Ramón Berenguer IV de Barcelona , la enciclopedia libre
Ramón Berenguer IV de Barcelona | ||
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Conde de Barcelona, Gerona, Osona, Cerdaña y Princeps de Aragón | ||
Estatua de Ramón Berenguer IV en el Retiro de Madrid, España | ||
Conde de Barcelona, Gerona, Osona y Cerdaña | ||
1130/1131[1]-7 de agosto de 1162 | ||
Predecesor | Ramón Berenguer III | |
Sucesor | Alfonso II (Alfonso I como conde de Barcelona) | |
Príncipe de Aragón | ||
13 de noviembre de 1137-7 de agosto de 1162 | ||
Predecesor | Ramiro II, rey de Aragón | |
Sucesor | Alfonso II, rey de Aragón | |
Información personal | ||
Nacimiento | 1113 o 1114 ¿Barcelona? | |
Fallecimiento | 7 de agosto de 1162 Borgo San Dalmazzo, Piamonte | |
Sepultura | Monasterio de Santa María de Ripoll | |
Familia | ||
Dinastía | Casa de Barcelona | |
Padre | Ramón Berenguer III de Barcelona | |
Madre | Dulce de Provenza | |
Consorte | Petronila de Aragón | |
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Firma | ||
Ramon Berenguer IV,[nota 1] conocido como el Santo,[nota 2] (¿Barcelona?, 1113 o 1114-Borgo San Dalmazzo, 6 de agosto de 1162)[2][3][4] fue conde de Barcelona, de Gerona, de Osona y de Cerdaña y princeps de Aragón.
Durante su «reinado» se produjo la unión dinástica del condado de Barcelona con el reino de Aragón, dando nacimiento a la Corona de Aragón.[5] Él se intituló comes Barchinonensis et princeps Aragonum ('conde de Barcelona y príncipe de Aragón'; siempre en ese orden) y en alguna ocasión sustituyó el título de princeps Aragonum por el de Dei Gratia regni dominator Aragonensis ('por la gracia de Dios dominador del reino de los aragoneses').[6][nota 3][nota 4] Tras las conquistas de Tortosa y de Lérida (1148-1149) se intituló también Tortose marchio et Ilerde ('marqués de Tortosa y Lérida').[9][10] Asimismo usó el título de marqués de Provenza tras la muerte en 1144 de su hermano Berenguer Ramón I de Provenza, incluso después de que el hijo de este, Ramon Berenguer III de Provenza, alcanzara la mayoría de edad.[11] Sigue siendo objeto de debate entre los historiadores por qué no se intituló «rey de Aragón».[nota 5]
El otro gran logro de Ramon Berenguer fue la conquista de los territorios de las taifas de Tortosa y de Lérida que constituirán la Cataluña Nueva —tanto Tortosa como Lérida serán colonizadas según lo establecido en sus respectivas cartas pueblas concedidas por Ramon Berenguer y que toman como referencia los Usatges de Barcelona—. En este sentido el historiador Ferran Soldevila lo ha llamado «el plasmador de Cataluña».[12] En su contribución a la «plasmación de Cataluña» Soldevila también destaca la convocatoria de una asamblea de Pau i Treva, que reunió a los señores feudales y a obispos y abades, no para tratar exclusivamente los temas propios de este tipo de reuniones sino ad tractandum de comuni utilitate ipsius terrae ('para tratar de la común utilidad de la tierra'), lo que constituye uno de los antecedentes de las futuras Cortes Catalanas —de hecho aparece la fórmula que se utilizará para convocarlas—.[13]
Biografía
[editar]Orígenes familiares
[editar]Era hijo del conde de Barcelona Ramon Berenguer III, llamado «el Gran», y de la condesa Dulce de Provenza y nieto por línea paterna de Ramón Berenguer II y de Mafalda de Apulia-Calabria.[14][15] De su infancia y de su adolescencia no se sabe prácticamente nada.[16] Su nombre aparece desde 1117 confirmando, a pesar de ser un niño, actos jurídicos de su padre y en 1128, con quince años cumplidos, firmando ya como conde la donación de un castillo.[17]
Primeros años como conde de Barcelona (1130/1131-1137)
[editar]En 1131 —o en 1130 según Josep-David Garrido Valls—[1] muere su padre Ramon Berenguer III —su última voluntad fue ingresar en la Orden del Templo de Salomón a la que cedió el castillo de Grañena y murió vistiendo el hábito de la orden—[18] y con diecisiete años recibe el Condado de Barcelona, mientras que su hermano Berenguer Ramon le sucede en el Condado de Provenza.[19] Durante estos primeros años uno de sus consejeros, que ya lo había sido de su padre,[20] fue el obispo de Barcelona y arzobispo de Tarragona Oleguer, que destacaba por sus virtudes (sería canonizado) y por sus dotes políticas.[21]
Cuando Ramon Berenguer sucede a su padre Cataluña no tenía existencia oficial, pero ya se tiene constancia del uso del topónimo Cataluña y del gentilicio catalanes. El primer documento en que se mencionan, concretamente «Catalania» y «catalanensis» (y el adjetivo «catalanicus»: a Ramon Berenguer III se le llama «catalanicus heros»), es en un poema de un autor pisano titulado Liber maiolichinus de gestis pisanorum illustribus escrito hacia 1115-1120 (aunque el uso gentilicio como apellido ya esta documentado unas décadas antes). Además en uno de los Usatges de Barcelona —que precisamente serían compilados por orden de Ramon Berenguer IV— se definía su territorio, que por la costa iría en aquel momento desde el cabo de Creus hasta el puerto de Salou (capite de Crucibus ad portum Salodii), por lo que no solo incluía a los condados de Barcelona y de Gerona, sino también el condado de Ampurias, que tenía su propio conde, vasallo del de Barcelona-Gerona. En el usatge Omne quippe naues se decía que el «príncipe de Barcelona» (Barchinone principis) debía garantizar la seguridad de todo barco que tuviera por destino o saliera de su «principado».[22] El término «principado» para referirse al territorio bajo la autoridad del conde de Barcelona había aparecido por primera vez en el usatge Quoniam per iniquum, aunque el uso del término «príncep» es anterior. Borrel II (947-992) es el primer conde que se intitula como tal (comitatus principis nomine Borrelli), posiblemente para vindicar su potestas suprema frente a las eventuales reclamaciones de derechos sobre los condados catalanes de los reyes de Francia. Y así lo continuaron haciendo sus sucesores. Sin embargo, la unión de los dos términos «Principado» y «Cataluña» no se producirá hasta mediados del siglo XIV —en 1350 Pere el Cerimoniós convoca las Cortes catalanas que se debían reunir en Perpiñán ad utilitatem rei publicae totius sui Cathaloniae Principatus et incolurum ipsius.[23]
El primer acto de gobierno del joven conde del que se tiene constancia documental —lleva fecha del 21 de abril de 1131— fue con motivo de un incidente protagonizado por el veguer de la ciudad de Barcelona Berenguer Ramon de Castellet. Este pretendió apropiarse de un esclavo musulmán de las galeras y Ramon Berenguer IV se lo negó. El asunto acabó en un pleito ante un tribunal presidido por Oleguer, obispo de Barcelona y arzobispo de Tarragona. Finalmente se debió resolver por un acuerdo entre las partes porque el veguer no fue destituido.[24]
Otro de sus primeros actos de gobierno fue la donación en enero de 1333 del castillo de Barberà de la Conca a los templarios, confirmando así la política iniciada por su padre Ramon Berenguer III de extender la orden del Temple por las tierras fronterizas catalanas. Uno de los testigos que aparece en el documento es Deudat de Tamarit, a quien en julio de 1335 Ramon Berenguer le encarga el cobro de las parias «de España» (que es el nombre que se suele dar en la documentación condal a Al-Ándalus) y a quien el conde le promete dotarlo de la suficiente tierra «ad partes Valencie» ('a las partes de Valencia') cuando sea conquistada, para que pueda mantener a cincuenta caballeros, además de concederle la décima parte de todo el dinero que recaude del gobernador almorávide de Balansiya (Valencia), quien desde la conquista de Zaragoza en 1118 por el rey de Aragón Alfonso I de Aragón gobernaba la Marca Superior andalusí, que incluía Tortosa y Lérida, también ambicionadas por «el Batallador» —de hecho, el pago de la paria era a cambio de la protección del conde de Barcelona frente al rey aragonés—.[25] El pacto y la reacción de Alfonso el Batallador lo recoge la crónica árabe Nazm al-juman de Ibn al-Qattan:[26]
Cuando el hijo de Ramiro [Alfonso I de Aragón] se apoderó de la Frontera Superior, al ver a al-Barxiluni [el barcelonés: Ramon Berenguer IV], que ocupaba una posición semejante en aquella marca, quiso conquistar Lérida, Fraga y otros lugares. Lo vieron los almorávides [a Ramon Berenguer IV] y, temerosos de ser atacados por él, hicieron las paces por doce mil dinares, que le entregarían cada año a cambio de la seguridad de la frontera vecina a él, con lo que se liberaban de tener dos guerras al mismo tiempo. Hicieron este pacto por mandato de [el emir almorávide]] Alí ibn Yúsuf. Este acuerdo no pasó desapercibido al hijo de Ramiro [Alfonso I de Aragón], que se irritó y se indignó. Juró con los más graves juramentos que atacaría al país por el cual pagaban parias a al-Barxiluni.
El 26 de mayo de 1135 acudió a León para la coronación de su cuñado Alfonso VII —estaba casado desde 1128 con su hermana Berenguela de Barcelona—[27] como Imperator totius Hispaniae ('Emperador de toda España') ante el legado pontificio y los principales nobles de la península ibérica y el sur de Francia, incluyendo musulmanes.
Unión dinástica con el reino de Aragón
[editar]Según Percy E. Schramm, a pesar de las diferencias que los separaban, «las ventajas de la unión eran demasiado evidentes para los dos Estados: los catalanes salvaban el peligro de que los castellanos se acercaran a sus fronteras occidentales y ganaban así un vasto hinterland o traspaís con una nobleza guerrera y un campesinado deseoso de ganar terreno; y los aragoneses, por su parte, tenían salida al mar... Hasta muy adentro de las tierras de los infieles se respetaba ahora al señor de Aragón y Barcelona de manera muy diferente de como se había considerado a sus predecesores de los dos países».[28]
Crisis sucesoria en el reino de Aragón (1134-1137)
[editar]A principios de septiembre de 1134 moría sin descendencia el rey de Aragón y de Pamplona Alfonso el Batallador y en su testamento cedía sus reinos a partes iguales al Santo Sepulcro, al Hospital de San Juan Bautista de Jerusalén y al Templo de Jerusalén, no a las órdenes que los regentaban. Solo en el suplemento se las mencionaba: la Orden del Santo Sepulcro de Jerusalén, la Orden del Hospital de San Juan Bautista de Jerusalén y la Orden del Templo.[29] Ante este hecho insólito que era contrario a la tradición y que no tenía precedentes, los estamentos del Reino de Pamplona (unido a Aragón desde 1076), proclamaron rey al señor de Tudela García Ramírez (bisnieto por línea bastarda de García Sánchez III de Pamplona) y se separaron definitivamente de Aragón. En este contexto[30] los nobles aragoneses tampoco aceptaron el testamento y reunidos en Jaca proclamaron rey a Ramiro, hermano del monarca difunto, un monje que acababa de ser nombrado obispo de Roda-Barbastro —más adelante declararía que había aceptado la sucesión de su hermano por el bien del pueblo y por la paz de la Iglesia (sola populi necesitate et ecclesiae tranquilitate). Por su parte el rey de Castilla y de León Alfonso VII reclamó sus derechos al trono de Aragón, como hijastro de Alfonso el Batallador (era hijo de Urraca I con quien estuvo casado Alfonso hasta que su matrimonio fue declarado nulo) y tataranieto de Sancho III el Mayor. La grave crisis sucesoria se complicó aún más cuando el papa Inocencio II reclamó el cumplimiento del testamento del Batallador y negó el reconocimiento como rey a Ramiro.[31][32]
El rey castellano-leonés Alfonso VII dejó claras sus intenciones cuando en diciembre de 1134 penetró con una expedición en Zaragoza y en sus diplomas comenzó a incluir el título de «rey de Zaragoza» (del Regnum Cesaragustanum).[33] Diez meses después Ramiro tuvo que hacer frente a una conjura nobiliaria para destronarle (en favor de García Ramírez, aliado con Alfonso VII, de quien se había declarado vasallo en septiembre de 1135),[34] pero, tras refugiarse en octubre de 1135 en Besalú (cabeza del condado del mismo nombre anexionado al condado de Barcelona por Ramon Berenguer III), logró desbaratarla («Leyenda de la Campana de Huesca») para lo que contó con el apoyo Ramon Bereguer IV (con el que se había entrevistado durante su estancia en Besalú). Para asegurar su posición Ramiro renunció a su condición de eclesiástico para poder casarse con Inés de Poitou y tener un descendiente que heredara el trono («tomé esposa no por deseo de la carne, sino por la restauración de la sangre y de la estirpe», declaró en noviembre de 1137). La boda se celebró en Jaca el 13 de noviembre de 1135 y el 11 de agosto del año siguiente nacía una niña, Petronila. Al no ser un varón Ramiro tuvo que planear rápidamente su futuro matrimonio, eligiendo entre la dinastía castellano-leonesa o la barcelonesa.[35][36][37][38]
Poco antes de que naciera Petronila —o pocos días después de que hubiera nacido, según Josep-David Garrido Valls—[39] Ramiro se había entrevistado en Alagón con Alfonso VII quien le convenció para que le rindiera vasallaje por el «Regnum Caesaraugustanum» y a cambio le restituyó la ciudad de Zaragoza (aunque manteniendo la soberanía sobre ella) y la parte oriental del «Regnum», pero se reservó la parte occidental fronteriza con Castilla, que abarcaba Calatayud, Alagón y Soria.[40][41] «La idea de Alfonso era que Petronila fuese educada en la corte castellana y se prometiese más tarde con su heredero», ha señalado Percy Ernst Schramm.[42] Según Jerónimo Zurita, citado por Josep-David Garrido Valls, Alfonso VII tomó a la niña Petronila (a la que rebautizó Urraca, el nombre de su madre) como garantía del pacto.[43] La madre de Petronila Inés de Poitou volvió a Poitiers y acabó ingresando en la abadía de Fontevraud.[44]
Donación por Ramiro II de su hija Petronila y del reino de Aragón a Ramón Berenguer (1137)
[editar]Frente a la candidatura de Sancho, heredero de Alfonso VII, una parte de la nobleza aragonesa y el propio rey Ramiro II apoyaron la opción del conde de Barcelona Ramon Berenguer IV.[45][46] Según el acuerdo firmado en Barbastro el 11 de agosto de 1137 —«una declaración documental que por su poca habilidad no hace ningún favor a la cancillería aragonesa», según Percy Ernst Schramm, aunque quien la redactó fue el secretario de Ramon Berenguer, Ponç d'Osor—[47][48] el rey Ramiro «donaba» su «hija por mujer, con todo el reino aragonés íntegro» (tocius regni Aragonensis integritate) a Ramon Berenguer y le encomendaba a «todos los hombres del reino bajo homenaje y juramento, para que te sean fieles toda tu vida... y por todas las cosas que les pertenecen, salvada la fidelidad hacia mí y a mi hija». Ramiro decía también «que si mi hija muriese, y tu sobrevivieses, tengas la donación del predicho reino libre e inmutable, sin ningún impedimento después de mi muerte». Terminaba diciendo «que yo, el predicho rey Ramiro, sea rey, señor y padre en el predicho reino y en todos tus condados [rex, dominus et pater in prephato regno et in totis comitatibus tuis] mientras a mi me plazca».[49][50][51] Según el historiador alemán Percy Ernst Schramm, «la relación que nacía así entre Ramon Berenguer y los aragoneses quedaba sujeta a las condiciones consuetudinarias del juramento de fidelidad». De hecho los nobles presentes en Barbastro juraron fidelidad a Ramon Berenguer y después lo harían los del resto del reino y los habitantes de las ciudades —los de Huesca lo hicieron uno por uno ante el altar de su iglesia—.[52][53] A partir de entonces Ramon Berenguer ostentaría el título de princeps de Aragón, al que en ocasiones añadiría el de dominador de Aragón.[49] Según Josep-David Garrido Valls, «Barbastro fue la primera escala de la "conquista" pacífica del trono aragonés por Ramon Berenguer IV».[53]
Tras dejar Barbastro, Ramiro II y Ramon Berenguer IV comenzaron a recorrer el reino de Aragón y al parecer surgieron algunas discrepancias entre ellos al hacer Ramiro II algunas concesiones a terceros sin conocimiento del conde. Así que el 27 de agosto, dos semanas después de la de de Barbastro, Ramiro firmaba en Ayerbe una nueva «donación» en la que tras confirmar la la de su hija, el honor regio y sus hombres en homenaje, declaraba nula toda concesión hecha por él a otros y prometía a Ramon Berenguer que no haría ninguna más sin su consentimiento.[54][55][56]
Tres meses después, el 13 de noviembre, Ramiro II, ansioso por volver a la vida monástica, culminó el traspaso de poderes[57] ratificando nuevamente la donación de su hija con todo el reino y su honor a Ramon Berenguer y declaró «por libre voluntad» que a partir de aquel momento todos sus vasallos (homines), tanto los milites (nobles) como los clerici (clero) y los pedites (pueblo llano), tenían que obedecerle como a su rey (tanquam regi). Y para que no hubiera duda le donó todo lo que se había reservado en el documento de Barbastro. Eso y lo que le había donado antes lo había de tener Ramon Berenguer ad servicium meum et fidelitatem (sin mencionar en esta ocasión a su hija Petronila).[58][59] El historiador alemán Percy Ernst Schramm ha destacado la última última frase del documento (Supradicta omnia illi dono et firmiter laudo sicut melius unquam habuit frater meus Andefonsus et habeat ea omnia ad fidelitatem meam omni tempore: 'Todo esto a él doy y firmemente ratifico como mejor lo tuvo mi hermano Alfonso, y tenga todas estas cosas guardándome a mi fidelidad siempre') que considera que si la mima fue añadida personalmente por Ramiro II «se tiene que considerar como el documento de abdicación más antiguo hecho por propia mano de un soberano de Occidente».[60] Tras la que sería conocida como la «renuncia de Zaragoza», Ramiro II se retiró al monasterio de San Pedro el Viejo de Huesca, manteniendo la dignidad real.[61][62] «Allí vivió todavía diez años sin volver a intervenir en el curso de los acontecimientos».[60][nota 6] A partir de entonces Ramon Berenguer incluyó en sus documentos la fórmula regnante comes Barchinona in Aragon.[64]
El historiador alemán Percy Ernst Schramm se ha preguntado «¿Qué habría pasado si Ramiro, el rey-monje, no hubiera tenido a su lado a un hombre de la talla de Ramon Berenguer?». Y él mismo se ha contestado: «en el caso de Aragón se puede decir que difícilmente habría sido posible eliminar el testamento del Batallador y que —fuese como fuese como se llevara su cumplimiento— necesariamente la balanza de poder se habría decantado por el lado de Castilla».[65]
Acuerdo con el rey castellano-leonés Alfonso VII (1138-1140)
[editar]Tras la abdicación de Ramiro II, la primera y principal preocupación de Ramon Berenguer fue mantener buenas relaciones con el rey castellano-leonés Alfonso VII, autoproclamado Imperator totius Hispaniae, para lo que se reunió con él en Carrión de los Condes, muy adentro de Castilla, y allí le prestó homenaje por el Regnum Caesaraugustanum, renovando de esta forma el que le había hecho Ramiro II el año anterior (en los documentos de Alfonso VII será mencionado como vasalli imperatoris, «vasallo del emperador», aunque en realidad no lo era por todo el reino de Aragón sino sólo por el Regnum Caesaraugustum, es decir, por el territorio conquistado por Alfonso I el Batallador).[66] Pero al prestar homenaje por todo el Regnum Caesaraugustum recuperó los territorios occidentales que Ramiro II había tenido que ceder, por lo que la frontera con Castilla quedó fijada en la línea Tarazona-Calatayud (que todavía continua actualmente).[67] Según Ferran Soldevila, el reconocimiento vasallático de Alfonso VII como su señor fue la condición que le impuso el rey castellano-leonés para que cederle las ciudades por él ocupadas, con Zaragoza al frente.[68] También firmaría con Alfonso VII el Tratado de Carrión en 1140 por el que ambos acordaron apoderarse del reino de Pamplona de García Ramírez, pero el proyectado reparto nunca llegó a realizarse.[69][70]
Liquidación del testamento de Alfonso el Batallador: la cesión de los derechos de las órdenes militares (1140-1143)
[editar]Tras la «donación» del rey Ramiro a Ramón Berenguer, quedaba pendiente la cuestión de los derechos sobre Aragón estipulados en el testamento del rey Alfonso I de Aragón, quien había dado el reino a las órdenes del Santo Sepulcro, los caballeros Templarios y los Hospitalarios y que el papa Inocencio II insistía en que se cumpliera. La iniciativa, sin embargo, no la tomó éste sino el patriarca de Jerusalén, de quien dependían las tres órdenes jerosolimitanas. Envió a Raymond du Puy, Gran Maestre de la Orden de los Hospitalarios, para que negociara con Ramon Berenguer el cumplimiento del testamento. Llegaron a un acuerdo el 16 de septiembre de 1140, «un tratado que por su precisión y finura diplomática hace honor a ambas partes», según Percy Ernst Schramm.[71]
El acuerdo constaba de dos documentos casi idénticos, uno que Raymond firmó en nombre de los hospitalarios, y otro un borrador que debería firmar el patriarca de Jerusalén en nombre de los caballeros del Santo Sepulcro (lo que hizo casi un año después, en agosto de 1141, junto con el prior de la Orden del Santo Sepulcro). El acuerdo se basaba en una «ficción jurídica» según la cual el testamento se había cumplido, pero Raymond, al hacerse cargo de los dos tercios de la herencia que le correspondían a sus representados, había considerado que el conde de Barcelona (venerande Barchinonensium comes) era «el más útil y necesario para la administración y defensa del país» y por eso le había confiado esos dos tercios. Que Raymond no se proponía obtener una soberanía se desprende claramente de la forma como se estableció la concesión de lo que, según el testamento, pertenecía a las órdenes: «Te lo concedemos de nuestro derecho a tu poder, desligamos a los vasallos del juramento que nos han prestado y te los cedemos en fidelidad y servicio». Como ha señalado Schramm, Ramon Berenguer aceptó esta «ficción legal», «que para la Iglesia representaba una cuestión de prestigio importante», porque «en la práctica no le hacía perder nada: lo mismo a través del rey-monje que, más tarde, a través de la concesión de Raymond, él era y sería el dueño de Aragón», y le «ayudó a legitimar ulteriormente un reinado que a ojos de la Iglesia era ilegal».[72] Además, el segundo documento —firmado por el patriarca de Jerusalén y el prior de la Orden del Santo Sepulcro en agosto de 1141— contenía una frase que no existía en el primero, según la cual el patriarca le otorgaba al conde Ramon Berenguer plenos poderes para aceptar la dignidad real y utilizar a partir de entonces el título de rey (lo que acababa de hacer por iniciativa propia el conde Alfonso Henríquez al proclamarse rey de Portugal, aunque de momento nadie lo había reconocido como tal).[73]
El acuerdo con la Orden del Templo se alcanzó en noviembre de 1143. Esta vez fue el conde el que presentó un documento en el que no se mencionaba el testamento del Batallador sino que las concesiones que hacía Ramon Berenguer parecían estar otorgadas por su propia iniciativa y eran tan importantes que los templarios no podrían rechazar la oferta. A cambio de renunciar al tercio que les correspondía del reino de Aragón —algo imposible de conseguir en la práctica tras el acuerdo alcanzado con las otras dos órdenes— Ramon Berenguer les ofrecía además de bienes alodiales, el diezmo de todo el reino y otros derechos, una quinta parte de las futuras conquistas. En el documento se resaltó la presencia del legado pontificio Guido (¿Guido de Crema?) con lo que se hacía patente la conformidad de facto de la curia romana, desapareciendo así el antiguo desacuerdo con el Papado a causa del incumplimiento del testamento de Alfonso el Batallador (sin embargo, el reconocimiento de iure como sucesor inmediato de Alfonso el Batallador no llegaría hasta quince años más tarde, en 1158, cuando el papa Adriano IV dio validez definitivamente a los tres convenios de Ramon Berenguer con las tres órdenes militares, pero sin mencionar a Ramiro II —no importaba que ya hubiera muerto— ni su abdicación del trono en favor del conde de Barcelona; se mantenía, pues, la ficción jurídica de que Ramon Berenguer había recibido el gobierno supremo de Aragón de manos de los herederos de Alfonso el Batallador, es decir, las tres Órdenes militares jerosolimitanas). Por otro lado, que Ramon Berenguer hiciera más concesiones a los templarios que a las otras dos órdenes militares jerosolimitanas se debió fundamentalmente a su adhesión personal a la Orden del Templo, siguiendo el ejemplo de su padre que llegó a ser miembro de ella y fue enterrado con su hábito, como se subraya en el propio documento.[nota 7] Otro aspecto destacado del acuerdo es que Ramon Berenguer no se titula Princeps, sino Dei gratia regni dominator Aragonensis (el término dominator es el nombre que se da a los soberanos en el Antiguo Testamento y en la Antigüedad clásica, y en los siglos XI y XII es utilizado, por ejemplo, por el rey de León).[76][77][nota 8]
Según Antonio Ubieto Arteta, las órdenes militares, en un periodo en que tenían problemas económicos, vieron la ocasión de obtener ciertas prebendas y establecimientos en los territorios de Aragón y Cataluña a cambio de zanjar la cuestión testamentaria de Alfonso I.[79] Por su parte, José Luis Villacañas ha señalado que el problema radicaba en que el Papa Inocencio II no estaba dispuesto a que el testamento del Batallador fuese ignorado. Así pues, no reconoció ni el matrimonio de Ramiro ni la legitimidad de Petronila. En cambio, estaba interesado en un equilibrio de poderes en tierras hispánicas, por lo que no iba a propiciar los afanes imperiales de Alfonso VII de León respaldando sus derechos. Por ello, favoreció que la renuncia de las órdenes militares a la herencia se hiciera directamente en favor del conde de Barcelona. Así, Ramón Berenguer encontró la manera de unir el derecho transferido por la Iglesia con el transferido por el rey de Aragón.[80]
Matrimonio con Petronila (1150)
[editar]La boda con Petronila tuvo lugar en Lérida en el otoño de 1150, tras cumplir esta los catorce años edad. Sin embargo, el año anterior pareció que no llegaría a realizarse el enlace porque Ramon Berenguer firmó un documento por el que se comprometía a casarse con una princesa del reino de Pamplona. Según Percy Ernst Schramm, «es evidente que se trataba de un programa que partía de la parte contraria, ya que procuraba evitar la unión de Aragón y Barcelona y dirigía su punta contra Castilla. Ramon Berenguer no se dejó engañar —o sólo lo hizo en apariencia—; quizás esto le pareció oportuno momentáneamente frente a Alfonso VII para hacerle ver que Ramon Berenguer no dependía exclusivamente de él».[81]
Aunque los capítulos matrimoniales de 1137 establecían que si Petronila moría antes que Ramon Berenguer este heredaría el reino de Aragón, se quiso disipar cualquier duda y cuando tuvo su primer embarazo Petronila hizo un testamento que preveía todas las posibilidades. En caso de que diera a luz a un infante, le dejaba el regnum Aragonense, pero reservaba para su marido el imperio y la donatio mientas viviese. Si el niño moría sin sucesión directa el regnum pasaría a Ramon Berenguer. Sin embargo no hubo necesidad de estas previsiones porque en 1158 Petronila dio a luz a un niño, al que siguieron tres hijos más.[82]
Ramón Berenguer IV y su esposa Petronila residieron en el palacio condal de San Pedro de Vilamajor, situado a unos kilómetros al norte Barcelona.[83] Había sido hecho construir por los condes de Barcelona, los gemelos Ramón Berenguer y Berenguer Ramón, en el siglo XI. De este, actualmente solo queda la «Torre Roja», torre de 25 m de altura, situada delante de la iglesia, de la que se cree que fue parte inferior de la torre de homenaje del antiguo castillo-palacio condal. Aquí se crio el futuro rey de Aragón y conde de Barcelona Alfonso II[84] e incluso se creyó que había nacido en este lugar, aunque según el historiador aragonés Antonio Ubieto Arteta seguramente nació en Huesca.[85]
Política peninsular
[editar]La primera gran expedición de Ramon Berenguer contra Al-Ándalus fue su participación en la conquista de Almería en ayuda del rey castellano-leonés Alfonso VII, aunque fue una iniciativa de la República de Génova que quería apoderarse del puerto principal de la piratería musulmana que asolaba el Mediterráneo Occidental —«sede de ladrones marineros, nido de piratas», lo denominaba la crónica de Alfonso VII—. Acudió personalmente con una comitiva y fuerzas terrestres. Almería fue tomada en 17 de octubre de 1147, aunque la conquista castellana no duró mucho tiempo.[86] La Gesta comitum barchinonensium le atribuyó toda la gloria de la conquista.[87]
Los logros principales de la política peninsular de Ramon Berenguer fueron las conquistas de Tortosa el 31 de diciembre de 1148 y de Lérida y Fraga el mismo día, el 24 de octubre de 1149 —el rey de Aragón Alfonso I el Batallador había fracaso en su intento de conquistar estas dos ciudades andalusíes; de hecho murió en septiembre de 1134 poco después de su derrota por los almorávides en la batalla de Fraga—. De esta forma Ramon Berenguer aseguraba el paso del Bajo Ebro y el traspaís de Tarragona.[88][89] La conquista de Tortosa, que según el historiador árabe Al-Idrisi estaba defendida por fuertes murallas y por el castillo de la Suda, no hubiera sido posible sin la participación de la escuadra genovesa que impidió que la ciudad recibiera auxilio por ningún lado. Ramon Berenguer también pudo contar con la colaboración de señores occitanos.[90] Y el papa Eugenio III le otorgó el carácter de cruzada por los que intervinieran en la conquista tendrían los mismos privilegios que los que iban a luchar a Tierra Santa.[91] En cuanto a Lérida y a Fraga fueron sitiadas al mismo tiempo para evitar que una de ellas ayudara a la otra y capitularon el mismo día.[92]
Poco tiempo después caería Mequinenza y años más tarde Miravet y las montañas de Prades y el castillo de Siurana.[93] Y por el lado aragonés, la nobleza de este territorio, las órdenes militares y la caballería popular lucharon por recuperar las posesiones perdidas a manos de los almorávides en la batalla de Fraga en 1134. Se recuperan de este modo Alcolea de Cinca, Chalamera y Sariñena en 1141; Daroca en 1142; y Ontiñena en 1147.
En principio Ramon Berenguer sorteó el problema de asignar al condado de Barcelona o al reino de Aragón los territorios de Tortosa y de Lérida añadiendo a sus títulos Tortose marchio et Ilerde, es decir, considerándolos como dos marquesados diferenciados.[94] Sin embargo, Ferran Soldevila ha destacado que Fraga y Mequinenza fueron «repobladas» según los Fueros de Aragón, mientras que Tortosa y Lérida lo fueron mediante sendas cartas pueblas que tomaron como base los Usatges de Barcelona, y «esto, desde el punto de vista político, en una época en que el derecho tenía una importancia capital, fue decisivo» (las primeras se incorporarán al reino de Aragón y las segundas formarán parte de la que será conocida como la Cataluña Nueva).[95] En el ámbito eclesiástico todas ellas fueron adscritas a partir de 1154 al arzobispado de Tarragona ya que en ese año el papa Anastasio IV incluyó en su jurisdicción los obispados del condado de Barcelona y sus territorios anexos, los del reino de Aragón, y también los del reino de Pamplona.[96]
En 1151 Ramon Berenguer y Alfonso VII llegaron a un acuerdo en Tudilén por el que se repartían los territorios de Al-Ándalus todavía por conquistar. Al «conde-príncipe» le corresponderían las taifas de Valencia y de Murcia (en ciertas condiciones de vasallaje respecto de Alfonso VII), mientras que el resto serían para el «rey-emperador». También acordaron repartirse de nuevo el reino de Pamplona, correspondiéndole al reino de Aragón una parte más grande que lo acordado en el Tratado de Carrión de once años antes, aunque tampoco se llevaría a efecto. Tras la firma del Tratado de Tudilén Ramon Berenguer comenzó a cobrar parias a los reyes musulmanes de Valencia y de Murcia.[97][98] Ferran Soldevila ha valorado el Tratado de Tudilén como un gran éxito de Ramon Berenguer IV porque salvó el peligro de que los castellano-leoneses se apoderaran de las tierras de las taifas valenciana y murciana impidiendo así la expansión peninsular de aragoneses y catalanes.[99] Sobre el vasallaje respecto de Alfonso VII, Soldevila considera que a Ramon Berenguer se vio «en la necesidad de aceptarlo», pero resta importancia a este hecho por «el carácter mismo de estos vasallajes, la facilidad con que eran desconocidos por los hombres e invalidados por los hechos». «La extensión de los territorios que le eran adjudicados justificaba en parte esta vaga sumisión... El quizá no podría deshacer el vínculo, pero algún sucesor podría, ciertamente», concluye Soldevila (y señala que el hijo de Ramon Berenguer Alfonso el Casto fue quien lo hizo en el Tratado de Cazola de 1179, aunque a costa de renunciar a Murcia).[100]
Tres años después de la firma del Tratado de Tudilén, Ramon Berenguer viajó hasta Toledo acompañado por un gran séquito (qui in magno et honorabili apparatu erat, según contó Rodrigo Jiménez de Rada) para asistir a la fiesta que dio Alfonso VII en honor del rey de Francia Luis VII el Joven, casado con una hija de Alfonso VII y de Berenguela de Barcelona, hermana de Ramon Berenguer, y que se encontraba en la hacer el peregrinaje del camino de Santiago. A la vuelta Ramon Berenguer lo acompañó hasta Jaca (enero de 1155) donde se celebró una fiesta de despedida.[101]
Al hacer balance de la política peninsular de Ramon Berenguer IV, el historiador alemán Percy E. Schramm ha destacado que «el [doble] reino de Ramon Berenguer provocó un desplazamiento del equilibrio en toda la Península. La separación de Portugal, que se produjo en aquella misma época (1139-1140), y la división de la herencia de Alfonso VII en los regna de Castilla y de León (1157), que había de durar dos generaciones, dejó sentir todavía más este desplazamiento. En el momento en que Ramon Berenguer había sucedido a su padre, las potencias principales de la Península eran el reino navarro-aragonés del Batallador y "el Imperium" de Alfonso VII... Cuando Ramon Berenguer murió, él era la figura más poderosa del juego de fuerzas de España». Aquel sucesor suyo que «no soló supiese pretender el lugar de señor poderoso que se había ganado el conde-príncipe, sino que lo supiese desarrollar debidamente, sería digno de la corona real que Ramon Berenguer había ganado para su casa», concluye Schramm.[65] Una crónica medieval catalana lo señaló como el conquistador que había roto las puertas del dominio musulmán de la península: qui claustra Hispaniae fregit ('que rompió las barreras de Hispania').[102]
Por su parte el historiador catalán Ferran Soldevila ha señalado que «el problema que se planteaba a Ramon Berenguer IV era el del equilibrio peninsular en un momento decisivo. Si no conseguía evitar el ensanchamiento de Castilla hasta sus propias fronteras, alejar el peligro de la expansión castellana hasta el Mediterráneo por el Levante peninsular, el destino de Cataluña quedaba seriamente comprometido. [...] Imaginemos que la anexión de Aragón a Castilla, propugnada y ya en parte realizada, por Alfonso VII, hubiera tenido éxito: ¿qué porvenir le quedaba a Cataluña?... ¿Quién sabe si Lérida y Tortosa, también objetivos aragoneses, no habrían sido asimismo conquista del rey castellano?». «El éxito más halagüeño coronó la política y los esfuerzos de Ramon Berenguer IV», convirtiéndose así en «una de las más grandes figuras entre los condes de Barcelona desde Guifré I», concluye Soldevila.[103]
Política religiosa: Ripoll y Poblet
[editar]Ramon Berenguer se ocupó en engrandecer, sostener y proteger el monasterio de Ripoll donde estaba enterrado su padre Ramon Berenguer III y ese fue el lugar que él mismo escogería para ser sepultado después de su muerte.[104]
También se propuso fundar otro gran monasterio en la Cataluña Nueva que él había conquistado.[105] Para regentarlo escogió a la Orden del Císter y en 1148 escribió a Bernardo de Claraval, su fundador medio siglo antes. Este le confió la misión de dotar de monjes al proyectado monasterio al abad de Fontfroide, que era la abadía cisterciense más cercana a Cataluña. Así, Ramon Berenguer le hizo donación a este abad «del lugar que se llama Hort de Poblet, para construir allí un monasterio a servicio de Dios y para la salvación del alma de mi padre y de mi madre y para remedio de mi alma». Y seguía diciendo la donación: «Y quiero que tenga tanto espacio de tierra, que cómodamente se puedan levantar allí el claustro, el dormitorio, el refectorio y todas las oficinas pertenecientes al dicho monasterio, y, en la inmediación, el cementerio competente. Y doy al dicho monasterio, en el dicho lugar, toda la tierra de cultivo que sea necesaria para los trabajos propios del monasterio y para el sostenimiento de todos los religiosos que allí sirvan a Dios...». El abab de Fontfroide envió al Hort de Poblet a trece monjes, incluyendo al abad, y Ramon Berenguer hizo construir los edificios necesarios para alojarlos. Así nació el monasterio de Poblet, del latín populetum, que quiere decir tanto alameda como chopera. Su fecha oficial de fundación es la de 7 de diciembre de 1153.[106] Sobre el lugar elegido por Ramon Berenguer existió una leyenda según la cual fueron unas luces milagrosas aparecidas varios sábados consecutivos y el día de la Virgen las que le indicaron el sitio donde debía erigir su monasterio y que debía ser dedicado a la Virgen.[107]
Poco tiempo antes Guillermo Ramón I de Moncada había fundado el monasterio de Santes Creus, también de la Orden del Císter y no muy lejos del lugar donde se levantó el de Poblet. Ramon Berenguer no solo aumentó las donaciones hechas por Guillermo Ramón de Moncada y otro nobles con la concesión de regalías e inmunidades que solo correspondían al conde de Barcelona, sino que le donó la Espluga de Ancosa, donde residieron los monjes hasta que se acabó de construir el monasterio, a cuyos gastos también contribuyó en acción de gracias, al parecer, por el nacimiento de su primer hijo varón, el futuro Alfonso el Casto.[108]
Política ultrapirenaica
[editar]Ramon Berenguer renovó la antigua relación vasallática del reino de Aragón sobre el Bearne —en 1131 Alfonso I el Batallador había acudido en ayuda de Gaston IV contra el duque Guillermo X de Aquitania—[109] por lo que cuando en 1154 murió el vizconde Pedro III los obispos y los nobles lo eligieron como gobernador para que rigiera el vizcondado durante la minoría de edad de Gastón V.[81][110]
También protegió los intereses de la Casa de Barcelona al otro lado de los Pirineos.[111] Cuando en 1144 murió su hermano Berenguer Ramón I de Provenza defendió los derechos al condado de Provenza de su sobrino Ramón Berenguer III de Provenza, de nueve años de edad, a quien puso bajo su tutela y asumiendo personalmente la gobernación del condado, frente a las pretensiones del linaje de los Baus, que contaban con el apoyo del conde de Tolosa. Para ello selló una alianza con Enrique II, rey de Inglaterra y duque de Aquitania por su matrimonio con Leonor de Aquitania, y con quien se entrevistó en 1159 y con quien entabló una relación personal (se llegó a proyectar el matrimonio de la hija de Ramon Berenguer, Elionor, con Ricardo, hijo del monarca inglés).[112][113][114] También buscó la alianza de algunos señores occitanos, como el vizconde de Carcasona y de Besiers, que se reconoció vasallo suyo en 1150; la de Ermengarda, vizcondesa de Narbona, que ya había participado en la conquista de Tortosa; o la del señor de Montpelier Guillermo VI, que también participó en la toma de Tortosa.[110]
Con el fin de asegurar definitivamente los derechos sobre el condado de Provenza de su sobrino Ramon Berenguer III de Provenza (y a través suyo de la Casa de Barcelona) emprende un viaje a Turín, acompañado de este, en el verano de 1162 para asistir a la Asamblea de príncipes del Sacro Imperio Romano Germánico, del que el condado era feudo, para tratar personalmente el asunto con el emperador Federico I Barbarroja, de quien había conseguido que dejara de respaldar las aspiraciones de Hugo II de Baus (a cambio había reconocido la soberanía imperial sobre el condado de Provenza y se había comprometido al pago de un censo anual). Ramon Berenguer contaba con la baza de que su sobrino Ramon Berenguer III de Provenza se había casado con la viuda del rey castellano-leonés Alfonso VII, Riquilda, que era sobrina del Federico I Barbarroja (a la que la cancillería imperial todavía la consideraba Spaniarum regina). Por su parte el emperador esperaba que tío y sobrino apoyaran al papa Victor IV que él había hecho elegir frente a Alejandro III con el que estaba enfrentado (a pesar de que Ramon Berenguer había pronunciado claramente).[115][116] Pero el encuentro nunca se produjo porque cuando llegó a Borgo San Dalmazzo, tras desembarcar probablemente en Génova, enfermó y murió el 6 de agosto de 1162. Eso no impidió, sin embargo, que Ramon Berenguer III fuera reconocido como conde de Provenza por el emperador después de jurarle fidelidad.[117][118] Tras conocer la muerte de «nuestro carísimo Ramon Berenguer, conde de Barcelona y príncipe ilustrísimo», Federico I Barbarroja hizo de él una encendida alabanza en una carta dirigida a Ramon Berenguer III de Provenza:[119]
Y en verdad sus magníficos servicios y sus preclaras obras subsiguientes más abiertamente habrían declarado cuanta había sido su fe y su devoción hacia nuestra persona, si por la divina gracia vacante, que quita el espíritu de los príncipes, no hubiese sido sacado del medio. De la muerte cruel de la que no podemos dejar de dolernos perpetuamente. Esto sucede porque nuestra precordial afección hacia tan y tal amigo no puede quedar de ninguna manera ociosa, especialmente como su amor sincero y su interés acerca de la persona y el honor de nuestra carísima sobrina Riquilda, reina de las Españas, con fidelidad manifiesta hayamos visto claramente y, por el efecto mismo de estas cosas, hayamos experimentado que era verdadero.
Muerte y testamento
[editar]La enfermedad que le llevaría a la muerte le sobrevino tan de repente que Ramon Berenguer solo pudo comunicar su última voluntad de palabra el 4 de agosto de 1162, dos días antes de morir (fueron testigos el senescal Guillem Ramon de Montcada, el noble Albert de Castellvell y el capellán del conde, mestre Guillem). En su testamento legaba el condado de Barcelona y el reino de Aragón a su primogénito Ramon, el futuro Alfonso el Casto, mientras que su hermano Pere, el futuro Ramon Berenguer IV de Provenza, recibía el condado de Cerdaña y los derechos sobre el vizcondado de Narbona y el vizcondado de Carcasona, reconociéndose vasallo del primogénito. Al tercer hijo, Sancho se le asignaba el papel de posible heredero de sus otros dos hermanos sin morían sin descendencia.[120][121][122] A su esposa Petronila le dejó el condado de Besalú y el castillo de Ribes, para que viviera allí.[123][122] Finalmente, dejó a sus hijos, todos ellos menores de edad, bajo la tutela de Enrique II, rey de Inglaterra, gran amigo suyo (Dimisit omnem suum honorem ac filios in bajulia, tuicione, defensione domini Enrici, Regis Angliae, dice el testamento ['Dejó todos su honores y sus hijos al cuidado, protección y defensa de señor Enrique, rey de Inglaterra']).[123][122]
En 1164, dos años después de la muerte Ramon Berenguer, Petronila hizo donación formal a su hijo de todo lo que el testamento de su marido le había otorgado.[124][125][nota 9] Según Percy Ernst Schramm, «por razones legales, este acto no habría sido necesario, ya que su marido había dejado su reino directamente a los hijos y a ella solo le había asignado la viudedad... Es evidente que los aragoneses lo aprovecharon para dejar asentado el hecho de que, desde que Ramiro II volvió al monasterio, la soberana de Aragón había sido Petronila, y por eso ella, y no su marido, traspasaba el reino al hijo».[125]
Entierro en el Monasterio de Ripoll
[editar]En el testamento Ramon Berenguer especificó que quería ser enterrado en el Monasterio de Ripoll, donde reposaban los restos de su padre, y legó sus joyas y ornamentos a la iglesia de Lérida (su corona sería llevada por su hijo al Monasterio de Poblet, fundado en 1153 por el propio Ramon Berenguer).[120][127]
Su muerte fue calificada de «peligro para la patria, satisfacción para sus enemigos, motivo de lamento para los pobres y de lloros para los fieles». Algunos describieron su vida como la de un santo, pero no llegó a ser canonizado.[128] De hecho algunas crónicas cuentan que durante el traslado del cadáver desde Borgo San Dalmazzo al monasterio de Ripoll se produjeron milagros y también tras ser sepultado allí. Sin embargo, según relató Pròsper de Bofarull en 1836, los monjes de Ripoll no lo veneraban como tal, sino que cada 6 de agosto celebraban el aniversario de su muerte mediante una procesión claustral que se detenía delante de su sepulcro y los monjes cantaban un responso en sufragio por la salvación de su alma. «Esta es una prueba evidente de que el monasterio no le ha dedicado nunca culto, pues ha rezado por él como por los otros fieles, si bien con una distinción muy particular y muy debida a tan ilustre benefactor», afirmaba Bofarull.[129] En el sarcófago de madera se hizo grabar un epitafio que comenzaba así: Dux ego de matre, Rex conjuge, Marchio patre... ("Duque yo por la madre [Dulce de Provenza], rey por la mujer [Petronila], marqués por el padre [Ramon Berenguer III]...").[130]
La Gesta Comitum Barcinonensium y otros textos antiguos dicen que el sarcófago —que estuvo siempre dentro de la iglesia, aunque cambió de sitio a causa de unas obras— era una gran caja de madera recubierta de muchas planchas de plata, y estaba sostenido por cuatro columnas, también de plata, que más tarde fueron sustituidas por ocho columnas de piedra. Dentro de esta gran caja había otra de madera que contenía el cadáver de Ramon Berenguer que se conservaba incorrupto por lo que en ocasiones era mostrado a ciertas personas distinguidas. Sobre la caja de madera más grande estaban pintadas las armas y la efigie del conde-príncipe, sentado, con espada y cetro, y con un epitafio que por el tipo de letra se considera que fue escrito en el siglo XIV o en el XV, aunque es probable que fuera anterior.[131][132] Decía lo siguiente:[133]
Dux ego de matre, Rex conjuge, Marchio patre:
Marte, fame fregi mauros, dum tempore degi;
Et sine jactura, tenui Domino sua jura.Duque yo por la madre [Dulce de Provenza]], rey por la mujer [Petronila], marqués por el padre [Ramon Berenguer III]: Por la guerra y por el hambre abatí a los moros, mientras viví; Y, sin mengua, mantuve al Señor sus derechos.
En 1794, durante la Guerra de la Convención, las tropas francesas saquearon el monasterio de Ripoll y robaron las placas de plata y removieron el cadáver para coger la espada de plata muy larga con la que habían sido enterrado, por lo que los restos de Ramon Berenguer quedaron deshechos. Cuarenta años después, el 9 de agosto de 1835, en el curso de la Primera Guerra Carlista, unos indisciplinados migueletes isabelinos saquearon e incendiaron el monasterio de Ripoll y profanaron todas las tumbas, incluida la de Ramon Berenguer IV.[134] Según algunas fuentes los migueletes sacaron el cuerpo momificado de su tumba para «llamarlo a juicio» y «condenarlo» a la hoguera por haber propagado el cristianismo y combatido contra el islam.[135] Como desagravio, en 1893, se hizo un cenotafio que recordase por qué se llamó El Santo y la cesión que le hicieron en 1140-1143 las Órdenes militares del Santo Sepulcro, del Hospital y del Temple del derecho que les perteneciera de poseer el reino de Aragón en virtud del testamento de Alfonso I el Batallador.[135]
Ramon Berenguer IV fue el último conde de Barcelona enterrado en Ripoll —el primero había sido el fundador de la dinastía condal barcelonesa Wifredo el Velloso—.[135][136] Su hijo Alfonso, escogió el Monasterio de Poblet fundado por su padre.[136]
Memoria histórica
[editar]En el sepulcro había, colgando de una maderita, fuera de la caja exterior, un pergamino con un elogio fúnebre de Ramon Berenguer en latín que entre otras cosas decía:[137]
Ínclitos del pueblo cristiano, llorad, porque ha caído vuestro guía. Suene un clamor por Cataluña y Aragón, por la ausencia de un Señor tan grande; llore piadosamente la Iglesia. [...] Ay, Serenísimo Rey y Victoriosísimo Príncipe Ramon Berenguer, báculo de nuestro sustento: ¿Dónde estás? ¿Dónde yaces? Ciertamente, Victoriosísimo Príncipe, en el monasterio de Ripoll. ¡Oh feliz y entre todas villa de Ripoll muy ennoblecida, que no sirves al menor de los Príncipes del Mundo!
[...] Adiós, pues. Adiós y salve, Serenísimo Rey y Victoriosísimo Príncipe, glorioso Ramon Berenguer; acuérdate siempre de nosotros, a fin de que, con tu muy piadosa intercesión, conseguimos, ahora, ser protegidos contra todos los enemigos, y, en el porvenir, ser favorecidos por los gozos que tu, según piadosamente creemos, ya posees. Amén.
De la descripción de las cualidades de Ramon Berenguer que hizo la Gesta comitum barchinonensium, cuya primera versión es de finales del siglo XII, el historiador Ferran Soldevila ha destacado la frase «hom qui esguardava per a enant» ('hombre que miraba hacia delante') ya que señalaba «al mismo tiempo dos de las cualidades primordiales del conde: el sentido de previsión y el avance constante hacia sus objetivos». «Así, fuerza para la lucha, cordura [seny] y sutileza para la política, previsión y firmeza en las decisiones, altura de corazón, simplicidad en las maneras, gallardía y simpatía personales, son las cualidades personales que se desprenden de la semblanza», añade Soldevila.[16] El pasaje que hablaba de su muerte decía lo siguiente:[138]
Deixà gran plor a tot son poble, perill a sa terra, goig a sarraïns, gran crits a pobres, grans sospirs a hòmens de religió. Aprés la sua mort, exiren lladres e robadors, e pobres e desapoderats s'amagaven; e en clergues e en llecs, e en aquells de la terra e de fora, fo gran mal vengut e gran destrucció entrò venc N'Amfós, son fill...Dejó gran llanto a todo su pueblo, peligro a su tierra, alegría a sarracenos, grandes gritos a pobres, grandes suspiros a hombres de religión. Después de su muerte, salieron ladrones y robadores, y podres y humildes se escondían; y en clérigos y en laicos, en aquellos de la tierra y de fuera, fue gran mal venido y gran destrucción, hasta que llegó don Alfons, su hijo...
Los escritores catalanes del romanticismo también le dedicaron grandes elogios, como Pau Piferrer que en el segundo volumen de su Recuerdos y bellezas de España escribió de él que «El Santo» «era el único renombre que le cuadraba, empleado ya el Grande en su heroico padre». Víctor Balaguer en su Historia de Cataluña se quejó de que al «gran príncipe y el gran héroe de nuestra catalana historia antes de confundirse del todo con la aragonesa», «Cataluña no haya legado aun a su respetada memoria un glorioso e imperecedero monumento». Todavía más entusiasta se mostró Pròsper de Bofarull quien escribió en su Historia de Cataluña que fue «un varón excelso, por cuya mano ve el país realizadas verdaderas y admirables grandezas», aunque sin olvidar la importancia de la obra de su padre Ramon Berenguer III y de sus predecesores al frente del condado de Barcelona.[139]
Descendientes
[editar]Del matrimonio con Petronila tuvo a:
- Un hija o un hijo nacido en 1152 y que moriría poco después. Se sabe de su existencia por el testamento dado por Petronila el 4 de abril de 1152 jacens et in partu laborans apud Barchinonam ('yaciendo y trabajando en el parto, en Barcelona').[140][141][142]
- Ramon Berenguer, quien después de la muerte de su padre, al que sucedería como conde de Barcelona y rey de Aragón, se le cambió el nombre por el de Alfonso. Según el Chronicon Dertusense II, citado por Ferran Soldevila, habría nacido en 1154[143], pero Antonio Ubieto Arteta ha retrasado la fecha de nacimiento a 1157.[140]
- Pere (1158-1181), quien en 1173 será nombrado conde de Provenza por su hermano Alfonso, como Ramón Berenguer IV de Provenza.
- Dulce (1160-1198), casada en 1175 con el rey Sancho I de Portugal.
- Sancho (1161-1223), conde de Cerdaña desde 1168, y de Provenza entre 1181 y 1184.
Ferran Soldevila menciona la existencia de una segunda hija llamada Elionor que estuvo prometida al príncipe Ricardo de Inglaterra, «pero con quien no llegó a casarse, posiblemente porque murió».[143]
Tuvo también un hijo natural:
- Berenguer, muerto en 1212 y de madre desconocida, fue abad de Montearagón[144] y arzobispo de Narbona.
Debates historiográficos
[editar]¿Las «capitulaciones matrimoniales» pactadas por Ramiro II y Ramon Berenguer IV en 1137 fueron un «casamiento en casa»?
[editar]En 1987 se inició un debate historiográfico, que no ha concluido, sobre la tesis sostenida por el historiador aragonés Antonio Ubieto Arteta, en dos obras publicadas en ese año,[145][146] de que la donación de la infanta Petronila (de un año de edad) y el reino de Aragón por parte de Ramiro II al conde de Barcelona Ramon Berenguer IV acordada en 1137 no fue tal sino unas capitulaciones matrimoniales que se produjeron en el marco del «casamiento en casa» (una institución consuetudinaria aragonesa), lo que habría comportado el sometimiento del conde de Barcelona a Petronila. Es decir, Ramon Berenguer IV, princeps de Aragón desde 1137 hasta su muerte en 1162, no habría regido por sí mismo la casa/reino de Aragón, sino que habría realizado sus actos como consorte de la heredera/reina Petronila (con quien consumó el matrimonio en 1150, cuando cumplió la edad canónica). De esa tesis habría derivado una segunda según la cual Ramiro II habría «ahijado» a Ramon Berenguer IV lo que habría supuesto la extinción de la línea troncal del linaje de la Casa de Barcelona.[147] Estas tesis han sido aceptadas y asumidas por buena parte de la historiografía española, y singularmente por la aragonesa, mientras que han sido cuestionadas por la historiografía catalana (y no sólo por ella).[148]
Según la tesis de Antonio Ubieto, en el casamiento en casa el marido se adscribe a la familia de la esposa, y es ella quien transmite la pertenencia al grupo familiar, junto con el patrimonio que hereda; el marido se somete formalmente a su suegro o al «Señor mayor» de la casa, y este, a cambio, le otorga la potestad sobre el solar familiar, pero reservándose su señorío tanto sobre los bienes del solar patrimonial como sobre los que aporta el marido. Así quien tiene la última potestad no es el esposo, sino el Señor Mayor, en este caso el Señor Mayor de la Casa de Aragón, hasta que el heredero legítimo adquiera la potestad (en este caso el reino de Aragón, el título de rey y la cabeza de la Casa de Aragón).[145][146] Otros historiadores, como Guillermo Fatás y Guillermo Redondo, han llevado la tesis de Ubieto más lejos al afirmar que «Ramon Berenguer, al aceptar estas condiciones y sólo al aceptarlas pasó a ser un miembro más de la Casa de Aragón».[149][150][151] Así pues, según estos historiadores se extingue el linaje de la Casa de Barcelona, tras el Casamiento en Casa en que se subsume en la Casa de Aragón en 1137, o bien se considera que perdura hasta la muerte sin descendencia masculina de Martín el Humano en el año 1410, según otros historiadores.[152][153] Por su parte, José Luis Villacañas define el acuerdo como «una filiación con encomienda de principado, esto es, de los derechos políticos sobre los hombres de la tierra».[154]
Diversos historiadores han rechazado la tesis del casamiento en casa aplicado a los esponsales de Ramón Berenguer IV y Petronila de Aragón. El profesor Serrano Daura ha destacado la ausencia de referencias a esta institución consuetudinaria del derecho aragonés antes del siglo XV y que las cláusulas acordadas por Ramiro II y Ramón Berenguer no se ajustan a las peculiaridades de esta institución, por lo que no sería trasladable a los pactos de 1137.[155]
Por su parte Cristian Palomo ha calificado como «errónea» la tesis del «casamiento en casa» argumentando que a tenor de lo que dice el documento de 1137 («doy a ti, Ramon, mi hija por mujer, con todo el reino aragonés íntegro, así como mi padre, el rey Sancho, y mis hermanos, Pedro y Alfonso, mejor lo tuvieron y poseyeron») se incumple una de las condiciones sinequanon del «casamiento en casa»: «que el cónyuge proveniente de la casa tiene que ser heredero de las propiedades familiares, de las cuales el cónyuge forastero puede mantener el usufructo en caso de que se vuelva a casar después de la muerte del heredero». «Pero, ni Petronila aporta nada ni Ramiro II le reconoce ningún derecho sobre el reino de Aragón, que es entregado al conde como donación por parte del rey».[156] Palomo coincide con Serrano Daura cuando concluye que «resulta evidente que ni se produjo ningún casamiento en casa ni, como asegura Ubieto, gracias a esta institución jurídica, supuestamente establecida el 11 de agosto de 1137, Ramon Berenguer gobernó desde 1137 en nombre de la "reina" Petronila, la titular de soberanía. Para sostener eso, se tiene que ignorar la abdicación de Ramiro II producida en Zaragoza tres meses después, cuando Ramiro cede al conde todo lo que se había reservado en Barbastro y ordena a los aragoneses que tengan a Ramon como rey».[157] Por otro lado, Palomo considera un «despropósito historiográfico» la tesis del supuesto «ahijamiento» de Ramon Berenguer por parte de Ramiro II, lo que habría supuesto la renuncia a su linaje de la Casa de Barcelona y la integración en el "Casal de Aragón", entre otras razones porque «es absurdo si consideramos las consecuencias reales que habría tenido si se hubiera producido: si Ramon Berenguer se hubiera convertido en hijo de Ramiro II, ya no habría hecho falta que se casara con Petronila, porque el conde sería el heredero varón del rey y se habría acabado intitulando rex desde 1137».[158]
¿Por qué Ramón Berenguer no se intituló «rey de Aragón»?
[editar]En 1955 el historiador catalán Ferran Soldevila se planteó la cuestión, partiendo de la constatación de que podría haberlo hecho porque después de 1137 se había convertido en «soberano efectivo de Aragón: de hecho y de derecho», como lo demostraría que «en diversos documentos [el rey de Aragón] Ramiro le transfirió la propiedad y la soberanía... [y que] en los pactos con los templarios y los hospitalarios, verdaderos herederos de Aragón según el testamento de Alfonso el Batallador, aquellas órdenes militares renunciaron a sus derechos a favor, no de Petronila, que ni tan solo es mencionada en los pactos, sino de Ramon Berenguer IV, que obra en todo como único y total soberano del reino —porque realmente lo era». Según Soldevila no se intituló rey porque «Ramiro el Monje, según aquellos pactos [de 1137], lo conservaba... Pero el hecho es que, una vez muerto el rey Ramiro, Ramon Berenguer siguió usando el título de príncipe. Por eso también hay que tener en cuenta otra explicación, ya dada antiguamente. Supone el cronista del siglo XIII Bernat Desclot que Ramon Berenguer no quiso tomar el título real porque prefería ser uno de los mejores condes del mundo a ser uno de los menores reyes. Una explicación similar da la Historia rerum Anglicarum de Guillermo de Newburgh, cuando le hace decir que no quiere ser más que sus antepasados y que prefiere ser el primero de los condes que no el séptimo de los reyes».[159]
Dos años después, en 1957, el historiador alemán Percy Ernst Schramm se planteó también la cuestión, partiendo de la misma valoración que había hecho Soldevila: que tras la abdicación de Ramiro II y el acuerdo alcanzado con las Órdenes militares, herederas del trono aragonés según el testamento de Alfonso el Batallador, «Ramon Berenguer se podía considerar el amo indiscutido de Aragón». Así pues, según Scharamm, «habría sido natural que Ramon Berenguer, que ahora podía gobernar "tanquam rex" ['como rey'], hubiese adoptado el título de rey que no pertenecía a nadie. Pero no lo hizo... [porque] a Ramon Berenguer le bastaba el poder efectivo y quería, en la forma, no ofender la sensibilidad de sus nuevos súbditos. De esta manera se mantuvo la ficción de que el rey-monje había sido sucedido por su hija y que la dignidad real no pasaría a la otra dinastía hasta la nueva generación nacida ya en el país». Schramm señala que tuvo la oportunidad en 1143 cuando el patriarca de Jerusalén le otorgó plenos poderes para utilizar a partir de entonces el título de rey, pero no lo hizo porque —«aparte de los miramientos que tuvo con los aragoneses»— «a ojos de la curia, el patriarca se había atribuido un derecho que no le pertenecía» por lo que si «se hubiese nombrado rey, Roma también lo hubiera considerado una provocación, no menos que el incumplimiento —ahora ya en gran parte compensado— del testamento de Alfonso el Batallador». Por otro lado, Schramm, a diferencia de Soldevila, no concede ninguna credibilidad («recuerda demasiado a la fábula de la zorra y las uvas») a la explicación de los cronistas medievales Bernat Desclot y Guillermo de Newburgh según la cual Ramon Berenguer no ostentó el título de rey porque como conde no se podía comparar con nadie y como rey sería el último de ellos, que le ganaban en riqueza y dignidad.[160]
Por el contrario, una parte de la historiografía, especialmente la aragonesa —que en su inmensa mayoría acepta la tesis de Antonio Ubieto Arteta de que los capítulos matrimoniales de Barbastro de 1137 se produjeron en el marco del «casamiento en casa», lo que habría comportado el sometimiento del conde de Barcelona a Petronila—, considera que Ramon Berenguer no se intituló rey porque no rigió por sí mismo el reino de Aragón, sino que habría realizado sus actos como consorte de la heredera/reina Petronila (con quien consumó el matrimonio en 1150, cuando cumplió la edad canónica).[161] Suelen citar la Crónica de San Juan de la Peña en la que se dice que Ramon Berenguer no se intituló rey porque no lo «quisieron consentir los aragoneses».[162]
Aqueste muy noble varon, prissó por muller la filla de Don Remiro rey de Aragon nombrada Peronella et después fue nombrada Vrracha, con la qual prisó el dito Regno en axuar en el año de nuestro Senyor M.C.XXX.VII... et se clamaua Princep de Aragón et Conte de Barçelona, que non quisieron consentir los aragoneses que se clamasse Rey mas su fillo Don Alfonso se clamó Rey.
En 2014 el historiador catalán Josep-David Garrido Valls en su biografía sobre Ramon Berenguer IV retomó la cuestión. Ramiro II «había donado —sí:¡donado!— el reino [de Aragón] a Ramon Berenguer IV sin contrapartidas. Ramiro II lució el título de rey mientras vivió, recogido entre los muros del monasterio de el monasterio de San Pedro el Viejo (Huesca) y el beneficiario de la donación lo respetó. Tanto es así que, aunque podía haberlo hecho y no habría pasado nada, Ramon Berenguer IV nunca se intituló rey, ni antes ni después de la muerte de Ramiro II [en 1147]. A Ramon Berenguer ya le bastaba, en la práctica, ser princeps i dominator de Aragón».[163] A la pregunta concreta de «¿por qué Ramon Berenguer IV no se intituló rey de Aragón?» responde: «¡Quien lo sabe!».[164]
Véase también
[editar]Notas
[editar]- ↑ A diferencia del castellano, en catalán las palabras agudas acabadas en 'n' o 's' no llevan tilde.
- ↑ Aunque nunca fue canonizado.
- ↑ «Adoptó el título de príncipe, hasta entonces inusitado en Aragón, porque, en Barcelona, sus antepasados se habían denominado a menudo "princeps" en lugar de "comes"».[7]
- ↑ A veces también se tituló conde de Sobrarbe y Ribagorza.[8]
- ↑ Ver Sección Ramon Berenguer IV de Barcelona#¿Por qué Ramón Berenguer no se intituló «rey de Aragón»?.
- ↑ La fecha generalmente admitida de la muerte de Ramiro II es 1147. Es la fecha que dieron Jerónimo Zurita, Jerónimo Blancas y Francisco Diago. Sin embargo Joaquin Traggia (1799) pospuso la muerte a 1157, fecha que más recientemente (1949) también ha sido indicada por Antonio Ubieto Arteta. A pesar de ello, José-David Navarro Valls considera que «la fecha de 1147 es más verosímil, puesto que, una vez muerto Ramiro II, Ramon Berenguer IV pudo tratar descaradamente su matrimonio con una princesa diferrente de Petronila, como así pasó el 1 de julio de 1149, cuando concertó su casamiento con Blanca de Navarra, hija de García VI»[63]
- ↑ Fue caballero templario, como lo había sido su padre, aunque con carácter temporal (miles ad terminum).[74] Los miles ad terminum eran caballeros que no tomaban la totalidad de los votos de la ordenación, por lo que tenían un estatus inferior y servían solo durante un tiempo limitado.[75]
- ↑ Véanse los textos en latín de la concesión de los caballeros del Santo Sepulcro y los Hospitalarios, así como la bula de aprobación de Adriano IV (1158), en el Archivo Virtual Jaume I de la Universidad Jaume I de Castellón.
- ↑ La función de princeps (acaudillar el ejército, disponer tenencias, dictar cartas de población...) estaba vedada a la reina por su condición femenina. Por ello, Petronila quedó con la dignidad regia —que se hizo efectiva en sus testamentos y en la abdicación en su hijo Alfonso el 18 de julio de 1164—, en tanto que desde 1162 ejerció el poder un consejo de magnates aragoneses y barceloneses: el arzobispo de Tarragona, altos prelados, ricoshombres y barones de ambas procedencias, y representantes de las principales ciudades. Para ratificar este consejo regente se reunieron las primeras Cortes de Aragón documentadas el 11 de noviembre de 1164 en Zaragoza, pocos meses después de la transmisión de la herencia conjunta del reino y condados por parte de Petronila. La regencia de este consejo de notables en las decisiones de gobierno se extendió desde la muerte de Ramón Berenguer en 1162 hasta 1173, año en que Alfonso II, con dieciséis años, contrajo matrimonio y obtuvo así su mayoría de edad, y pudo legalmente encabezar el gobierno de sus tierras y pueblos.[126].
Referencias
[editar]- ↑ a b Garrido Valls, 2014, p. 45. «Tradicionalmente, se ha señalado que Ramon Berenguer III murió en 1131, datación que se hace a partir del año indicado por los Gesta comitum barcinonensium y recogido por la necrológica y los cronicones de Ripoll, que aparentemente entran en contradicción con la fecha del testamento, 8 de julio de 1130, y de la publicación sacramental de la última voluntad de Ramon Berenguer III, el 10 de agosto de 1130. Por otro lado, si Ramon Berenguer III falleció en julio de 1131, seria imposible que su hijo reinara el 21 de abril de 1131, como sí que lo tenemos documentado... Esto no pasó desapercibido a Francisco Diago, Historia de los victoriosísimos antiguos condes de Barcelona, Barcelona, 1603, f. 187-188, que indica que la muerte se produjo en 1130».
- ↑ Ubieto Arteta, 1987, p. 188.
- ↑ Garrido Valls, 2014, p. 31. «Debió nacer hacia el año 1113, quizás en Barcelona. El lugar y la fecha de nacimiento todavía continúan siendo un enigma...».
- ↑ Schramm, 1960, pp. 23; 25.
- ↑ Schramm, 1960, p. 20.
- ↑ Iglesias Costa, Manuel (2001). Instituto de Estudios Altoaragoneses, ed. «Historia del condado de Ribagorza» (pdf). Huesca. p. 215. ISBN 84-8127-121-7. Archivado desde el original el 11 de enero de 2012. Consultado el 24 de septiembre de 2011. «Ramón Berenguer IV se tituló siempre conde de Barcelona y príncipe de Aragón, Sobrarbe y Ribagorza, o de Aragón a secas.»
- ↑ Schramm, 1960, p. 38.
- ↑ Soldevila, 1955, pp. 19-20. «En realidad, estos títulos tendrían que haber sido reales, porque Lérida y Tortosa eran reinos. "Rex ilerdensium", rey de los leridanos, lo denomina, al lado de "comes barchinonensium", "princeps aragonensium" y "dux Tortosae", el poema que es conserva en un códice del monasterio de Roda ()».
- ↑ Soldevila, 1955, p. 191ps=«No hay que ver sin embargo, en el uso de este título, ninguna usurpación por parte de Ramon Berenguer IV, porque los príncipes de la casa de Barcelona consideraron siempre Provenza como un beneficio que volvía a la corona a la muerte del beneficiario. Por otro lado, Ramon Berenguer IV dirigió hasta su muerte la política provenzal... Su intervención directa en el gobierno de Provenza, unida al uso del título correspondiente, dio como resultado que Ramon Berenguer IV de Barcelona fuese incluido en la lista de los condes provenzales, en la que era el segundo de su nombre; de manera que su sobrino fue el tercero»..
- ↑ Soldevila, 1955, pp. 29-30; 34. «Lleida y Tortosa, objetivos tradicionales de sus predecesores, caen por su su iniciativa y su esfuerzo».
- ↑ Soldevila, 1955, p. 34.
- ↑ Soldevila, 1955, p. 5. «Reunía en sus venas sangre catalana de la alta estirpe de los Barcelona, sangre provenzal de los condes de Carlat y de Provenza, y, por parte de su abuela paterna, sangre normanda de los conquistadores de Sicilia».
- ↑ Garrido Valls, 2014, p. 31-43.
- ↑ a b Soldevila, 1955, pp. 5-6.
- ↑ Garrido Valls, 2014, p. 47.
- ↑ Garrido Valls, 2014, pp. 62-64.
- ↑ Soldevila, 1955, p. 6.
- ↑ Garrido Valls, 2014, p. 67.
- ↑ Soldevila, 1955, pp. 6-7.
- ↑ Garrido Valls, 2014, pp. 19-21; 49.
- ↑ Garrido Valls, 2014, pp. 24-28; 38.
- ↑ Garrido Valls, 2014, pp. 84-86.
- ↑ Garrido Valls, 2014, pp. 87-93.
- ↑ Garrido Valls, 2014, p. 93-94.
- ↑ Garrido Valls, 2014, p. 57-59. «Ramon Berenguer III, inquieto por los movimientos del rey aragonés [Alfonso I el Batallador], buscó la alianza castellana y la consiguió con el matrimonio de su hija [de doce años], Berenguela, con el rey Alfonso VII de León y Castilla, a quien Alfonso I había disputado el derecho a reinar en el pasado. [...] Una vez casado, el rey castellanoleonés, que entonces tenía veintitrés años, tuvo que esperar a que Berenguela cumpliera los catorce años para tener relaciones sexuales».
- ↑ Schramm, 1960, pp. 39-40. «Además, la dinastía de los condes de Barcelona se elevaba a la categoría de las familias reales, y no había ningún linaje que se creyera demasiado noble para no emparentar con ella».
- ↑ Schramm, 1960, pp. 9-10. «El documento no podía ser más extraño. Ja que el difunto deshacía de esta forma todo lo que su abuelo Ramiro I, su padre Sancho Ramírez y él mismo habían conseguido con el esfuerzo de sus vidas, y borraba del mapa aquel "regnum"... Alfonso dejaba su reino, no a las Órdenes, sino al Sepulcro, al Hospital y al Templo, o sea, no a las comunidades, sino a los lugares a los que servían; sólo en el suplemento se mencionaban los caballeros de las Órdenes. De esta forma se sorteaba la dificultad de que estas Órdenes se disolvieran, abandonaran la lucha religiosa o se desentendieran en alguna otra forma de aquella obligación que constituye la razón de ser de la donación: la solución que debía adoptarse y que consistía en hacer heredero a un santo, no era posible tratándose de Jesucristo».
- ↑ Sesma Muñoz, 2000, p. 31-35; 38.
- ↑ Schramm, 1960, pp. 11-14. «En 1135 el papa Inocencio II había escrito a Alfonso VII que se encargara, juntamente con sus príncipes, de que el testamento del Batallador se cumpliera, es decir, que Aragón fuese repartido entre las tres Órdenes. Eso equivalía a condenar a condenar a Ramiro».
- ↑ Schramm, 1960, p. 13.
- ↑ Garrido Valls, 2014, p. 74-75.
- ↑ Ubieto Arteta, 1987, pp. 128-132.
- ↑ Sesma Muñoz, 2000, p. 36-38.
- ↑ Schramm, 1960, p. 14.
- ↑ Garrido Valls, 2014, pp. 76-77.
- ↑ Garrido Valls, 2014, p. 79.
- ↑ Schramm, 1960, pp. 14-15.
- ↑ Garrido Valls, 2014, pp. 79-80.
- ↑ Schramm, 1960, pp. 14-15. «Este convenio ofrecía la perspectiva de realizar bajo la hegemonía castellana aquella unión de los dos países que en 1109 había fallado bajo la hegemonía aragonesa».
- ↑ Garrido Valls, 2014, p. 80.
- ↑ Garrido Valls, 2014, p. 82.
- ↑ Schramm, 1960, pp. 16-17.
- ↑ Garrido Valls, 2014, p. 97.
- ↑ a b Sesma Muñoz, 2000, pp. 39-40.
- ↑ Schramm, 1960, p. 17.
- ↑ Garrido Valls, 2014, pp. 97-98.
- ↑ Schramm, 1960, p. 17. «Estos juramentos de fidelidad se convirtieron, pues, en un juramento general de sumisión, en el que se borran los límites entre este tipo de juramento y el juramento feudal».
- ↑ a b Garrido Valls, 2014, p. 103.
- ↑ Palomo, 2018, p. 29.
- ↑ Schramm, 1960, p. 17-18.
- ↑ Garrido Valls, 2014, pp. 104-106.
- ↑ Garrido Valls, 2014, p. 107.
- ↑ Palomo, 2018, p. 31. «Parece que en este tiempo de cogobierno conjunto, la relación entre el rey y el conde se hizo más estrecha, ya que el rey, con libre voluntad y firme afecto, ordenó a todos los aragoneses que los castillos, las fortalezas y todos los honores que tenían como vasallos de Ramiro, los habían de tener y mantener para el conde de Barcelona, a quien tenían que obedecer y ser fieles en todo como rey. A continuación dona a Ramon todo aquello que se había reservado en el primer documento —en relación con los honores y los castillos, se entiende— y añade que, ahora que ha donado todo lo que tenía a Ramón, el conde lo ha de tener todo siempre con fidelidad y al servicio de Ramiro (esta vez sin mencionar a Petronila)».
- ↑ Garrido Valls, 2014, p. 107-.
- ↑ a b Schramm, 1960, p. 18.
- ↑ Palomo, 2018, p. 31. «Aunque, según Jerónimo Zurita, hasta su muerte vistió como un rey, y no como un monje, no intervino más en la esfera política»
- ↑ Garrido Valls, 2014, p. 109.
- ↑ Garrido Valls, 2014, pp. 109-110.
- ↑ Garrido Valls, 2014, p. 102.
- ↑ a b Schramm, 1960, p. 41.
- ↑ Schramm, 1960, pp. 18-19.
- ↑ Schramm, 1960, p. 19.
- ↑ Soldevila, 1955, p. 9.
- ↑ Schramm, 1960, p. 28.
- ↑ Schramm, 1960, pp. 20-21. «Sólo hay que comparar esta fórmula refinada con las frases chapuceras del documento, justo unos años más antiguo, con el que Ramiro II cedía sus vasallos a su yerno, para hacerse cargo de como era diferene el tereno en que se realizaron las negociaciones entre Raymund y Ramon Berenguer».
- ↑ Schramm, 1960, pp. 21-22.
- ↑ Schramm, 1960, p. 22. «Es difícil que, desde la lejana Jerusalén, al patriarca se le ocurriera espontáneamente la idea de otorgar aquella gracia; de esta frase se ha de deducir que Raymond le había presentado aquel favor como un secreto deseo de Ramon Berenguer; por otro lado, quizás también alagaba su vanidad el hecho de poder crear un rey».
- ↑ Damien Carraz y Alain Demurger, L'Ordre du Temple dans la basse vallée du Rhône: 1124-1312: ordres militaires, croisades et sociétés méridionales, Presses Universitaires Lyon, 2005, pág. 110.
- ↑ Dominic Selwood, Knights of the Cloister: Templars and Hospitallers in Central-Southern Occitania, C.1100-C.1300, Boydell & Brewer Ltd, 1999, pág. 120.
- ↑ Schramm, 1960, p. 22-26.
- ↑ Pujades, Gerónimo. Crónica universal del Principado de Cataluña. Tomo VIII, Libro XVIII, Capítulo VI. Barcelona: Imprenta de José Torner. pp. 363-368.
- ↑ Schramm, 1960, p. 19. «De qué manera entendía Ramon Berenguer la relación establecida entre Aragón y su país de origen, que manifestado por el sello... O sea que considera la unión de los dos países como una "unión matrimonial" que dejaba a cada uno su independencia interna».
- ↑ Ubieto Arteta, 1987, pp. 160 y ss.
- ↑ Villacañas, op.cit., págs. 429-430.
- ↑ a b Schramm, 1960, p. 31.
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- ↑ L'Enciclopèdia: Sant Pere de Vilamajor
- ↑ Carles Albesa, Postals del Montseny/2, Ediciones de la Abadía de Montserrat, 1990, pág. 16.
- ↑ Ubieto Arteta, 1987, pp. 177 y ss.
- ↑ Soldevila, 1955, pp. 9-10.
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- ↑ Soldevila, 1955, p. 21-23. «[Ramon Berenguer IV] pudo disponer pronto, desde que la unión con Aragón se realizó (1137) y desde que tomó en sus manos el gobierno de Provenza (1144), de recursos incomparablemente más grandes que todos sus antepasados, sin excluir a su padre».
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- ↑ Soldevila, 1955, p. 29. «El ideal íntegro de Ramon Berenguer IV era, indudablemente, la formación del gran reino pirenaico occitano-peninsular».
- ↑ Schramm, 1960, pp. 30-32.
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sin título (ayuda). Archivado desde el original|urlarchivo=
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- ↑ Palomo, 2018, p. 52.
- ↑ Palomo, 2018, pp. 53-54.
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Bibliografía
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- — (1987a). Los esponsales de la reina Petronila y la creación de la Corona de Aragón. Zaragoza: Gobierno de Aragón.
Predecesor: Ramón Berenguer III | Conde de Barcelona 1131-1162 | Sucesor: Alfonso el Casto |
Predecesor: Ramiro II (como rey de Aragón) | Príncipe de Aragón 1137-1162 | Sucesor: Alfonso el Casto (como rey de Aragón) |
Predecesor: Berenguer Ramón I | Conde de Provenza regente 1144-1162 | Sucesor: Ramón Berenguer III |
Enlaces externos
[editar]- Epitafio completo [1][2]
- Testamento completo [3][4]
- Wikimedia Commons alberga una categoría multimedia sobre Ramón Berenguer IV de Barcelona.