el grueso de la población que iniciaba su servicio al estado con la mayoría de edad, de ahí su significado «hombre mayor». Eran la población común del imperio incaico que estaban dedicados a las actividades de ganadería, agricultura, pesca y artesanía; eran la fuerza de trabajo. Se podía disponer de ellos para servir en el ejército y trabajar las tierras del estado, también podían ser nombrados «mitimaes» o «yanaconas».[43]

Hasta antes de casarse, los padres eran los que designaban el trabajo a sus hijos. Posterior al matrimonio el hombre adquiría responsabilidades con el estado. A partir del matrimonio los «Hatun runa» debían prestaciones al estado para toda su vida. Pero antes de eso los niños iban teniendo obligaciones menores que iban incrementando en responsabilidad con la edad. Existieron adolescentes a los cuales se les encargaba la tarea del acarreo de cargas para el estado y el ejército; a los adultos mayores se les encargaban tareas auxiliares en las que se requería mayor criterio.[43]

Según crónicas de Pedro Pizarro, los jorobados habrían sido utilizados como bufones de la corte y las mujeres acompañaban a sus hombres en la prestación de servicios, tanto para la guerra como para las labores agrícolas.[43]

Los mitimaes (mitma)

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Los mitimaes en la actividad agrícola, según dibujo de Guamán Poma.

Fueron pobladores que eran trasladados a otras regiones junto con sus familias y bajo el mando de su jefe étnico, estas poblaciones permanecían en territorios alejados por un tiempo determinado cumpliendo tareas asignadas por el estado o por sus mismos jefes. Estos grupos no perdían sus derechos comunales, además mantenían lazos de reciprocidad y parentesco. Según las crónicas, los mitmas mantenían sus vestidos y tocados utilizados en sus pueblos de origen, además se trasladaban llevando consigo sus bienes.[43]

La institucionalidad de los mitmas existió antes de la expansión incaica, y surgió de la necesidad de los pueblos andinos de acceder a otros pisos ecológicos y explotar recursos diversos que complementarían su alimentación. Durante la época de mayor expansión del imperio hubo transformaciones en la institucionalidad de los mitmas, puesto que los movimientos migratorios se hicieron a distancias más largas y masivas, impidiendo que el grupo de mitmas continúe en contacto con su núcleo de origen.[43]

Se trataba de poblaciones trasplantadas con el objetivo de producir bienes que luego serían redistribuidos. En algunos casos la población era trasladada como muestra de confianza y en otros como castigo; la diferencia radicaba en las condiciones de vida de unos y otros (castigados y premiados). Cieza de León afirma que existieron miembros de la élite cuzqueña que fueron trasladados con sus familias para enseñar el idioma y tradiciones incaicas, estos eran elegidos como muestra de confianza y se les daba chacras, casas, dádivas, objetos de lujo, honores e incluso mujeres en señal de recompensa por tener que viajar lejos del Cuzco.[43]

Yanaconas

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Los yanaconas (yanakuna) son un grupo poblacional difícil de definir en tanto que eran poblaciones extraídas de su grupo étnico para labores específicas pero que en algunos casos tuvieron funciones gubernamentales importantes llegando, en algunos casos, a ser curacas y a tener inclusive «acllas» otorgadas por el inca.[43]

Básicamente los yanakuna fueron población escogida por sus habilidades para prestar un servicio especial, se documentan grupos yanakuna llevados desde Chan Chan al Cuzco para sus servicios metalúrgicos, así como grupos Cañaris trasladados al valle de Yucay para el cultivo del maíz. En el caso de la producción maicera de los cañaris de Yucay, sirvió para la alimentación directa de las panacas cuzqueñas.[43]

La institucionalización de este grupo poblacional está documentado a través de relatos recogidos por los cronistas europeos. Según algunos relatos los yanaconas fueron población que se rebeló y a la que se le perdonó su vida a cambio de servir perpetuamente al soberano incaico, esta rebelión sucedió en Yanayaco; según la leyenda, justo cuando iban a ser ejecutados Mama Ocllo intercedió por ellos y pidió que estuvieran a su servicio. Según Rostworowski el inca entregaba población yanacona a la coya cuando al momento de casarse.

La población yanaconas también era entregada por el inca a otros curacas para servicios especiales, en este caso hacían lo que ordenaba la persona a las que estaban a cargo. Los yanaconas estaban repartidos en casi todo el imperio, se documentan «yanas» al cuidado de las momias de los soberanos incaicos; asimismo el Sol y las huacas tenían yanaconas a su servicio (Cieza de León describe a los yanas al cuidado de las huacas de Huanacaure y Huarochirí).

Los primeros europeos identificaron a los yanaconas como poblaciones sin derechos, comparándolos con la concepción de esclavos que existía en la Europa de aquellos años. Sin embargo existe información que descarta esta posibilidad que fue publicada por J. Murra; esta información señala que los yanaconas tenían derecho a recibir tierras para su sustento. Investigaciones de W. Espinoza señalan que el estatus de yanaconas era algo común antes del imperio y su número fue aumentando a medida que el territorio se extendía.

Piñas

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Algunos estudiosos los identifican como esclavos, y a pesar de no aparecer en las crónicas se sabe de ellos pues estaban descritos en los diccionarios quechuas. Según investigaciones de Rostworowski, estos diccionarios se menciona que los pinas fueron prisioneros de guerra y ocupaban un nivel inferior en la escala incaica. Según W. Espinoza, señala que la institucionalización de los piñas es tardía y quien la institucionalizó fue Huayna Capac; a partir de este periodo todo aquel prisionero de guerra que no admitía su derrota pasaba a formar parte de los piñas. Así sucedió con algunos grupos de pastos, carangues, cayambes, quitos, cañaris y chachas.[43]

La situación de los piñas fue extensiva para sus parejas e hijos, quedando como propiedad del estado incaico, enviándolos a trabajar en zonas de difícil acceso, generalmente en cocales de la selva de montaña; existen evidencias de que el estado también les proporcionaba tierras para su propia subsistencia.[43]

Sistema de control de la población

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El incario extendió su dominio bajo distintas etnias. Se calcula que la población total del imperio fue de entre 16 a 37 millones, dependiendo las fuentes.

'Sistema de control decimal de la población'
Encargado Cantidad de familias
Púrec (puriq) 1 familia
Pisca camayoc (pichqa kamayuq) 5 familias
Chunca camayoc (chunka kamayuq) 10 familias
Pisca chunka camayoc (pichqa chunka kamayuq) 50 familias
Pachaka camayoc (pachak kamayuq) 100 familias
Pisca pachaka camayoc (pichqa pachak kamayuq) 500 familias
Huaranga camayoc (waranqa kamayuq) 1000 familias
Pisca huaranga camayoc (pichqa waranqa kamayuq) 5000 familias
Huno camayoc (hunu kamayuq) 10 000 familias

Actividades económicas

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La agricultura fue la principal actividad económica en el Tahuantinsuyo.

Al llegar al imperio incaico, los españoles coincidieron en destacar el éxito de su economía. Los cronistas describieron los productos que hallaron en los depósitos, alabando la abundancia de la producción tanto en agricultura como en ganadería; los europeos también alabaron la repartición equitativa de estos productos entre la población.[43]

Las crónicas coinciden que el éxito de la economía incaica se basaba en una correcta administración de los recursos, para hacer efectiva esta forma administrativa se construyeron depósitos y se utilizaron los quipus como un sistema de contabilidad.

Si bien las crónicas mencionan que la riqueza de los incas se basó en la entrega de tributos, las investigaciones recientes muestran que esto no fue así; más bien el éxito del imperio se logró en una correcta administración de la mano de obra, Pease afirma que esto logró que el estado tenga la producción necesaria para la redistribución.[43]

El trabajo para la producción redistributiva era rotativo (mita) y era entregada periódicamente por los ayllus del imperio incaico. Este sistema no fue creación incaica pues estaba basado en las formas tradicionales de administración, los Incas llevaron este sistema a su máxima expresión almacenando producción y redistribuyéndola conforme a las necesidades e intereses estatales.[43]

La base de la economía fue la agricultura; las tierras eran comunales. Cada familia tenía sus tierras para cultivarlas y alimentarse. Las familias más numerosas, recibían mayor cantidad de tierras.

La forma de trabajo de las tierras era la minka, es decir, «se ayudaban en tareas agrícolas en forma comunitaria». El Portal Fuenterrebollo nos dice que «[…] bien cuando un individuo tenía tanto trabajo que no podía con él, o en caso de huérfanos, enfermos y viudas». «Cuando no se podía cultivar ciertas especies necesarias (las papas, por ejemplo), parte de la comunidad se asentaba en otras zonas. Esta forma de obtener recursos se conocía como "complementariedad ecológica"».

La base de la alimentación incaica fue la papa y el maíz, complementada con carne de auquénidos: llama y alpaca. En las zonas altas de los Andes, se cultivaron y cosecharon hasta 200 especies de papas, que se diferenciaban por el color y el tamaño. Para evitar su descomposición y con fines de almacenarlas o para la alimentación de su numeroso ejército sobre todo cuando salían de campaña, aprendieron a secar y trozar la papa (liofilización), producto que se denominaba Chuño, luego antes de consumirlas las volvían a hidratar y se cocinaban. Complementaban esta dieta con otros vegetales como olluco, oca, tomate, frijol, zapallo, ají, maní (del cual además extraían aceite), quinua y frutas.

Los incas no solo cultivaron los terrenos planos o semi inclinados, usaron un sistema ingenioso para cultivar las laderas de los cerros, esta técnica consistía en formar terrazas, denominadas andenes, que rellenaban con tierra vegetal que era contenida con muros de piedra. Además de la lana que les proporcionaban los auquénidos, sembraron, cosecharon y usaron el algodón para la confección de su vestimenta. En las tierras correspondientes a la selva alta, sembraron y cosechaban la «hoja sagrada»: la coca.

Pescaban diversas especies de peces y cazaban aves silvestres. Para mantener tal cantidad de tierras sembradas, los incas fueron grandes ingenieros hidráulicos: mucho de los canales de regadía de la sierra aún hoy, funcionan perfectamente e irrigan las nuevas tierras de cultivo.

La tenencia de la tierra

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La tenencia de la tierra era un derecho que los pobladores tenían por pertenecer a un determinado grupo étnico. Los curacas repartían la tierra de acuerdo a las necesidades de los individuos y sus familias. La unidad de medida era el tupu, pero las dimensiones del tupu podían variar de acuerdo al rendimiento de la tierra. De acuerdo a esto una unidad doméstica recibía 1 1/2 tupu, al nacer un hijo varón se les asignaba un tupu adicional y si nacía una mujer se les asignaba 1/2 tupu adicional; si los hijos se casaban, los tupus adicionales se les retiraba a la familia.[43]

Algunos cronistas indican que el reparto de las tierras era anual, Guamán Poma señala que ese reparto se realizaba después de la cosecha en el octavo mes del calendario incaico y que esa actividad recibía el nombre de «chacraconacuy» (esto correspondía a los meses de julio y agosto). John Murra señala que esta ceremonia anual era una ceremonia de reafirmación de las tierras y que existía una continuidad en la tenencia de la tierra por parte de cada familia. La ceremonia del chacraconacuy (chakrakunakuy) contemplaba la fertilización de la tierra, la limpieza y reparación de canales y acequias así como sacrificios a la Pachamama.[43]

En las crónicas se señala que luego de una conquista la tierra y el ganado eran declarados «propiedad del estado» y que luego eran cedidos a las poblaciones conquistadas. En realidad la tenencia de la tierra luego de una conquista era condicionada por la riqueza y los recursos que existían en ese territorio. Por lo general, a los productores de tubérculos se les dejaba continuar con la posesión de sus tierras; en cambio a los grupos productores de maíz y coca, era común que se les expropiara sus tierras para dedicarlas al estado o a los cultos, teniendo en cuenta que esta producción era especialmente importante para la religión incaica.[43]

Se ha documentado que en Chincha, por cada huaranga (waranqa) (mil unidades domésticas) se tomaba 1 chacra. En otros casos los Incas ampliaron la frontera agrícola (construyendo andenes y canales) para tomar esta ampliación a nombre del estado, luego estas tierras eran trabajadas por el grupo étnico conquistado. Otra modalidad fue colocar mitmakunas en las colonias del grupo étnico conquistado, como sucedió con los Lupaka.[43]

Existió una marcada diferenciación entre las tierras del estado y las destinadas al culto, estas eran administradas independientemente y sus cosechas eran almacenadas por separado. Inti, Mama Quilla, Chuquiylla, Pachamama tenían tierras asignadas a su culto, así como también los santuarios de los antepasados míticos como Huanacaure; además el estado, en muchos casos, asignó tierras a las deidades de las etnias conquistadas. La mano de obra para el trabajo de las tierras estatales y de culto se obtuvo de la mita.[43]

Los mercaderes

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En las crónicas españolas se menciona la existencia de mercaderes, estos mercaderes básicamente eran habitantes de las costas que se dedicaban al intercambio de productos. Al respecto María Rostworowski aclara que el contexto utilizado para la palabra «mercader» en la época del imperio incaico debe entenderse en el entorno de una economía ajena al uso de la moneda en la cual solo existía el «trueque» (intercambio).[43]

Existieron dos grupos de tratantes de importancia los llamados «tratantes chinchanos» y los «tratantes norteños». Los chinchanos tenían dos rutas, una ruta marítima en la que iban hacia al norte en balsas llevando cobre y trayendo mullu, esta ruta llegaba hasta Manta y Portoviejo, existió otra ruta terrestre que se dirigía desde Chincha hacia el Cuzco.[43]

Los norteños tuvieron dos niveles, un primer nivel que se encargaba de desecar pescado para luego trasladarlo hacia la sierra colindante e intercambiarlos; el otro nivel correspondía a los pobladores que no poseían ningún tipo de tierra y que solo se dedicaban al intercambio de ropa de lana, chaquira, algodón, frijoles, pescado, sal y otras cosas. A estos especialistas en el intercambio se les llamó «mindalaes» y comerciaron en el actual Ecuador.[43]

Agricultura

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Al ser los Andes una sociedad predominantemente agrícola, los incas supieron aprovechar al máximo el suelo, venciendo las adversidades que les ofrecía el accidentado terreno andino y las inclemencias del clima. La adaptación de técnicas agrícolas que ya se empleaban con anterioridad en distintas partes, permitió a los incas organizar la producción de diversos productos, tanto de la costa, sierra y selva, para poder redistribuirlos a pueblos que no tenían acceso a otras regiones. Los logros tecnológicos, alcanzados a nivel agrícola, no hubieran sido posibles sin la fuerza de trabajo que se encontraba a disposición del Inca, así como la red vial que permitía almacenar adecuadamente los recursos ya cosechados y repartirlos por todo su territorio. También se hacían cultivos en terraza.

Herramientas agrícolas

Los antiguos peruanos del Cuzco para realizar sus labores agrícolas utilizaron, como no tenían yunta por la falta de animales, el arado de tracción humana que denominaban la taclla o chaquitaclla (chaki taklla), que es un palo puntiagudo, con una punta un tanto encorvada, que a veces era de piedra o de metal. Antes de su terminal tenía esta herramienta otro palo transversal, el agricultor apoyaba su pie para hundirlo en la tierra y luego hacer el surco. Las herramientas manuales incaicas empleadas en la agricultura no han podido ser superadas, sobre todo cuando se trata de trabajar en las laderas andinas o en ámbitos limitados como los andenes.

Fertilizantes

La importancia de la agricultura llevó a los indígenas a buscar fertilizantes para sus cultivos. La información que poseemos sobre abonos procede de la costa y manifiesta el aprovechamiento de recursos naturales renovables. Los principales abonos empleados son nombrados por los cronistas y fueron usados sobre todo para la producción de maíz lo cual confirmaría la sugerencia de Murra acerca de la prioridad de este cultivo. Un primer abono consistía en enterrar junto con los granos, pequeños peces como sardinas o anchovetas. Una representación de este sistema estaba pintada en los muros de uno de los santuarios de Pachacámac donde figuraba una planta de maíz germinando de unos pececitos. El segundo abono usado era el estiércol de las aves marinas que por millares anidan en las islas del litoral. El recurso llamado guano se formaba por las deyecciones de las aves y los costeños tenían por costumbre extraer el guano de las islas. El tercer recurso renovable provenía del mantillo de hojas caídas de los Huarangos utilizadas para mejorar los suelos.

Los andenes

Andenes en el Valle Sagrado de los Incas.

Los incas tuvieron una especial preocupación por encontrar formas para mejorar las condiciones del suelo para la agricultura. La variedad del clima y del territorio difícil, los llevaron a buscar soluciones diversas, y fueron muchas las formas que encontraron para hacer frente al problema. Entre las medidas más conocidas se encuentran la construcción de andenes, que durante el gobierno incaico se le dio una gran importancia. Aunque demandaban movilizar grandes cantidades de mano de obra, que el estado incaico podía realizar con relativa facilidad. Los andenes son terrazas agrícolas artificiales que sirven para obtener tierra útil para la siembra en las escarpadas laderas andinas. Permitían aprovechar mejor el agua, tanto en lluvia como en regadío, haciéndola circular a través de los canales que comunicaban sus diversos niveles, con esta medida evitaban al mismo tiempo la erosión hidráulica del suelo. Los andenes no solo servían para el cultivo del maíz, sino para el cultivo de diferentes productos agrícolas, y aún para diferentes usos: para sembríos, para evitar la erosión, para el lavado de la sal mineral, etc.

Los camellones

Vista de un Camellón o waru waru.

Eran terrenos artificiales construidos en las riberas del lago Titicaca. Se trataban de montículos de tierra que permitían almacenar y aprovechar mejor el agua en lugares de frecuentes inundaciones a causa de las lluvias. Usaron una serie de técnicas agrícolas en los camellones, entre ellas, el trazado de surcos artificiales para dar protección a las plantas, facilitar el drenaje durante las lluvias, inundaciones, riego, como fuentes de abono y, especialmente, para disminuir el crudo frío nocturno en las alturas, evitando de este modo las heladas.

Sistemas de riego

El acueducto de Cumbemayo es parte de esta obra hidráulica.
Detalle arquitectónico del acueducto de Cumbemayo.

Los conocimientos hidráulicos —canales y bocatomas— permitieron la irrigación y el cultivo, especialmente del maíz. El litoral peruano se caracteriza por sus dilatados desiertos cortados por ríos que bajan por las serranías y cuyos caudales permiten el surgimiento de la agricultura. Los costeños fueron los mayores ingenieros hidráulicos pues se perfeccionaron y lograron métodos bastante sofisticados de irrigación, sobre todo los mochicas y más tarde los chimúes. En el Cuzco se canalizaron los dos riachuelos que atraviesan la ciudad, empedrando sus cauces y estableciendo puentes peatonales. Un ejemplo de la tecnología serrana es Cumbemayo, en Cajamarca, canal tallado en la piedra. La importancia de las obras hidráulicas se manifiesta en los numerosos mitos que cuentan los orígenes de dichas obras.

Productos agrícolas

Junto con la ganadería, la agricultura representó la base de la economía incaica. Las poblaciones que habitaron el área andina lograron domesticar y aclimatar una gran variedad de productos a diversas condiciones, sacando provecho de terrenos considerados difíciles para la producción agrícola. El principal producto que cultivaron era la papa, con la cual preparaban diferentes tipos de chuño; también otros tubérculos como la mashua, el olluco y la oca. El maíz era considerado un recurso de tipo suntuario que otorgaba prestigio y era cultivado con fines burocráticos, militares y ceremoniales. En la costa cultivaron el camote, frijol, etc.

Ganadería

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Los camélidos fueron un recurso esencial del Tahuantinsuyo. El Estado inca se preocupó de abastecerse tanto de la carne como de la fibra de estos animales.

En los Andes prehispánicos, los camélidos desempeñaron un rol verdaderamente importante en la economía. Particularmente fueron la llama y la alpaca (los únicos camélidos domesticados por el hombre andino) las que, criadas en hatos de gran escala, fueron utilizadas para diferentes propósitos dentro del sistema de producción de los incas. Igualmente, fueron utilizadas otras dos especies de camélidos sin domesticar: la vicuña y el guanaco. La primera de estas era cazada mediante los chacos (cacerías colectivas) para ser esquiladas (con herramientas de ganadería como piedras, cuchillos, hachas de piedra y hachas de metal como cobre )y luego puestas en libertad; así se aseguraban que su cantidad se mantuviese. Los guanacos en cambio, eran cazados por su carne, que era muy apreciada. Los cronistas señalan que se comía la carne de todos los camélidos, pero debido a las restricciones que existían para su matanza su consumo debió haber sido todo un lujo. Probablemente la población tenía acceso a carne fresca solo en el ejército o en ocasiones ceremoniales, cuando se hacía una amplia distribución de los animales sacrificados. En la época de la colonia, los pastos fueron desapareciendo o empobreciéndose debido exclusivamente a la presencia masiva de los animales introducidos por los españoles y los hábitos alimenticios que estos tenían. El medio ambiente andino sufrió un cambio considerable con los animales domésticos que llegaron con la presencia hispana.

Trabajo

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Existía una obligación entre la población circundante de dar mantenimiento a la infraestructura vial del imperio. En la foto, pobladores en el ritual de renovación del Puente Queshuachaca, ritual que se mantiene desde la época incaica hasta la actualidad.

El trabajo representó la principal actividad del imperio incaico y presentó las siguientes formas: mita, minca y ayni.

  • La mita (mitʼa) era un sistema de trabajo a favor del Estado, donde se movilizaban multitudes de indígenas a trabajar por turno de tres meses en labores de construcción de caminos, puentes, fortalezas, centros administrativos, templos, acueductos, explotación de minas, etc. Existía una mita para servicios especiales como las labores de cargueros del sapa inca, músicos, chasquis y danzantes, los obligados a cumplir esta labor eran los adultos hombres casados, pero no las mujeres, comprendían entre los 18 y 50 años.
  • La minca o minga (minkʼa) es el trabajo que se realizaba en obras a favor del ayllu y del Sol (Inti), una especie de trabajo comunal en forma gratuita y por turno, era una forma de beneficio para el Estado, donde concurrían muchas familias portando sus propias herramientas, comidas y bebidas. Las familias participaban en la construcción de locales, canales de riego, así como la ayuda en la chacra de las personas incapacitadas huérfanos y ancianos. Cuando el ayllu convocaba al trabajo de la minka, nadie se negaba, pero las personas que no asistían al trabajo eran expulsados del ayllu y perdían su derecho a la tierra.
  • El ayni era un sistema de trabajo de reciprocidad familiar entre los miembros del ayllu, destinado a trabajos agrícolas y a las construcciones de casas. El ayni consistía en la ayuda de trabajos que hacía un grupo de personas a miembros de una familia, con la condición que esta correspondiera de igual forma cuando ellos la necesitaran, como dicen: «hoy por ti, mañana por mi» y en retribución se servían comidas y bebidas durante los días que se realicen el trabajo. Esta tradición continúa en muchas comunidades campesinas del Perú, ayudándose en las labores de cocina, pastoreo y construcción de viviendas.

Administración incaica

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La base contractual verbal de la administración de bienes y servicios se basaban frecuentemente en dos principios básicos: la reciprocidad y la redistribución.

Reciprocidad y redistribución

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  • La reciprocidad es el intercambio de trabajo o bienes, o trabajo recíproco, tanto era la tradición de este concepto que, entre los incas, no era visto como un intercambio de favores sino como una responsabilidad con los miembros del aillu, razón por la cual esto se practicaba dentro de un aillu y salvo contadas excepciones entre aillus vecinos. Al ser el clan o aillu la estructura económica básica y por estar cimentado en los lazos familiares, el soberano formaba lazos con los curacas (jefes de aillu), dándole en matrimonio a sus hijas o casándose con las hijas de los curacas, de cualquier forma, el sapa inca estaba emparentado con todo su imperio, con lo cual se convertía en una especie de Curaca Máximo. Señalamos esto último para entender la reciprocidad simétrica y la reciprocidad asimétrica.[44]​ La base que sustentaba la reciprocidad simétrica, o apoyo mutuo y recíproco entre parientes en el interior del aillu, estaba dada por la posesión en común de la tierra, explotada comunitariamente para la producción especializada y en los pastos, y en forma familiar en las partes dedicadas al cultivo de subsistencia. La tierra del aillu se dividía en un cierto número de sectores, teniendo en cuenta sus condiciones ecológicas y los ciclos rotativos de los cultivos, teniendo cada familia derecho a tener acceso a tierras en cada uno de los sectores, lo que determinaba un esfuerzo por controlar el máximo de pisos ecológicos. El parentesco representaba el sistema regulador de la organización de las relaciones de producción, distinguiendo entre parientes cercanos y lejanos. Entre los primeros la reciprocidad en las relaciones de producción y distribución era generalizada, mientras que entre los segundos era más específica porque las prestaciones que se intercambiaban eran contabilizadas para ser devueltas en la misma forma y cantidad.[45]​ La reciprocidad asimétrica se daba de los miembros del aillu con el inca, a cambio de la recaudación de excedentes, el inca brindaba a sus súbditos seguridad externa y asistencias en caso de desgracias. Consistía en la distribución de excedentes por parte del Estado incaico. En caso de sequía o plagas, por ejemplo, los funcionarios del imperio abastecían las regiones afectadas con los excedentes de regiones favorecidas, los productos se almacenaban en los llamados "Tambos" para disponer de ellas en caso de necesidad.[44]
  • La redistribución suponía el reconocimiento, por parte de los campesinos, de los diferentes niveles de autoridad que existían en la sociedad. Los aillus entregaban los tributos a los curacas, y los bienes tributados se acumulaban en depósitos reales que estaban en aldeas, caminos y ciudades. Cuando algunos pueblos del Imperio no podían satisfacer sus necesidades básicas porque las regiones en las que vivían habían sido afectadas por malas cosechas u otras catástrofes, el Estado incaico redistribuía una parte de los alimentos, materias primas y productos manufacturados almacenados. También utilizaba los bienes acumulados para costear los gastos de las constantes expediciones militares, y para premiar los servicios realizados por algunos funcionarios, generalmente nobles.

Red vial (Qhapaq Ñan)

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Calzada incaica. Gran parte del camino del inca y algunas redes viales transversales estuvieron cubiertas por bloques de piedra o lajas.

El Qhapaq Ñan fue un sistema de caminos de enormes distancias en la civilización incaica que vinculaba las ciudades importantes de la costa y de la sierra. Se estructuró con base en dos ejes longitudinales: el sector cordillerano y el sector llano costero. Este sistema de los incas fue legado milenario de culturas pre-incaicas, potenciado durante el Estado incaico.

Todos estos caminos se encontraban conectados al Cuzco, la capital del Tahuantinsuyo o Imperio incaico, facilitaban su comunicación con los distintos pueblos anexados en el marco del proceso expansivo inca y, al mismo tiempo, constituían un efectivo medio de integración político–administrativa, socioeconómica y cultural. Dado que el Qhapaq Ñan interconectaba localidades tan distantes como Quito, Cusco y Tucumán, los conquistadores españoles lo emplearon durante el [[siglo XVI]] para invadir Perú, Bolivia, Chile y las pampas cordilleranas argentinas

Actualmente se está postulando la teoría de la construcción incaica de un camino que conecta al Cuzco con la costa atlántica del Brasil en el estado de São Paulo, este camino tiene como nombre Peabirú (nótese la coincidencia en las dos últimas sílabas con el vocablo Birú nombre primigenio del Perú).[46]

Sistemas de abastecimiento

Conchamarca tambo en el Camino Inca a Machu Picchu.

El tambo (tampu) era un recinto situado al lado de un camino importante usado por personal estatal itinerante como albergue y como centro de acopio para fines administrativos y militares. Su importancia está en que los tambos son las edificaciones de mayor presencia a lo largo del Imperio inca. El camino del inca (Qhapaq Ñan) tenía tambos distantes 20 o 30 km (una jornada de camino a pie) entre sí. Su principal función era la de albergar a los chasquis o emisarios (chaski) y a los funcionarios incas que transitaban estos caminos. No se tiene información si albergaban a hombres comunes y corrientes. Personas de las comunidades cercanas eran reclutadas para servir en los tambos como parte del sistema de trabajo denominado mita.

Además de servir de refugio, se sabe que los tambos eran centros de acopio de alimentos, lana, leña u otros materiales básicos para la alimentación. De este modo, en épocas de penurias climáticas o desastres naturales los tambos alimentaban y proveían de algunos materiales para la población de las aldeas más cercanas. Como la agricultura era la principal fuente de alimentación de los habitantes del Imperio inca, la administración estableció estos lugares como una bodega donde se podía guardar alimento en caso de emergencia, asegurando así el buen vivir de la población.

Los chasquis

Chasqui tocando el pututu, según dibujo de Guamán Poma de Ayala.

Los chasquis (chaski) eran corredores jóvenes que llevaba un mensaje o recado en el sistema de correos del Tahuantinsuyo, desplazándose a la carrera de una posta a la inmediata siguiente.

Era el mensajero personal del inca, que utilizaba un sistema de postas para entregar mensajes u objetos. Fundamentalmente transportaban la información en los quipus (khipu) que había sido elaborada por los quipucamayoc (khipu kamayuq). En pocas palabras, los chasquis eran como los carteros de la realeza inca.

Los chasquis eran viejos diestros y preparados físicamente desde temprana edad, y recorrían a través de un sistema de postas (tambos), los extensos caminos construidos por el Estado inca, pues de ellos pudiera depender una orden de suspensión de una acción bélica a tiempo o llegaran los refuerzos a una batalla. Eran hijos de curacas, gente de confianza.

Llevaba siempre un pututu, trompeta de caracol, para anunciar su llegada peruana y alertar a su relevo; por armas portaba una porra y una huaraca, un quipu, donde traía la información, un atado a la espalda, donde conducía objetos y encomiendas, una vara, y en la cabeza, un penacho de plumas blancas a modo de identificador visual. «Dicen que un caracol de Colombia llegaba vivo al inca, en el Cuzco».

También servían de espías al imperio y a la nobleza para tener estrategias bélicas de batalla contra los otros pueblos y culturas de la América latina en los tiempos precolombinos.

Ejército

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Imagen idealizada del Ejército incaico (Museo Brüning, Lambayeque).

El ejército fue una institución muy importante cuya principal tarea fue la conquista de nuevos territorios para anexarlos al imperio, aunque también tuvo un papel destacado en mantener bajo el dominio del Cuzco a los grupos étnicos recientemente conquistados, tales como los guallas, sahuasirayes, antasayas, etc.

Al parecer el mando era dual, pues a la cabeza estaban jefes representantes de las mitades Hanan y Hurin. Existían cuadros permanentes en manos de los miembros de los linajes incaicos, incluyendo al Inca y sus parientes más cercanos. La formación de los miembros de la élite tenía un fuerte componente militar, sus ceremonias de iniciación concedían mucha atención a las aptitudes militares y resistencia física.

A partir del inca Túpac Inca Yupanqui se empezaron a formar militares profesionales, desligados por completo de las tareas productivas. Es el caso de la guardia personal del Inca además de castas guerreras y hereditarias.

Religión

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Divinidades del inca, según el dibujo de Guamán Poma.

La religión estuvo constantemente presente en todos los ámbitos de las labores incaicas. En las leyendas de formación del imperio incaico, se percibe una marcada diferencia sexual entre hombre y mujer. Eran politeístas (es decir, creían en numerosos dioses), destacando el culto al "Dios Sol (Inti)".

Cosmovisión Andina

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Según la mitología incaica, existían tres mundos diferentes, los cuales habían sido creados por el dios incaico Viracocha o Huiracocha (Wiraqucha). La división se hacía de la siguiente manera:

1. Hanan Pacha (mundo de arriba, celestial o supraterrenal): Era mundo celestial y solo las personas justas podían entrar en ella, cruzando un puente hecho de pelo. En la tradición andina se definió al Hanan Pacha como el mundo superior donde habitaban los dioses como: Viracocha, Inti, Mama Quilla, Illapa, Pachacámac, Mama Cocha, etc. Era representado por el cóndor, ave ancestral de los Andes.

2. Kay Pacha (mundo del presente y de aquí): Es el nombre del mundo terrenal, donde habitan los seres humanos y pasan sus vidas. Representado por el puma, animal de a pie, del mundo terrestre.

3. Ukhu Pacha (mundo de abajo o mundo de los muertos): Era el mundo de abajo o mundo de los muertos, de los niños no nacidos y todo lo que estaba debajo de la superficie de la tierra o del mar. Las fuentes, cuevas u otras de las aberturas de la superficie terrestre eran considerados líneas de comunicación entre el Uku Pacha y el Kay Pacha. Este mundo es regido por el dios Supay y es representado por la serpiente, animal rastrero y de las profundidades.

Templos

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• Pascaumati.

• Templo del Sol (Coricancha), en Cuzco.

• Templo de la Luna.

• Templo de Pachacámac (destruido).

• Templo de Urpi Huachac.

• Plaza de los peregrinos.

Festividades

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Así como de carácter colectivo. Se celebraban los momentos de tránsito vital, ritos de pasaje, etapas de ciclos astrales, llegada de las lluvias, de la cosecha. Tenemos por ejemplo:

Mes Mes Inca Traducción
Enero Huchuy Pocoy Maduración pequeña
Febrero Hatun Pocoy Maduración grande
Marzo Pacha Pocoy Indumento de flores
Abril Ayrihuay Danza del maíz tierno
Mayo Aymoray Canto a la cosecha
Junio Inti Raymi Festival del Sol
Julio Chahuarhuay Purificación terrenal
Agosto Yapuy La plena y gran purificación
Septiembre Quya Raymi Festival de la reina
Octubre Uma Raymi Festival del agua
Noviembre Ayamarcay Homenaje sacro a los muertos
Diciembre Cápac Raymi La gran fiesta del noble poderoso

Los incas constituían el vértice gobernante de un Estado imperial respaldado por su nobleza central, y la política de integración y dominación, iniciada por Pachacuti Inca Yupanqui. Lograron consolidar el poder sobre un inmenso territorio y creciente población en sus cuatro regiones o suyos.

Dioses incaicos

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Viracocha

Huiracocha o el dios de todo lo creado.

Era considerado como el esplendor originario o el Señor, Maestro del Mundo. En realidad fue la primera divinidad de los antiguos peruanos, tanto los habitantes de Caral, Chavín, Huari y especialmente los Tiahuanacos, que provenían del lago Titicaca. Surgió así mismo de las aguas y creó el universo: dio origen al sol, la luna, las estrellas, el tiempo (ordenando al sol que se desplazase sobre el cielo), la civilización misma y todas las demás cosas.

El culto al dios supuso un concepto de lo abstracto y de lo intelectual, y estaba destinado solo a la nobleza. Huiracocha, al igual que otros dioses, fue un dios nómada y tenía un compañero alado, el Pájaro Inti, una especie de pájaro mago, sabedor de la actualidad y del futuro. Este pájaro mago, no es otro que el Corikente de las tradiciones orales, el picaflor de oro, mensajero de los dioses, cuyas plumas servían para la mascapaicha o corona imperial del inca. Huiracocha es representado con dos varas, que al parecer eran realmente estólicas (propulsalanzas) o warak'as (hondas gigantes andinas).

Inti (Sol)

Inti o el dios Sol.

Era el dios Sol y dios supremo, el cual ejercía la soberanía de la actualidad en el plano divino (Hanan Pacha). Igualmente era hijo del dios Sol del mundo antiguo (Ñawpa Pacha) y reinaba sobre el ser humano en el mundo actual (Kay Pacha). Inti era la divinidad popular más importante del imperio incaico, adorado en varios santuarios. Se le entregaban ofrendas de oro, plata y ganado, así como las llamadas Vírgenes del Sol. También se le hacían ofrendas humanas en el mes de los Capac Hucha, la cual muchas veces consistía en reos de muerte, como dios más importante.

Mama Quilla (Luna)

Era la madre Luna y esposa de Inti. Madre del firmamento, de ella se tenía una estatua en el Templo del Sol, en el que una Orden de Sacerdotisas le rendía culto. En contraposición a los incas, los antiguos moche consideraban a la Luna la deidad principal.

Illapa (trinidad del rayo, trueno y relámpago)

Era el dios de los fenómenos atmosféricos y la guerra. Descrito como un poderoso e imponente hombre de lucidas vestiduras y dueño de una maqana (maza) dorada y una huaraca (honda). Dichas armas representan su dominio absoluto sobre el clima y el poder bélico celeste. Los incas lo veneraban a tal grado que era considerado el tercer dios más influyente dentro del panteón incaico. El dios Illapa era solamente superado por el culto consagrado a Huiracocha y a Inti.

Pacha Mama

Llamada también Madre Tierra ya que era la encargada de propiciar la fertilidad en los campos. Se le tributaban ofrendas o pagos.

Pachacámac

El culto hacia él fue preponderante en la Costa Central del imperio incaico y su influencia era tal que fue comúnmente considerado una reedición de Viracocha. Al igual que otros dioses andinos, Pachacámac es un dios poseedor de múltiples atribuciones; no obstante, suele ser conocido bajo el título de "dios de los temblores". Aparentemente, su culto tuvo una suerte de sincretismo con el actual Señor de los Milagros, el cual tiene rasgos de este antiguo dios pagano según la historiadora María Rostworowski.

'Kon'

Era el dios del viento y la lluvia. Se menciona que vino desde el Norte, apareciendo por primera vez en el mar. Kon era originalmente una deidad de la costa peruana, específicamente de la cultura Paracas y Nazca. Posteriormente, los incas más tarde lo incluirían a su panteón.

Chaska Qoyllur

Era la personificación del planeta Venus. Los incas la establecieron como la diosa de la belleza, autora de las flores y protectora de las doncellas. La diosa Chaska era descrita como una bella mujer celestial de extensa cabellera rizada. Fue el hecho de ser la estrella más hermosa de todas lo que hizo que el Sol la considerase su paje.

Mama Cocha

Madre del Mar, a quien se le rendía culto para calmar las aguas bravas y para la buena pesca. Era la madre que representaba todo lo que era femenino.

Kuychi

Era la personificación del arcoíris. Su figura tenía múltiples interpretaciones; sin embargo, su presencia estaba mayormente considerada como un mal presagio, pues estaba asociado con la muerte y las enfermedades.

Supay

Originalmente, Supay era el dios de la muerte y regente del Ukhu Pacha (mundo interior) dentro de la mitología incaica. Al igual que otros dioses andinos, Supay era un dios ambivalente, ya que podía ser tanto una deidad malevolente como una benevolente. Posteriormente, tras la conquista del imperio incaico, el concepto de Supay fue tergiversado para relegarlo como el demonio.

Dioses menores o de culto regional

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Aparte del gran Huiracocha y el culto a los dioses generales del panteón incaico, la población común tenía su propio panteón de dioses regionales y/o menores. De manera semejante a los romanos, los incas autorizaron que las religiones pertenecientes a las culturas integradas dentro del imperio se mantuviesen. Esto se efectuaba bajo la siguiente condición: aceptar la hegemonía del culto solar por encima de sus costumbres y/o tradiciones anteriores.[47]​ Muchos de estos elementos culturales fueron integrados de una u otra forma dentro de la mitología incaica. Por nombrar un ejemplo, se tiene al dios Illapa, cuyo culto fue forjado para poder oficializar a otros dioses atmosféricos dentro del panteón incaico.[48]​ A pesar de ello, el culto hacia estas divinidades permaneció mayormente dentro de su región respectiva:[49]

  • Amaru era una deidad serpiente o dragón a menudo representada como una serpiente alada, con ojos cristalinos, hocico rojizo, cabeza de llama, cuernos de taruka y cola de pez. Dependiendo de las variaciones del Amaru, ya sea en las diversas características animales, nombres o tonalidad de su piel según cuenta la leyenda, siempre estuvo presente la forma ofídica del Amaru. En la mitología inca, el Amaru era símbolo de sabiduría, por lo que se colocaba la imagen de dicho ser totémico en los niños de las «casas del saber» o yachay wasi. El Amaru está asociado a la economía del agua, que riega las tierras agrícolas, simbolizando la vitalidad del agua que permite la existencia del pueblo aimara. Así la deidad Amaru simboliza el agua que corre por los canales de riego, ríos y manantiales y que hace posible que las semillas del cultivo se transformen en hortalizas. El Amaru es un ser mítico que también está relacionado con el inframundo, la tierra y los terremotos. A pesar de que los Amarus son deidades benefactoras, los Amarus suelen tener un comportamiento hostil hacia los humanos.
  • Apu era un dios o espíritu de las montañas. Todas las montañas importantes tienen su propio apu, y algunas de ellas reciben sacrificios para resaltar ciertos aspectos de su ser. A algunas rocas y cuevas también se les atribuye el mérito de tener su propio apu.[50]​ Los principales apus incas eran los de Salcantay y Ausangate.
  • Los Auquis asumían la vigilancia de cada poblado.
  • Axo Mama (tb. Acsumama o Ajomama) su nombre proviene del quechua y significa «madre de las papas». Axo Mama es la diosa de las papas en la mitología incaica. Es una de las hijas de Pachamama, la madre Tierra. Las papas forman una parte vital del suministro de alimentos de los incas, y la mayoría de las aldeas tendrían una papa de forma particular para adorar y pedir una buena cosecha.
  • Cahuillaca era una diosa virgen mencionada en el manuscrito de Huarochirí. Se dice que ella comió una fruta, que en realidad se encontraba con el simiente del dios Cuniraya. Esto provocó que la diosa quedase encinta. Cuando Cahuillaca dio a luz, hizo una reunión con los dioses de la región y exigió que el padre diera un paso al frente. Nadie lo hizo, así que puso al bebé en el suelo y este se arrastró hacia Cuniraya. Cahuillaca despreciaba a Cuniraya y, al enterarse de que él era el padre, se avergonzó tanto que corrió hacia las costas del Perú. Más concretamente, Cahuillaca tenía al mar como lugar de destino. Ya en dicho lugar, ella se transformó a sí misma y a su hijo en islas, que actualmente se conocen como las Islas Pachacámac.
  • Catequil (tb. Apocatequil o Apu Catequil) era el dios pre-inca del rayo, el día y el bien. Su culto se extendió desde Quito hasta el Cusco. Variante regional del dios Illapa.
  • Chaupiñamca (tb. Chawpi Ñamka) es una divinidad considerada la contraparte femenina del dios Paryaqaqa. Al igual que este último, Chaupiñamca tenía cinco hermanas, siendo ella la mayor de las hermanas Ñamca. Es representada como una piedra yerta de cinco alas.
  • Chuquisuso y Capyama eran diosas guardianas de las bocatomas de las acequias que regaban las tierras de cultivo, o como Manañamca vigilante de las lagunas.
  • Coyllur es una divinidad celeste, cuyo nombre proviene del quechua y significa literalmente "estrella". Coyllur es la diosa de todas las estrellas dentro del panteón incaico.
  • Cuniraya Huiracocha (tb. Cuniraya) era el fruto de la fusión o sincretismo entre una huaca local y el dios creador Huiracocha. Al igual que otros dioses y/o huacas, este dios se hallaba prendado de una hermosa diosa llamada Cahuillaca. En aquel momento, Cahuillaca era una diosa virgen; no obstante, el sagaz Cuniraya insertó su simiente en una fruta y la dejó caer cerca de la anhelada doncella. Al ver la apetitosa fruta, Cahuillaca comió la fruta y quedó encinta.
  • Copacati (tb. Kopacati o Kopakati) era la diosa pre-inca de los lagos y la lluvia.
  • Equeco (tb. Ekeko) era un dios del hogar y la riqueza. Los antiguos hacían muñecos que lo representaban y colocaban una versión en miniatura de sus deseos en el muñeco; se creía que esto hacía que el usuario recibiera lo que deseaba.
  • Huamancantac era el dios costero del guano. A raíz de esto, él era comúnmente llamado como el "señor del guano". Estaba asociado a las aves guaneras y, a su vez, era representado como un ídolo o huaca. Las poblaciones costeras le rendían culto con el propósito de que la deidad les permitiese extraer el guano para su uso en la agricultura y la pesca.
  • Huallallo Carhuincho (tb. Wallallo, Wallallu Karwinchu o Qalalu Karwancho) era el dios del fuego, los volcanes y la sequedad de los pueblos yungas, más concretamente, de los Huancas. Huallallo es considerado el némesis y/o deidad antagónica de Paryaqaqa, el dios del agua, los vientos y las lluvias torrenciales.
  • Huari (tb. Wari) era el dios principal de la cultura chavina. Tiempo después de la caída de los chavinos, la etnia huariense continuó rindiendo culto a esta deidad a tal grado de establecerlo como su dios creador y principal. Para ellos, Huari fue el dios gigante del Sol, el agua y la agricultura.
  • Huaytapallana era un dios que tuvo un rol importante durante las épocas de sequía. En otras leyendas, Huaytapallana era una mujer de cautivadora belleza, ella era la hija de Huallallo Carhuincho. Huaytapallana se enamoró del joven Amaru, el hijo de Paryaqaqa. Ambos padres tenían una enemistad mutua antes de este evento, enemistad que le llevó a Huallallo matar a Amaru. Paryaqaqa, entristecido por la muerte de su hijo, envió una poderosa inundación que ahogó a Huaytapallana. Ambos dioses, ya muy encolerizados, tuvieron un violento combate que arrasó con todo lo que había a su paso. Cuando la batalla terminó, Paryaqaqa fue el vencedor. El derrotado Huallallo, muy enojado, se convirtió en devorador de hombres, pues este culpa a estos de su miseria. Huiracocha, viendo estas atrocidades, castigó a Huallallo y a Paryaqaqa por sus crueldades convirtiéndolos a ambos en enormes nevados.
  • Hurkaway era una divinidad ctónica que representaba todo lo que estaba bajo la Tierra. Se la representaba como una serpiente guardiana que asechaba en el Uku Pacha. Otra representación que tiene Hurkaway es la de una mujer con características de serpiente. Se cree que esta divinidad es en realidad Urcaguary, la divinidad inca de los metales y los tesoros.
  • Kolash fue el dios de las aves y sus trinos. Kolash nació como un pájaro para después convertirse en humano, similar al dios Paryaqaqa. Kolash expresa la esencia de todas las cosas.
  • Mallko era conocido como el primer hijo del dios Sol (Huiracocha o Inti) en el mito de Vichama. Esto establecía a Mallko como hermano de Vichama y medio hermano de Pachacámac y Kon. Cuando Pachacámac despedaza su cuerpo para crear los alimentos, de los restos del ombligo y cordón umbilical de Mallko, el dios Sol crea otro nuevo niño. Este nuevo niño sería conocido como Vichama. En otras representaciones, Mallko era el dios inca de la ley.
  • Mallku (espíritus de las montañas) era una deidad que representa el espíritu y la fuerza de las montañas.
  • Mama Allpa era una diosa de la fertilidad representada con múltiples senos.
  • Mamacoca (antiguamente Mama Quqa; hoy Mama Kuka) era la diosa de las hojas de coca, la felicidad y el bienestar.
  • Mama Nina (Fuego Madre) era la diosa de la luz, el fuego, los volcanes.
  • Mama Rayhuana era diosa de la flora y fauna, fuente de energía y fecundidad. Asimismo, bajo la protección de esta diosa se hallaban vastos territorios cultivados de papa, maíz, ollucos, mashua y quinua.
  • Mama Sara (tb. Sara Mama) su nombre proviene del quechua y se traduce como "madre del maíz". Mama Sara era la diosa del grano. Se la asociaba con el maíz que crecía en múltiplos, los cuales son casos particulares. Estas peculiares plantas a veces iban vestidas como muñecas de Mama Sara. También se la asoció con los sauces.
  • Kuka Manka (constelación de la copa de la coca) era una constelación que cuidaba de las hierbas mágicas.
  • Sara Manka (constelación de la copa de maíz) era una constelación que cuidaba de los alimentos vegetales.
  • Mama Wayra (Madre de los Vientos) era la diosa del aire y del viento, protectora de las aves. Era considerada como una diosa purificadora.
  • Manañamca era una divinidad maligna femenina, consorte de Huallallo Carhuincho. Al igual que su pareja, Manañamca se dispuso a enfrentar a Paryaqaqa; no obstante, este último la derrota y la arroja hacia el mar.
  • Pariacaca (Parya Qaqa) era el dios del agua en la mitología preincaica, proveniente de la etnia de los Yauyos para ser más precisos. Era un dios de las tormentas y considerado un dios creador. Nació halcón al igual que sus cinco hermanos para luego convertirse en Kolash (humano proveniente del nido). Posteriormente, fue adoptado por los incas a su panteón. Pariacaca es considerado variante regional del dios Illapa.
  • Paricia era un dios que envió una inundación para matar a los humanos que no lo respetaban adecuadamente. Posiblemente otro nombre para Pariacaca.
  • Pikiru (tb. Piguerao) era el dios de la noche y el mal. Él, junto a su hermano Catequil, fueron dioses gemelos tutelares.
  • Pusicaccha (tb. Pusikajcha, Pusikakcha o Pusicakha) fue un antiguo dios creador venerado por los diversos pueblos aimaras ubicados en el altiplano. Posiblemente, el dios Pusikaqcha era un equivalente y/o nombre alterno de los dioses Huiracocha e Illapa.
  • Qhaxra-kamayuq fue una deidad guardiana que se esforzaba por evitar que los ladrones entraran en la casa.
  • Coa (tb. Qhoa, Chuqui Chinchay) era un dios cuya forma era la de un colosal felino quimérico, es decir, reunía múltiples atributos de otros animales. Esta divinidad encarna diversos astros y fenómenos atmosféricos.
  • Rímac y Chaclla fueron dos dioses hermanos quienes se inmolaron para acabar con una sequía que azotaba la costa en la antigüedad. Rímac se convirtió en un río y Chaclla se volvió la lluvia.
  • Rucanacoto (también conocido como: Runacoto) es una divinidad asociada a la virilidad masculina, pues a él acudían las personas con el miembro viril corto con el propósito de que la divinidad se los hiciera crecer.
  • Temenduare y Arikute fueron dioses hermanos que, con sus enfrentamientos, originaron un diluvio. Esto a raíz de conjurar a un ser bestial provisto de cien patas de agua. Se piensa que Temenduare y Arikute son otros nombres de los dioses Vichama y Mallko.
  • Tunupa era una deidad altiplánica. Según los mitos del Collasuyo, Tunupa puso orden en el mundo y muchas veces se le confunde con Ticsi Huiracocha. Tunupa estaba acompañado de Tarapacá y Taguapacá, quienes le ayudaban a ordenar el mundo, se le identificaba con los volcanes y los rayos, a los cuales él gobernaba. También tenía poder sobre el agua y ordenaba los aluviones.
  • Tulumanya (también conocido como: Turumanyay) fue el primer arcoíris (arcoíris de los antiguos), de cuyo pecho nace el Amaru por orden del dios Huiracocha.
  • Urcaguary (también como: Urcaguari o Urkawari) era la divinidad ctónica de los metales, las joyas y otros objetos subterráneos de gran valor. Su género es ambiguo, por lo que Urcaguary puede ser tanto una divinidad femenina o masculina. Se cree que Urcaguary vive debajo de las montañas, es decir, en lugares que componen al Uku Pacha. Son precisamente estos lugares donde esta divinidad reside, protegiendo abundantes tesoros y piedras preciosas de gente malvada y codiciosa que ose robárselos. Se le representaba con cuerpo de serpiente y cabeza de taruka. Su cola de serpiente estaba provista de cuantiosas cadenas de oro y piedras preciosas. Se cree que su cabeza de taruka se debe a su forma de pensar.
  • Urpihuachac (también como: Urpayhuachac, Urpi Wachaq o Urpihuachay) era la diosa creadora de los peces y las aves. Es descrita como una mujer con rasgos de ave y pez. Originalmente pertenecía a la cultura chincha y más tarde, adoptada por los incas a su panteón como la esposa del dios Pachacámac en algunas leyendas.
  • Urcuchillay era el dios inca del ganado y los animales. Era venerado principalmente por los pastores incas. Esto a raíz de que, gracias a esta deidad, los animales eran resguardados y se ampliaba la multiplicación de los mismos. Respecto a su representación, Urcuchillay estaba identificado con la constelación de Lira. Asimismo, Urcuchillay también es representado como una llama de múltiples colores.
  • Vichama (también conocido como: Huichama o Atipa) era el hijo del dios Sol (Huiracocha o Inti)[cita requerida] en el mito de Vichama. Esto establecía a Vichama como hermano de Mallko y medio hermano de Pachacámac y Kon. Vichama fue creado por el dios Sol a partir de los restos del ombligo y cordón umbilical de su hermano Mallko, el cual fue despedazado por la furia de Pachacámac. En dicho mito, Vichama es una divinidad vinculada con la muerte, la venganza, y en menor medida, con la guerra.
  • Wasikamayuq era el dios tutelar del hogar. Wasikamayuq era apoyado por otras deidades como el Qhaxra-kamayuq, ambos aseguraban la seguridad en los hogares.
  • Yana Raman (también conocido como: Libiac Cancharco, Libiac Binac Vilca o simplemente Libiac) era un dios pre-inca del rayo. Considerado el creador por la etnia de los Yaros o Llacuaces. Una vez los Yaros fueron anexados por los Incas al Tahuantinsuyo, su divinidad principal pasó a reconvertirse en el dios Illapa.
  • Yanañamca y Tutañamca son los dioses gemelos de la oscuridad y la noche. Reinaban el mundo al principio de los tiempos, antes de que los dioses se ocuparan de la Tierra. Huiracocha envía a Huallallo Carhuincho, dios del fuego, para que los venza y, a la vez, ilumine la Tierra, aunque este último se quedara aprovechándose de ella y devorándose a sus fieles.

Cultura material e inmaterial

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Vista panorámica de Machu Picchu

Arquitectura

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Acllahuasi en Pachacámac.
Fortaleza de Sacsayhuamán.

Se desarrolló bajo las exigencias de la nobleza cuzqueña, que interesada por afirmar su poder, levantó gigantescas construcciones líticas, imponiendo reverencia y asombro en las comunidades, cuyo trabajo colectivo, sujeto a la explotación estatal (mitʼa) hizo posible tales edificaciones a lo largo del Tahuantinsuyo, especialmente en su centro de poder: Cuzco.

Su arquitectura se caracterizaba por su solidez, sencillez y simetría. En la etapa imperial, sus puertas y ventanas eran siempre de forma trapezoidal símbolo formal de los incas en sus llactas o bases urbanas administrativas. Se utilizaron diversas técnicas para las construcciones: maquetas de cerámica, instrumentos como el nivel de cuerda, arcilla especial para desplazar los bloques de granito tallados o también cantos rodados y planos inclinados para ascender las piedras de varias toneladas a gran altura (se rellenaba de tierra desde el piso de terreno hasta la altura donde debía ser colocada la piedra exactamente); también se evidencia el uso de espigas y cajas para hacer sólida la construcción, uniendo las piedras perfectamente sin utilizar ningún tipo de argamasa.

Comúnmente se clasifica a la arquitectura, de acuerdo a su finalidad, en los siguientes tipos:

Formas arquitectónicas incaicas

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Centros administrativos provinciales

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Conforme se iba expandiendo el imperio, se fueron construyendo centros provinciales desde los cuales se administraban las diferentes regiones conquistadas. La planificación estatal implicaba el uso de maquetas de barro en las que se representaba desde valles enteros hasta un edificio, antes de empezar a construirlo. En la costa, la piedra usualmente era sustituida por el tapial o el adobe.

Construcciones de carácter religioso

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Construcciones militares y conmemorativas

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Dada la dominación y explotación de la nobleza cuzqueña sobre las otras naciones, los incas debieron siempre afirmar su supremacía con la presencia militar, para ello edificaron fortalezas

Arquitectura de élite

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Cerámica

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Aríbalo inca o urpu, estilo inca imperial.

Alfarería: Fueron trabajos de carácter utilitario y con fines ceremoniales. Estas se distinguen por ser policromas, precocidas de superficie pulida y sin mayor lucimiento ni matices vivos. Destacan, en especial:

  • Los urpu o aríbalos: En su mayoría, cántaros o vasijas para la elaboración de chicha; de base cónica y cuerpo ensanchado para evitar la descomposición rápida del líquido.
  • Los platos de asa: platos redondeados y dotados de asas, muchas veces decorados con una cabeza de animal. También hacían vasos de madera, los keros. Con fondo oscuro y dibujos de rostros humanos y de camélidos.

Textilería

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Uncu o poncho incaico. Representación con más de 150 diseños geométricos o tocapus.
Tocapus de los incas.

El arte textil en el Perú tuvo sus antecedentes en Huaca Prieta. Alcanzó su máximo desarrollo con los paracas y luego con los chancayos. Durante el clasismo andino finalizado con los incas. Los vestidos hechos de tejidos de diferentes cualidades fueron expresión de las diferencias sociales.

Tenemos, por ejemplo:

  • Tejidos de abasca: mantos de uncuchas (ponchitos) de los hatun runas, hechos de lana de camélidos, teñidos en blanco, pardo y negro
  • Tejidos de cumbi o cumpi: prendas de vestir finísimas, de lana de vicuña, entrelazadas con pelos de murciélago, con finos bordados multicolores y figuras geométricas denominadas tokapus, que según William Burns fue un sistema de escritura paralelo a las quillca, dibujos en las paredes.

Estos cumbi se adornaban con plumas placas de metales preciosos y chaquiras, conchitas de colores como cuentecillas, etcétera. Su confección estaba a cargo de las acllas en los acllahuasi o talleres textiles. Los cumbi solo eran usados por la nobleza

Escultura

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Cabeza inca de piedra con llauto y mascapaicha. Se cree que es una representación del gobernante Inca Viracocha.[51]​ Museo de América de Madrid.

Los trabajos realizados en piedra constituyen el otro gran conjunto de realizaciones incaicas que merece la pena destacar. Suele limitarse a representaciones zoomorfas de auquénidos, llamas, vicuñas y alpacas, y fitomorfas, mazorcas de maíz, que son conocidas como conopas y a numerosos cuencos y recipientes llamados popularmente morteros. Entroncados en las tradiciones artísticas andinas, los incas supieron imprimir un carácter propio y original a sus obras que se basó en una simplificación de las formas por medio de volúmenes geométricos sencillos y una esquematización de los motivos decorativos muy próxima a una concepción estética geometrizante y cubista. El arte incaico se caracterizó por la sobriedad, la geometría y la síntesis, tendiendo más a lo práctico y funcional que a lo formal.

Pintura

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La pintura como expresión estética se manifestó en murales y mantos. Bonavía señala la diferencia entre paredes pintadas de uno o varios colores y los murales con diseños o motivos representando escenas diversas.

Los murales pintados se aplicaban sobre paredes enlucidas con barro empleando pintura al templo, técnica diferente a utilizada para las pinturas rupestres. Hacia el Horizonte Temprano, la pintura era aplicada directamente sobre la pared enlucida, mientras que durante el Período Intermedio Temprano se cubría el muro enlucido con pintura blanca para luego aplicarle el dibujo deseado. Otro medio usado en la misma época consistía en trazar motivos incisos sobre el barro húmedo para luego rellenarlo con pintura.

En la época moche se usó pinturas murales y de alto relieve de barro como los descubiertos en la Huaca de la Luna y en la Huaca del Brujo, en departamento de La Libertad, a unos 5 km al sur de Trujillo.

La técnica y el uso de mantos pintados sobre telas de algodón llano era costumbre de toda la costa, con mayor énfasis en el norte. Todavía por los años de 1570 a 1577 existían artistas especializados en el arte de pintar mantos que ejercían su oficio trasladándose de un lugar u otro. En aquel tiempo estos artesanos pedían licencia ante el oidor para usar de su arte e ir libremente por los valles sin ser estorbados.

En los museos y colecciones privadas se pueden apreciar estos mantos, empleados quizá para cubrir paredes desnudas o servir de vestimenta a los señores importantes.

Otro renglón dentro del arte pictórico fue la realización de una suerte de mapas pintados que representaban un lugar o una región. El cronista Betanzos cuenta que después de la derrota de los chancas infligida por el príncipe Cusi Yupanqui, los dignatarios cuzqueños se presentaron ante él para ofrecerle la borla y lo encontraron pintando los cambios que pensaba introducir en el Cuzco.

Esta noticia no sería suficiente para confirmar tal práctica si no fuese apoyada por otra referencia la afirmación en el juicio sostenido por las etnias de Canta y de Chaclla en 1558–1570. Uno de los litigantes presentó allí ante la Real Audiencia de los Reyes los dibujos de su valle indicando sus reclamos territoriales, mientras los segundos exhibieron una maqueta de barro de todo el valle. Sarmiento de Gamboa decía que al conquistar un valle se hacía una maqueta y se le presentaba al Inca, quien delante de los encargados de ejecutar los cambios se informaba de sus deseos.

Arte plumario

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Las prendas de plumería manifiestan un gusto estético por el color y se usaron en mantas camisas, abanicos y sombrillas para preservar del Sol a los personajes conducidos en andas. Los brillantes tonos de las plumas empleadas señalan un origen selvático con lo cual concluimos que debió existir un trueque a lo largo y ancho del país entre la selva, la sierra y la costa.

El cronista Santa Cruz Pachacuti cuenta que para los grandes acontecimientos, como el matrimonio de Huayna Cápac con su hermana el día que recibió la borla o mascapaicha insignia del poder, se recubrieron los techos de paja de los palacios y los templos del Cuzco con las más vistosas mantas confeccionadas con plumas multicolores. El espectáculo debió ser magnífico y sobrecogedor pues los brillantes colores de las techumbres contrarrestaban con la sobriedad de las piedras y las cenefas de oro de los muros palaciegos.

Orfebrería y metalurgia

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El área andina de Perú, Bolivia y Ecuador fue la cuna de la metalurgia a nivel sudamericano y surgió sin ninguna influencia proveniente del Viejo Mundo.

Existieron dos centros metalúrgicos uno en la zona del altiplano peruano-boliviano y otro en la costa norte en la región Mochica-Lambayeque. De estos dos lugares se difundieron los conocimientos al sur, hacia Chile y Argentina, y al norte, a Colombia y Panamá para llegar posteriormente a las costas occidentales de México.

La metalurgia en los Andes tiene una gran antigüedad y sus artífices lograron las más variadas técnicas y aleaciones.

En toda la costa existieron expertos plateros y durante al apogeo incaico sus gobernantes establecieron mitimaes en el Cuzco para la producción de objetos suntuarios. Diversos documentos nombran a estos grupos provenientes de Chimor, Pachacámac, Ica y Chincha. Es probable que sus obras siguiesen los gustos estéticos incaicos. Sabemos del establecimiento en Zurite, cerca del Cuzco de unos yanas plateros de Huayna Cápac, provenientes de Huancavilca (actual Ecuador) que residían en tierras del soberano y cuya obligación era fabricar objetos para el Inca.

La numerosa presencia en el Cuzco de plateros indígenas fue aprovechada posteriormente por los oidores, corregidores y encomenderos para la confección de vajillas personales de oro y plata, burlando la obligación del quinto del rey. Por ese motivo, son escasas las piezas de plata del siglo XVI en el Perú que tengan punzones.

Para la creación de armamento se utilizaba cobre y aleaciones de esta; como el bronce, sobre todo para la elaboración de cuchillos ceremoniales y hachas para la nobleza, también se cree que utilizaron platino y hierro aunque solo para la elaboración de pequeños ornamentos.

Música

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La quena, es tal vez (junto con la zampoña) el instrumento más representativo de la música inca.

Los incas contaron con varios instrumentos musicales de viento y percusión entre los que se encuentran: la quena, la tinya o Wankar, el calabacín, la zampoña y la baqueta. La música desempeñaba un papel importante en distintas ocasiones. Se sabe que había música amorosa, guerrera, fúnebre y agrícola. La música incaica se componía de cinco notas musicales.

Una característica fue la ejecución de música durante las labores agrícolas en tierras del Estado, con lo cual convertían las duras faenas del campo en amenas reuniones.

Los instrumentos musicales empleados en las manifestaciones corporales eran diversos según las danzas a interpretar, los integrantes, las regiones o los motivos de las celebraciones.

Las flautas eran uno de los instrumentos más populares. Las quenas por lo general, eran confeccionadas con huesos humanos mientras que otras flautas eran de arcilla, plata o, las más comunes, de carrizos.

Entre ellas destacan los sikus de caña y de cada instrumento está dividido en dos mitades con tonos complementarios y tocados por un par de instrumentos. Para formar una melodía es necesario que ambos instrumentos toquen alternadamente cuando les corresponde y además en forma simultánea con los demás registros.

Las antaras o flautas de Pan eran hechas de cerámica de nueve tubos acodados, las de carrizos se mantenían unidas por finas soguillas.

En cuanto a las trompetas halladas en las tumbas de la costa, pertenecían a uno de los tributos de los señores yungas. Con frecuencia se encuentran quebradas ya que su destrucción forma parte del ritual funerario.

El caracol marino o Strombus se representó desde la época de Chavín de Huantar y en quechua se le dice huayllaquepa. La voz pututu con el cual se le llama actualmente proviene del Caribe y fue traída por los españoles a la par que las palabras maíz, chicha y ají, entre otras. Es una adaptación de fututo por no existir en el quechua la letra f.[cita requerida]

Un instrumento musical básico fue el tambor. Dicho instrumento podía ser de diversos tamaños y sonidos, y se utilizaba para marcar el ritmo en las danzas y bailes colectivos. Los había pequeños, ilustrados por Guamán Poma, que eran tocados por mujeres; grandes, que eran confeccionados con piel de puma u otorongo y llamados puma tinya y finalmente, los runa tinya, confeccionados con piel humana.

El compás se marcaba también con cascabeles de plata o racimos de semillas que se ataban a las piernas de los danzantes. En la cultura moche, los grandes señores o los dioses usaban atados a sus cinturas grandes sonajas de oro, como las del señor de Sipán.

Entre los grupos campesinos y en ciertas festividades y/o celebraciones soplaban en las cabezas secas de venados como si fuesen flautas y marcaban con ellas los pasos de los danzantes.

Lenguas del imperio

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Lenguas preincaicas en el siglo XVI de acuerdo con los lingüistas Willem Adelaar y Pieter Muysken (2004).

En el momento de la invasión hispánica, la principal familia lingüística por su número de hablantes en el Tahuantinsuyo pertenecía a la familia quechua, y existía una lengua franca conocida modernamente como la «lengua general quechua». A la par, el Imperio incaico era un estado multicultural y plurilingüístico, que englobaba algunas de las regiones de alta diversidad cultural y lingüística como son los actuales norte de Perú, Ecuador y Bolivia. Entre las lenguas y familias lingüísticas más importantes destacan algunas que estuvieron asociadas a reinos preincaicos de importancia.

Una lista no extensiva de lenguas no quechuas importantes en el Tahuantinsuyo es:

Varios lingüistas han propuesto que el valle del Cuzco era principalmente aimara-hablante en el momento de la conquista española y en las décadas inmediatamente anteriores.[53][52]​ Asimismo, la hipótesis puquinista sobre los incas se base en evidencia cronística, toponímica y onomástica para proponer que el grupo étnico fundador de la civilización incaica habría sido de origen étnico altiplánico colla y puquina-hablante.[54][52]

Literatura

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Antes de la conquista española existía una rica y variada literatura oral en el área del Imperio inca. Algunas muestras de poesía religiosa, narraciones y leyendas quechuas han llegado a nosotros gracias a que fueron transcritas por cronistas como Cristóbal de Molina, el cuzqueño, autor de Fábulas y ritos de los incas (1575); Santa Cruz Pachacuti, indígena evangelizado defensor de la Corona española, que escribió la Relación de antigüedades de este reino del Perú (1613), donde describe la religión y filosofía quechuas y recoge en lengua quechua algunos poemas de la tradición oral; el Inca Garcilaso de la Vega (1539-1616); y Felipe Guamán Poma de Ayala cuya obra Nueva crónica y buen gobierno permite reconstruir buena parte de la historia y genealogía de los incas, así como numerosos aspectos de la sociedad peruana posterior a la conquista.

Gracias a ellos y a otros cronistas del siglo XVII, una parte de este legado pervivió y es una fuente viva para la literatura posterior. Esa labor fue continuada mucho después por antropólogos, historiadores e investigadores modernos y contemporáneos. Uno de los más influyentes es José María Arguedas, importante también por su obra novelística, que subraya la importancia del carácter bilingüe y multicultural del Perú.

Ciencia y tecnología

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Tecnología militar

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Los incas eran hábiles forjadores de metal, construyeron armas de bronce y objetos domésticos. Construyeron hachas y mazas para el contacto cuerpo a cuerpo y entre otros objetos militares también armas arrojadizas como arcos y flechas, usando también hondas llamadas huaracas. Son conocidas las mazas con cabeza de forma estrellada con un orificio al centro a fin de colocarla en un palo.

Descubrimientos

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Según el historiador José Antonio del Busto con la expedición marítima llevada a cabo por Túpac Yupanqui, los incas habrían descubierto Oceanía, habiendo llegado a Mangareva e isla de Pascua.[cita requerida]

Astronomía

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En la astronomía incaica destacó el Sol, y su culto, parece ser una constante en las culturas de la antigüedad, sin duda por el rol que el astro rey cumple en el «calendario agrícola». Los incas adoraban al Sol fundamentalmente para que les proporcionara abundantes cosechas. Era una fuerza dominante y un símbolo de prestigio y poder.

En el Perú el culto al Sol se oficializó debido a las conquistas incaicas. Estos, que adoraban al Sol al extremo de afirmar que los gobernantes eran sus hijos, llevaban su religión a todos los pueblos que iban sometiendo por medio de la guerra.

El Sol (Inti, en quechua), al que acostumbran representar por un gran disco de oro circundado de rayos, era adorado en templos cubiertos totalmente de oro, como lo era el Coricancha o «recinto de oro» en la ciudad del Cuzco. También se afirmaba que el maíz eran las lágrimas del Sol debido al color dorado que tiene el maíz seco. Por lo tanto se ofrendaba al Sol la bebida que se elaboraba con el maíz: la chicha.

El culto al Sol tenía su apoteosis en la Fiesta del Sol (Inti Raymi en quechua) que hasta ahora se reproduce, todos los 24 de junio, en la ciudad del Cuzco.

Algunos cronistas afirman que los incas podían predecir los eclipses.

El uso de la astronomía, como en muchas culturas de la época, tuvo un alcance agrícola desarrollado. Los incas eran capaces de separar las estaciones por épocas de sembrado y cosecha para cada tipo de producto. Se logró esta herramienta mediante la utilización de edificaciones de piedra (entre los que se encontraban los templos anteriormente mencionados) alineadas con los ejes cardinales, el norte era la guía referencial utilizada.

Medicina

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La medicina que se practicó en el incanato, estaba íntimamente ligada a la magia y la religión. Todas las enfermedades se suponían provocadas por el desprendimiento del espíritu del cuerpo, a causa de un maleficio, un susto o un pecado. Los curanderos incaicos, llegaron a realizar intervenciones quirúrgicas, como trepanaciones craneanas (practicadas anteriormente por la cultura Paracas), con el propósito de eliminar fragmentos de huesos o armas, que quedaban incrustadas en el cráneo, luego de accidentes o enfrentamientos bélicos. Uno de los instrumentos utilizados en la cirugía incaica, fue el tumi o cuchillo de metal en forma de T. Como anestesia se usaba la coca y la chicha en grandes cantidades y se sabe que también conocieron el uso de las vendas.

Los médicos callahuayas, tradicionales en la región andina, han conservado una detallada clasificación antigua de las plantas y animales,[55]​ que se considera proceden de la época. Estos kallawayas conocían la quina, una planta altamente efectiva contra la malaria.

Agrotecnia

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Andenes en el Valle Sagrado de los Incas, en proximidad de Písac, Cuzco.

Se estima que los incas cultivaron cerca de setenta especies vegetales, entre ellas, papas (Solanum tuberosum y otras), camotes (Ipomoea batatas), maíz (Zea mays), ajíes, algodón (Gossypium barbadense), tomate, maní ( Arachis hypogaea), oca (Oxalis tuberosa) y quinua (Chenopodium quinoa).

Las principales técnicas agrícolas, en cuanto a la disposición de tierras fueron:

  • Andenes o terrazas, para evitar la erosión y aprovechar las laderas y cerros.
  • Waru waru, técnica en la que se araban surcos alrededor de los cultivos y se les llenaba de agua para crear un microclima más estable que el ambiente.
  • Pozas secas que se llenaban en época de lluvias. Era muy empleado en la costa. Se les llamaba simplemente lagunas (qucha).

También se resalta su técnica de mejoramiento de especies. Supieron de la mayor influencia de la temperatura del suelo que la del aire sobre las plantas, como lo atestigua el laboratorio de Moray.

La ganadería, en cambio, fue menos favorecida. Esto se debió a la escasa fauna andina. Utilizaron llamas como bestias de carga y alpacas como fuente de alimentos y vestimenta. La vicuña fue también muy apreciada. Se crio también el cuy (Cavia porcellus), hasta hoy uno de los principales potajes de la gastronomía andina.

Matemática y sistemas de registro de información

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Quipucamayoc con su quipu y una yupana, los principales instrumentos que usaron los incas en matemáticas.

Los contenidos o conceptos matemáticos fueron aplicados por los incas, principalmente, en el cálculo de resultados y cantidades de la Economía. Si bien en el incario se desarrollaron importantes sistemas de medición, son más conocidos los quipus y yupanas, que representan la importante presencia matemática en la administración incaica. Los quipus eran sistemas mnemotécnicos que consistían en tiras anudadas; solo se anudaban los resultados de las operaciones matemáticas realizadas anteriormente en los ábacos o yupana.

Los cronistas españoles narran que los khipu kamayuq leían en los nudos de los quipus la historia de los incas, relatando nacimientos, guerras, conquistas, nombres de los nobles y tiempos de tales eventos. Desde entonces y hasta hoy, existen diversos hipótesis y debate sobre la existencia entre los incas de algún sistema de escritura. Si bien no hay duda de que estos objetos funcionaban como sistemas de registro de cantidades, se considera no probado que hayan servido como un sistema de escritura propiamente dicho. Otros objetos de la cultura material incaica que han sido propuestos como conteniendo algún código de escritura para alguna de las lenguas habladas por los incas son los tocapus y las quilcas.

"Tupac Cauri mandó por ley que, so pena de la vida, ninguno tratase de quilcas, que eran pergaminos y ciertas hojas de árboles en que escribían, ni usasen de ninguna manera de letras. Y porque tiempos después un sabio amauta invento unos caracteres, lo quemaron vivo".

Entre las propuestas más recientes, la antropóloga estadounidense Gail Silverman, apelando a datos etnográficos contemporáneos y a pasajes de crónicas coloniales, ha publicado un libro en el que defiende que los incas í habrían poseído una forma ²de escritura pictográfica que sería apreciable en las formas geométricas de los tocapus. Según su hipótesis, este sistema de escritura incluiría tanto símbolos heráldicos como también alfabéticos. La razón de que se perdiera la memoria de la escritura prehispánica del quechua habría sido por el incendio del Quipucancha (universidadse incaica donde se guardaban y formaba a los intérpretes de los quipus).[56][57]

“…sintiéndose (Huaina Capac) cerca de la muerte hizo su testamento como entre ellos era costumbre, y en una larga vara, a manera de báculo, fue poniendo rayas de distintos colores en que se conocía y entendía su última y postrera voluntad”

Véase también

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Referencias

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Bibliografía

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Bibliografía sudamericana

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  • José Antonio del Busto Duthurburu: Historia Cronológica del Perú. Edición de Petro Perú. Lima (2006)
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Enlaces externos

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