Conservadurismo en el Perú , la enciclopedia libre

Representantes de sectores políticos (izquierda), eclesiásticos (centro) y militares (derecha, al fondo) en 2015. Si bien los religiosos tuvieron un papel significativo en los círculos conservadores, también lo hicieron las fuerzas del orden. Como señala el Tribunal Constitucional, cabe destacar los esfuerzos de la policía por establecer una presentación adecuada a fin de contribuir a su imagen positiva.[1]

El conservadurismo en el Perú comprende al sistema político de creencias conservadoras en territorio peruano, caracterizado por el apoyo a los valores cristianos, la estabilidad social y el orden social. El conservadurismo peruano se concibió en los años 1840[2]​ y abarcó una amplia gama de teorías. Estas teorías e ideologías se desarrollaron a lo largo de 200 años de república,[3]​ que destacan a: La adopción término «conservadores» (originalmente «partidarios de la fuerza y el orden»), en la década de 1860, para referirse a la fuerza política contra los adversarios liberales;[4]​ la Coalición Conservadora de la década de 1930 y el neoliberalismo de Alberto Fujimori,[5]​ este último de carácter neopopulista apoyado por evangélicos.[6][7]

La nación peruana es considerada una de las naciones más conservadoras en América Latina, especialmente con su conservadurismo social,[8][9][10][11]​ impulsado por su teología y las estrategias sociales.[12]​ Desde el siglo XIX, la influencia de la Iglesia católica se mantuvo vigente, a pesar de que se contaron reformas laicistas para contrarrestar tal influencia.[13][14]​ Esta institución prevaleció como actor importante en la doctrina moral del país durante varios años.[15]​ Luego de establecer la separación Iglesia-Estado, las ideas prevalecieron con el tiempo en asociaciones civiles, hacia el siglo XXI;[16]​ además que el Estado estableció definitivamente un concordato a una Iglesia independiente,[17]​ junto a derechos como la exoneración de impuestos en actividades sociales, renumeración a profesores de educación religiosa y el servicio de vicariato castrense.[18]​ No obstante, este sistema social fue desligándose en sectores religiosos, cuyas organizaciones mostraron apoyo al espectro izquierdo y estuvieron alejados de esa concepción ideológica;[19]​ este sector es minoritario en comparación con la fuerte influencia de la derecha en los evangélicos del país.[20]

Autores como Pike (1967) y Rottenbacher de Rojas (2012 y 2013) han señalado que el conservadurismo social suele estar asociado con creencias autoritarias.[21][22][23][24]​ Estas creencias son consecuencia de la influencia de las fuerzas armadas en el control político, cuando estas se enfrentaban a movimientos contestatarios contra la oligarquía limeña,[25]​ como ocurrió con el Partido Comunista Peruano. Si bien las creencias autoritarias se basan en la lucha contra la delincuencia,[26][27]​ también se justifican por razones de índole política.[28][29]​ En este sentido, se busca imponer los principios de una cultura occidental,[30]​ lo cual se manifiesta en estrategias como el uso del terruqueo, una variante de la falacia reductio ad Stalinum, y la negación del término «conflicto armado interno» para referirse a la época del terrorismo.[31]

Por el lado económico, y en parte por los aportes de la Iglesia, que influyó en la formación de la oligarquía limeña,[32]​ el conservadurismo mostró apoyo a una economía flexible (neoliberalismo criollo),[33]​ es por lo cual el historiador Antonio Zapata describe al Perú como «un país de derechas»; con excepciones de gobiernos de izquierda en historia contemporánea como Juan Velasco Alvarado (1968–1975) y Pedro Castillo en 2021. El primer mandato fue autor de una reforma agraria, la reforma educativa (que fue rechazada por algunos sectores)[34]​ y la nacionalización de sectores estratégicos populares como respuesta ligeramente progresista al dominio centralista del sector privado;[35]​ mientras el segundo permaneció conservador en el aspecto social con discrepancias con otros sectores de la izquierda peruana.[36][37]

En contraste con naciones vecinas como Colombia o Chile, Perú históricamente ha carecido de una postura política definida.[38][39]​ Sin embargo, analistas como Martín Tanaka observan que la capital del país ha albergado notablemente el conservadurismo como su sistema de creencias.[40]​ De 1978 a 2011, la Oficina Nacional de Procesos Electorales documentó que los votantes de las regiones costeras y selváticas (exceptuando el sur) tendían a respaldar a candidatos conservadores.[41]​ Esta inclinación se consolidó en 2020, cuando el movimiento fujimorista obtuvo un sólido apoyo entre los votantes del norte del país.[42]

Historia del conservadurismo entre los siglos XIX y XX

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Primeros años de la república

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El primer grupo conservador de carácter popular provino de los denominados «rivagüerinos», en alusión a José de la Riva Agüero. Entre los «rivagüerinos» más destacados estuvieron Mariano Tramarria, Ignacio Ninavilca, Tomás Dieguez y José Braulio de Camporedondo.[43]

La debilidad de los partidos políticos peruanos se visibilizó a lo largo de la historia de la República, con líderes en competencia que luchaban por el poder tras el colapso del Virreinato del Perú del Imperio español.[44][45][46]​ Esto explica la ausencia de un partido dominador hasta superado el periodo de la República Aristocrática y, aun así, no contar con un desarrollo a largo plazo;[47]​ lo que se buscó cubrir el vacío institucional con caudillos.[48]​ Un detalle relevante es la ausencia de un único partido político basado en el clivaje religioso, a diferencia de otros países como Colombia y Uruguay.[49]

Durante el virreinato, la ciudad de Lima se convirtió en uno de los principales centros religiosos de Sudamérica, donde se propagó el evangelio y se estableció una fuerte presencia misional.[50]​ Sin embargo, para el siglo XVIII, las ideas de la Ilustración empezaron a llegar al Perú, aunque tomaría un cariz más ecléctico y piadoso a diferencia del irreligiosismo francés.[51]​ En los años de emancipación, nuevos diarios que notaron la crisis estructural del Virreinato,[52]​ como la Gaceta de Lima, fueron los difusores de ideas liberales.[53]​ Cabe destacar que, a pesar de la promoción de un pensamiento reaccionario y antiliberal desde España, los grupos realistas en Lima no se manifestaron públicamente en contra de las ideas liberales que ganaban terreno (salvo algunas excepciones como la de Ignacio Alonso de Velasco, editor de El Clamor de la Verdad).[54][55]

En este contexto, los realistas peruanos aceptaron las disposiciones liberales de la Corte de Cádiz, lo que marcaría un punto de inflexión en el proceso independentista.[56]​ A pesar de ello, en España, el clérigo trujillano Blas Ostolaza defendería y difundiría el tradicionalismo hispano mostrándose en oposición a los liberales como diputado en las Cortes de Cádiz.[51]​ Finalmente, las ideas independentistas no prosperaron del todo, ya que en su lugar se estableció el centralismo en el país y la prevalencia de teorías favorables para preservar la influencia religiosa en el Estado ante el secularismo.[57]

Tras los acontecimientos de emancipación, José de San Martín propuso una alternativa a las ideas republicanas: el establecimiento de una monarquía constitucional.[58]​ El más grande defensor del monarquismo fue José Ignacio Moreno, quien destacó, además, por acoger las críticas al liberalismo de los contrarrevolucionarios franceses y adaptarlas a la realidad hispanoamericana.[51]​ Si bien el proyecto monárquico no se concretó (a pesar de plantearse la llamada «monarquía sin corona», por parte de José María Pando),[59]​ el concepto de Ramón de Salas y Cortés sobre la existencia de un poder neutro del Estado,[60]​ retomado por Bartolomé Herrera, el mayor representante del conservadurismo peruano, fue relevante para el proceso de conciliación entre el legado monárquico y la nueva república. Este concepto contó con el apoyo del Convictorio de San Carlos,[61]​ centro doctrinario que respaldó la ideología conservadora, desde la ortodoxia católica, tras la reforma educativa de Herrera a dicha institución en la década de 1840.[62][63]

Los «rivagüerinos», el primer grupo representativo de las corrientes conservadoras que contaría con apoyo popular, surgieron con el mandato José de la Riva Agüero, sucesor presidencial de San Martín tras el Motín de Balconcillos. Este grupo y sus afines estaban en contra de aquellos que enarbolaban un gobierno de tendencia liberal y secular, cuya fuerza se redujo en el gobierno de José Rufino Echenique (previo a la revolución de 1854).[64]

Más allá de lo patriótico y religioso, Perú consolidó sus pilares políticos de Agustín Gamarra, emblema del caudillismo autoritario,[65]​ y que Herrera le rindió homenaje en uno de sus discursos. Su Carta Magna de 1839 fue considerada como «la máxima expresión de la voluntad conservadora de imponer un orden en el país», en palabras de Alicia del Águila Peralta;[66]​ además, según la historiadora Natalia Sobrevilla en The Caudillo of The Andes, se tomó como referencia a la Constitución Política de la República de Chile de 1833.[67]​ Con Manuel Ignacio de Vivanco, su ideario (con tintes regeneracionstas) contribuyó en la preservación autoritaria de las costumbres sociales y morales.[68]

Otro factor importante en los inicios republicanos fue el surgimiento de aristócratas. Luego de la independencia del Perú, cuando se permitió que empresarios con grandes terrenos y comerciantes ricos cooperaran entre ellos para luchar contra el Imperio español, los aristócratas obtuvieron un mayor poder y lideraron una oligarquía encabezada por los caudillos que defendían las haciendas feudales existentes.[46]​ Durante la época de la guerra contra España, la extracción de guano en Perú condujo al surgimiento de una aristocracia aún más rica que estableció una plutocracia.[46]​ Se creó entonces una oligarquía adinerada que utilizaba partidos políticos basados en candidatos para controlar los intereses económicos; una práctica que continúa en la actualidad.[46]

Mientras tanto, el sistema educativo en Perú fue susceptible a gobiernos autoritarios de tendencia antiprogresista para segregar en contra de los indígenas peruanos —tomando en cuenta que la mayoría de las 15 reformas formuladas desde el gobierno de Ramón Castilla (salvo las reformas excepcionales de José Pardo y Barreda y Manuel Prado Ugarteche), no se entabló una docencia inclusiva—,[69]​ en que se inculcó bajo la creencia de una sociedad jerárquica y capacitó a los grupos indígenas para vivir sus vidas como si fueran campesinos o soldados.[70]​ La lucha contra las ideologías del indigenismo de la mayoría y la élite con valores eurófilos surgiría a fines del siglo XIX y en el siglo XX.[46]

Primeros grupos conservadores

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Antonio Huachaca, líder de una rebelión contra la naciente república para restaurar el orden virreinal. Su movimiento ha sido comparado con los vandeanos y los chuanes, quienes se opusieron a la Revolución francesa.[71][72]

A pesar del fracaso del proyecto monárquico, el primer grupo conservador en el Perú que alcanzó carácter popular fueron los autodenominados «antiguos patriotas» o «rivagüerinos». Este proyecto fue impulsado por José de la Riva Agüero, el primer presidente de la república, agrupando tanto a la antigua aristocracia peruana como a las clases populares, entre ellos morenos libertos y montoneros, bajo el lema «Unión y Religión».[43]​ Sin embargo, la iniciativa rivagüerina entraría en conflicto con Simón Bolívar, quien eliminaría a las fuerzas de Riva Agüero debido a su oposición a su llegada al Perú.[43][73]​ A la par, estalló la revuelta de Antonio Huachaca en Ayacucho, que buscaba retornar al orden tradicional contra quienes consideraba «usurpadores de la religión, de la Corona y del suelo patrio» considerando a los liberales como herejes.[74]

En 1827, tras la caída del régimen de Bolívar y la derogación de la Constitución Vitalicia, se formaron tres fuerzas políticas rudimentarias: los «colorados» (de tendencia liberal y representados por Francisco Xavier de Luna Pizarro), los «vitalicios» o «persas» (conservadores devenidos de los partidarios de Bolívar y representados por Pando quienes fueron denominados de esa manera en asociación del «Manifiesto de los Persas») y los reagrupados «rivagüerinos» (quienes impulsaron el regreso de Riva Agüero, que se encontraba en el exilio). Debido al vacío en el poder, los «rivagüerinos» y los «persas» apoyaron a Andrés de Santa Cruz como nuevo presidente de la república, sin embargo, el congreso constituyente de dicho año designó al liberal José de la Mar como gobernante del Perú además de instaurar una constitución de la misma tendencia política en 1828.[43]​ Por otro lado, para 1827, las fuerzas de Huachaca caían derrotadas en su intento de tomar Huanta. Ante esto, pasaron a una fase de guerra de guerrillas denominado como los «castillos de Iquicha».[74]

Tras el derrocamiento de La Mar en 1829, asumiría el poder Agustín Gamarra, de tendencia «persa» y apoyado por Pando. El entendimiento entre «rivagüerinos» y «persas» se dio a partir de 1831, luego de la huida de Antonio Gutiérrez de la Fuente, enemigo de Riva Agüero que fuera acusado de conspiración. Dicho entendimiento permitió el retorno de Riva Agüero a tierras peruanas y su posterior rehabilitación política, además de la presidencia interina del rivagüerista Manuel Tellería en 1832 mientras Gamarra se encontraba enfermo.[43][75]​ Sin embargo, la ruptura entre ambas facciones políticas vendría en 1833 con motivo de las elecciones presidenciales de dicho año, lo que llevaría a la expatriación de Tellería y el exilio de Riva Agüero debido a una presunta conspiración contra el gobierno. El nuevo presidente, elegido por la Convención Nacional, fue Luis José Orbegoso y Moncada, de tendencia liberal,[76]​ en perjuicio de Pedro Pablo Bermúdez, el candidato de Gamarra. Esto desataría una guerra entre Orbegoso y Bermúdez, acabando con Gamarra refugiado en Bolivia mientras Riva Agüero retornaba al Perú dando su apoyo a Orbegoso, lo que llevaría a una «alianza legalista» entre liberales y «rivagüerinos».[43]

Felipe Pardo y Aliaga, escritor conservador y representante del costumbrismo peruano. Fue parte de la «Tertulia de Pando», un círculo de intelectuales promovido por José María Pando que se reunía para debatir diversas temáticas.

Para 1836, se conformó la Confederación Peruano-Boliviana, impulsada por Orbegoso y Santa Cruz y apoyada por los «rivagüerinos», dicha tendencia también tuvo el apoyo de otros pensadores como José Joaquín de Mora (recibido por Pando tras su expulsión de Chile) y Pando. Mora, de tendencia liberal convertido en conservador, defendió la idea de una confederación mientras que Pando propuso una fusión de ambas repúblicas bajo los símbolos peruanos. A la par, Pando promovió la denominada «Tertulia de Pando», un círculo de intelectuales que se reunían para conversar de diversos temáticas promoviéndose el debate, las dramatizaciones y la lectura de poemas y novelas. Dicha tertulia se reunía en la casa de Pando, llegando a ser parte de ésta personalidades tanto liberales como conservadores destacándose, desde el conservadurismo, Felipe Pardo y Aliaga. A pesar de la «Tertulia de Pando», no se llegó a formar un pensamiento conservador orgánico sino que cada pensador adaptaba las ideas de la cultura política occidental y las adaptaba a la realidad nacional.[43]​ En los siguientes años se formalizó la memoria patriótica y los valores cívicos, cuando se fundó la Benemérita Sociedad Fundadores de la Independencia. Esta asociación fue erigida en 1857 y se mantuvo adscrita al Ministerio de Defensa.

Sentido de religiosidad y providencialismo en la nación

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«[El] ejemplo [de salvar el honor nacional deberá estar presente] en nosotros para rechazar a los [actuales] fariseos de la antipatria que pululan tratando de mantenerse o capturar el poder autotitulándose defensores de los más diversos derechos. […] A esos enemigos de Dios, de la vida, del concepto de patria, a esos que tocan puertas de organismos extranjeros para que decidan sobre la vida de los peruanos […] les decimos, que, frente a sus oscuras pretensiones, defenderemos el Perú hasta quemar el último cartucho».
—El entonces presidente del Poder Judicial, Javier Arévalo, sobre el legado patriótico ante la Benemérita Sociedad Fundadores, una de las varias asociaciones patrióticas formadas en el siglo XIX. Cita de 2024.[77]

A la par con la vigencia tradicionalista de la época, la Iglesia católica mantuvo el legado ideológico del providencialismo post-virreinato[78]​ y que permaneció su rol conciliador ante eventuales confrontaciones políticas.[79]​ Desde la primera constitución peruana (1823) el país reconoció las relaciones Iglesia-Estado, como el patronato nacional,[80][81]​ hasta la carta de 1979.[82]​ Para la década de 1820, el control ideológico del conservadurismo estuvo asentado en Lima y en la zona norte de las regiones costeñas del país.[83]​ Mientras que en los años 1860 se impuso el ultramontanismo en la iglesia.[84]

Con la formación de la Sociedad Conservadora, fundada en 1849, se marcó la meta de evitar el crecimiento de una eventual anarquía.[85]​ Esta oligarquía contaba con el apoyo de la Iglesia católica, que ignoraba las desigualdades en Perú y ayudaba a los gobiernos a apaciguar a la mayoría empobrecida;[46]​ e incluso buscaba posicionarse en la sociedad, cuando en 1913 se impidió la libertad de culto, debido a la presencia de nuevos movimientos religiosos.[86]​ Mientras tanto, la Unión Católica (originalmente Sociedad Católica bajo liderazgo de Rufino Echenique)[87]​ fue el primer hito en impulsar la denominada «causa católica» en los años 1860 y que estableció los primeros movimientos religiosos conservadores, y que en los años 1920 se convirtió en el unificado Partido Católico Conservador (de origen arequipeño).[88][89]

Bartolomé Herrera y su aporte religioso en el Perú republicano

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Bartolomé Herrera, uno de los pensadores conservadores más influyentes del Perú.

Bartolomé Herrera es una de las figuras del pensamiento conservador, que es considerado como el más influyente del Perú del siglo XIX,[90][91][92]​ cuando tomó lugar después del fallecimiento de Agustín Gamarra y su entonces restauración peruana.[58]​ Basado en el concepto de la «ilustración contrarrevolucionaria» de José Ignacio Moreno,[93]​ quien realizó una respuesta ultramontana[nota 1]​ a una especie de batalla cultural de la época, Herrera fue reaccionario.[92][95]​ Sin embargo, en contraste con José de San Martín, no abogó por el retorno monárquico, sino por la instauración de un nuevo orden institucional dentro de la novel república.[96]

El pensador se opuso en que la democracia y el liberalismo apoyen fuertemente el elitismo y el autoritarismo bajo creencia de que la Iglesia católica debería tener el control por una teocracia de la ley divina, argumentando que la independencia de Perú de España había revertido esto, afirmando que «el principio de obediencia había perecido en la lucha por la emancipación».[90]​ Él creyó que después de la renuncia del control del Imperio en el Perú, la nueva estructura de soberanía popular condujo a la anarquía en la nación y que los ciudadanos solo obedecían las leyes cuando era beneficioso.[90]​ Se opuso también a la teoría del contrato social, cuando Herrera afirmó que la idea era «el germen de la revolución, los crímenes y la esclavitud inevitable».[90]​ El pensamiento de Herrera evolucionaría hasta creer que era un representante directo de Dios, afirmándose en la frase «Obedeced a las autoridades constituidas. Tiemblen los que no me obedezcan».[90]​ La prensa peruana de la época calificó las ideas de Herrera como partidarias del despotismo y que pertenecían a la etapa oscura de la Edad Media.[90]

En respuesta a las críticas de la prensa sobre su pensamiento, Herrera sustentó que:[97]

[E]l pueblo, es decir, la suma total de individuos de toda edad y condición, no tiene la capacidad ni el derecho de hacer leyes. Las leyes son principios eternos fundados en la naturaleza de las cosas, principios que no pueden percibirse con claridad sino por los entendimientos habituados a vencer las dificultades del trabajo mental y ejercitados en la indagación científica. ¿La mayoría de un pueblo se halla en estado de emprender la difícil tarea indispensable para descubrir esos principios? No: no tiene tal capacidad. Y quien no tiene la capacidad de hacer algo, no se puede decir, sin caer en un absurdo, que tiene derecho de hacerlo. El derecho de dictar las leyes pertenece a los más inteligentes, a la aristocracia del saber, creada por la naturaleza...

Así, Herrera creía que los humanos ni siquiera podían interpretar la ley natural, y mucho menos hacer leyes por sí mismos.[90]​ También apoyaría al caudillo Ramón Castilla, quien gobernó Perú durante el siglo XIX, creyendo que su autoridad ayudó a estabilizar Perú.[90]​ Herrera abandonó temporalmente a la vida pública en 1853 después de que el Congreso del Perú bloqueara un proyecto de concordato que redactó para el Papa Pío IX,[90]​ plan que fue finalmente permitido en el Congreso Extraordinario de 1858,[98]​ que posteriormente sería la Bula Praeclara Inter Beneficia.

Herrera reapareció en 1860, luego de aquella guerra civil entre liberales y conservadores, para convertirse en miembro y presidente del Congreso. En ese mandato se encargó de la elaboración de un borrador de la futura Constitución del Perú promulgada en ese año. Este borrador sustentaba una agenda antidemocrática y elitista al establecer a como excluidos ciudadanos a un gran porcentaje de peruanos, con la elección indirecta del presidente de la república y la designación de una cámara de diputados que representaba al poder legislativo. Además, se formuló a un grupo de treinta y cuatro miembros del senado que, supervisado por el empresariado, ejercía el poder judicial.[90]​ Después de que su propuesta fuera rechazada, el pensador renunció enojado a su cargo y se alejó definitivamente de la vida pública.[90]

Generación de 1900

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El historiador y político peruano, José de la Riva-Agüero y Osma, fue fundador de la Acción Patriótica, nieto del presidente José de la Riva-Agüero y defensor de las ideas conservadoras. El historiador propuso que el comportamiento político tendente a la conservación de un presunto orden no sólo es el único racional, sino además el único excusable en la esfera moral.[99]

La Generación de 1900 correspondió a un nuevo grupo influyente de escritores, historiadores y filósofos que crearon el nacionalismo peruano moderno, con el grupo originado en los círculos intelectuales peruanos durante los años posteriores a la Guerra del Pacífico, la Guerra Civil de 1884 y la Reconstrucción Nacional, cerca del comienzo del siglo XX. Estos intelectuales se inspiraron fuertemente en los movimientos nacionalistas franceses y españoles que surgieron después de la derrota de sus países en Sedán y en Cavite, respectivamente.[100]

Los escritos de Manuel González Prada, una figura criada bajo educación religiosa,[101]​ inspiraron en gran medida la reforma nacionalista en Perú tras la Guerra del Pacífico. Sin embargo, cansado de percibir la influencia de la Iglesia en los valores morales del Estado,[101]​ Prada abrazaría el anarquismo en lugar del liberalismo, por considerar que este último impedía la reforma necesaria para Perú.[102]​ El escritor peruano descartó el discurso conservador criollo sobre una nación «mestiza-criolla» y, basándose en los aportes de Juan Bustamante, marcó al indigenismo como principal representación del país.[103]​ Los intelectuales en Perú buscarían crear su propio movimiento nacionalista, aunque inicialmente tuvieron complicaciones en marcar su dirección, ya que las bases de la sociedad peruana se apoyaban en un sistema religioso autoritario que aceptaba la ley natural, que se había impuesto desde la época virreinal española, resultando con intelectuales evitando el secularismo por completo.[102]​ Luego, el grupo se volvió limitado, obsesionado con el pasado, mientras que otras naciones se enfocaron en preocupaciones más progresistas.[102]

Los miembros de la Generación de 1900 estuvieron influenciados principalmente por el aristocrático Partido Civil, liderado principalmente por abogados vinculados a intereses comerciales de Inglaterra y Estados Unidos.[102]​ El grupo tenía poco contacto fuera de la élite, no hacía ninguna conexión con los pueblos indígenas de Perú y veía a Estados Unidos como un ejemplo para Perú; el grupo creía que el capitalismo y una economía de libre mercado eran necesarios en Perú.[102]​ Las tres figuras principales de la Generación de 1900 fueron Francisco García Calderón Rey, José de la Riva-Agüero y Osma (nieto de José de la Riva-Agüero), y Víctor Andrés Belaúnde.[102]

El movimiento fue liderado principalmente por Riva-Agüero, perteneciente a la aristocracia y discípulo del filósofo Alejandro Deustua,[104]​ además descrito como «el magistrado de la cultura peruana» por el historiador Raúl Porras Barrenechea.[102]​ En un principio, formó parte del Partido Futurista, que más tarde el investigador Alberto Adriazén conceptuó de «reaccionarios».[105]​ El líder adoptó ideas del fascismo, una corriente nacionalista de la época,[106]​ luego de fracasar propuestas liberales previas a su conversión religiosa.[107]​ La adopción coincidió con el colapso de la República Aristocrática en 1919, en que previamente sentía rechazo a ella y el entonces controlado Partido Civil.[108]​ En aquel entonces, el surgimiento de la clase media crecía durante la presidencia de Augusto B. Leguía,[102]​ personaje que consiguió extender su mandato presidencial en los años 1920[109]​ y conectó el catolicismo con el apoyo del arzobispo de Lima, Emilio Lissón.[110]​ Además, Riva-Agüero fue también fundador de Acción Patriótica en los años 1930, que marcó su postura política, y fue relevante para futuros movimientos de esa década que coincidió con la etapa posterior de la República Aristocrática.[111]

Según el historiador Fernán Altuve, esta generación de intelectuales, que puso fin al consenso liberal-positivista sobre la interpretación intelectual sobre la política nacional, fue la primera en priorizar el pensamiento tradicional en la historia peruana. Esta rescató importantes figuras conservadoras como Bartolomé Herrera o Blas Ostoloza.[112]

Gobiernos de Odría y Belaúnde

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A principios del siglo XX, en plena crisis de la oligarquía, las Fuerzas Armadas del Perú mantuvieron el poder político en el país.[113][114]​ En ese entonces, la Unión Revolucionaria, presidida por Luis Alberto Flores Medina y apoyada por el militar Luis Miguel Sánchez Cerro, marcó el conservadurismo frente a las ideas calificadas de «comunistas», mientras que la Iglesia católica cedía a las ideas de modernización, pero no a las del APRA (supuestamente vinculado con el «marxismo»).[115]​ Entre 1932 y 1935 se clausuró la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, lo que dio lugar a una suerte de «edad media cultural», según el sociólogo Guillermo Nugent.[116]​ En otro momento, con el surgimiento de otros movimientos como la Coalición Conservadora, Manuel Odría dio un golpe de Estado contra José Luis Bustamante y Rivero (a pesar de contar con el apoyo de católicos)[88]​ en 1948, liderando un gobierno de tendencia radicalmente de derechas hasta 1956.[117]​ Su régimen adoptó un carácter populista, nacionalista y pragmático.

El presidente Manuel A. Odría.

Tanto Odría como Sánchez Cerro se caracterizaron por su oposición a sus adversarios políticos. Ambos implementaron políticas represivas para preservar el orden social,[118]​ con el respaldo del denominado «clan de la ultraderecha», un sector agroexportador que se oponía a la influencia del APRA.[119][120]​ Como respuesta, el líder del APRA, Víctor Raúl Haya de la Torre, empezó a ceder sus ideas para acercarse con Manuel Prado, mandatario entre 1956 y 1962, cual el oligarca Pedro Roselló llamó a Haya de la Torre «el conservador que el Perú necesita».[121]

En el mismo 1956, Fernando Belaúnde fundó el partido de centro-derecha Acción Popular. Este político fundador llegó a ser presidente en 1963 y sostuvo una doctrina bajo el título La conquista del Perú por los peruanos, que promovía la explotación de los recursos de la selva amazónica y otras zonas periféricas del Perú a través de la conquista,[122]​ afirmando «solo volviendo la mirada hacia el interior y conquistando nuestras tierras vírgenes como en su día hizo Estados Unidos, Sudamérica alcanzará por fin un verdadero desarrollo».[113]​ En 1964 en un suceso contra la comunidad matsé, el gobierno de Belaúnde se puso contra la mencionada etnia tras la muerte de dos madereros, al conseguir de que las fuerzas armadas peruanas y aviones de combate estadounidenses lanzaran napalm sobre los grupos indígenas armados con arcos y flechas, matando a cientos de personas.[122]​ Belaúnde fue destituido de su cargo por un golpe militar liderado por el general Juan Velasco Alvarado en 1968.

Otros sucesos relevantes durante el gobierno de Belaúnde Terry ocurrieron desde el Parlamento, algunos de ellos vinculados con Manuel Odría. Destacaron las remociones de Francisco Miró Quesada por sus reformas progresistas en el sistema educativo del país, y a Óscar Trelles por no tomar medidas contra lo que consideraba una amenaza del comunismo.[123]

Surgimiento de la presencia progresista de la iglesia

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En la segunda mitad del siglo XX, la relación entre el antiprogresismo y la religiosidad dejó de ser exclusiva de la Iglesia católica. Uno de los conceptos utilizados para identificar el desarrollo humanístico católico no reaccionario es la denominada «modernización tradicionalista», del abogado Fernando de Trazegnies,[124]​ y que fue utilizado por el fundador de la socialdemocracia Víctor Andrés Belaúnde en los años 1940.[125]​ En 1950 surgió el partido Democracia Cristiana, uno de los primeros en identificarse como «no confesional» en lugar de ser un partido católico puro,[88]​ cuya presencia fue muy escasa en las elecciones de la década siguiente.[126]

En la década de 1960, sectores católicos fueron tolerantes con las posturas de izquierda para afrontar los problemas de la situación política.[127]​ Para ese entonces, se marcó un hito antes de la llegada del gobierno de Velasco Alvarado, la teología de la liberación.[128]​ Cuando el militar asumió el poder, el Estado y la Iglesia católica se volvieron irrespetuosos.[129]​ Además, el oficialismo se alió con la Oficina Nacional de Investigación para reducir la presencia conservadora y desarrollar ideas religiosas progresistas en el país.[130]

No todas las iglesias recibieron con optimismo la teología de la liberación. El periodista Pedro Salinas señaló que el primer congreso de la teología de la reconciliación se celebró en Arequipa en 1985. El congreso fue promovido por el Sodalicio de Vida Cristiana, una sociedad formada por laicos que se fundó en 1971.[131]​ El periodista Rodolfo Soriano Núñez afirmó que algunos integrantes del Sodalicio, entre los que se encontraba Luis Fernando Figari, y sus ideales provenían de la rama peruana de la agrupación Tradición, Familia y Propiedad, que hace hincapié en la importancia de los valores tradicionales, la familia y la propiedad privada en varios países latinoamericanos.[132]

Tras el mandato de Velasco Alvarado y la «nueva derecha»

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Años 1970 y 1980

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Tras el Tacnazo y el derrocamiento de Velasco en 1975, Francisco Morales Bermúdez encabezó el Gobierno Revolucionario hasta 1980, año en que se inició la transición a la democracia. Durante este periodo, contó con el apoyo de fuerzas mayoritariamente conservadoras,[133]​ mientras su gobierno militar participaba en la represión política de los izquierdistas en la Operación Cóndor.[134]​ De hecho, según Henry Pease García, ningún militar estuvo inclinado a posturas progresistas.[135]​ Uno de los logros de la transición fue impedir el resurgimiento de corrientes marxistas-leninistas del Partido Socialista Revolucionario,[136]​ además de establecer el Concordato de 1980 y establecer su propia narrativa en los libros educativos (a cargo del Instituto Nacional de Investigación Educativa).[137]

Durante la Década Perdida de los 80 y el terrorismo de la época, surgió el fenómeno de la «nueva derecha» apoyada por el diario Expreso,[138]​ a pesar de que los partidos políticos empezaron a debilitarse.[44][139]​ Una investigación de 1979 vaticinó que esta postura contaría con la simpatía de las mujeres, los adultos mayores y los trabajadores, que carecían de una ideología política definida, mucho tiempo después de que esta postura fuese la respuesta del fenómeno del APRA, a inicios de siglo.[140]​ Paralelamente, surgieron movimientos políticos no católicos, como el Frente Evangélico (1980), que representaban los intereses de la población evangélica.[141]​ Sin embargo, a pesar de su historial de apoyo al aprismo,[142]​ las iglesias evangélicas se abstuvieron de respaldar este nuevo movimiento en un esfuerzo por mantener una postura apolítica.[143]

Adicionalmente, el conservadurismo católico resurgió para mostrar el rechazo de la izquierda política en el país, influenciada por el mencionado conflicto armado interno.[144]​ En este fenómeno surgieron figuras más importantes como Juan Luis Cipriani,[145][146]​ quien se opuso a la presencia de organizaciones progresistas.[147]​ Desde 1999, cuando asumió el cargo de arzobispo de Lima, Cipriani definió públicamente la postura de la Iglesia católica,[148]​ lo que provocó un conflicto ideológico entre liberales religiosos y sectores conservadores, en el que se encuentra el Sodalicio de Vida Cristiana.[149]

«…surge una verdad incontrastable: si el APRA perdiera presencia en el panorama político peruano, sería sustituida por una conjunción de partidos de origen extranjero y comunista o por una dictadura plutocrático-castrense. […] No pretendo llevar a cabo ninguna expresión de propaganda partidaria. Se trata de hechos objetivos».
—Palabras de Luis Alberto Sánchez en el libro Perú: nuevo retrato de un país adolescente (1987).[150]

Desde el punto de vista administrativo, los ciudadanos volvieron a elegir a Fernando Belaúnde en 1980 y, con el apoyo del cardenal Cipriani,[151]​ su mandato se volvió aún más conservador. Su mandato trajo reformas económicas neoliberales al país sin conseguir el éxito esperado debido al bajo valor de las materias primas y el reducido producto bruto interno.[152][153]​ En ese entonces, mientras las políticas sociales no cambiaban, el ámbito mercantil sí lo hacía,[154]​ lo cual llevó al mandatario a criticar las posturas subversivas que buscarían «empobrecer al país».[155]​ Belaúnde llegó incluso a criticar a Amnistía Internacional, organización que denunciaba ejecuciones extrajudiciales por parte de las fuerzas del orden.[156]

La crisis económica y la presencia de grupos subversivos se intensificaron a mediados de los años 1980. Cuando los detractores se hartaron de la incapacidad del presidente sucesor, el socialdemócrata Alan García (quien combatió la crisis económica con las estrategias estatistas), las fuerzas armadas comenzaron a planear un golpe de Estado a fines de esta década, conocido como Plan Verde. Esta estrategia militar habría buscado objetivos drásticos como el genocidio de la población indígena y empobrecida, la censura de los medios de comunicación nacionales y el establecimiento de una economía neoliberal bajo el mando de una junta militar en Perú.[157][158][159]​ El partido aprista, que representaba a García, se mantuvo al margen de los militares para mantener el orden social.[160]​ Irónicamente, grupos subversivos también practicaron medidas sociales similares a las planteadas en el Plan Verde, por medio de la limpieza social.

Años 1990

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Alberto Fujimori en 1991.

En las elecciones generales peruanas de 1990, los peruanos otorgaron su apoyo al líder populista Alberto Fujimori,[83]​ quien adoptó el estilo caudillista para combatir al antagonista en el conflicto armado, Sendero Luminoso, y su representante Abimael Guzmán.[161]​ Fujimori obtuvo el apoyo de militares y un sector de la izquierda peruana,[162]​ lo que le llevó a la presidencia del Perú.[44][139]​ Tanto Fujimori como Guzmán (conocido por su pensamiento Gonzalo, cuya ideología contrasta al neoliberalismo), fueron figuras importantes en esa década.[163]​ En esa lucha permanente de poderes, ambas figuras caracterizaban sus rasgos autoritarios.[163]

En un contexto de marcada polarización política,[164]​ el mandato Alberto Fujimori fue denominado liberalismo conservador por mantener cierta influencia de posturas conservadoras, posturas que partidos posteriores adoptarían con alguna similitud.[165][166]​ Su imaginario construyó una dicotomía entre «ciudadanos» o «patriotas», considerados como no afines a ideologías violentas, y «terroristas», término aplicado a quienes se identificaban con el pensamiento Gonzalo.[167]​ Para reforzar esta distinción, Susana Villarán describió la postura gubernamental como «la lógica militar».[168]​ Esta postura enfatizó el papel de las fuerzas armadas en la lucha contra el terrorismo y la necesidad de gratitud de la ciudadanía por su apoyo.[168]​ Este enfoque se evidenció en acciones controversias, tales como la adopción de decretos para establecer el orden interno[169]​ y la ley de Amnistía de 1995.

Imagen externa
Dibujo sobre los conservadores y el autogolpe de 1992, como parte de la obra Novísima Crónica i mal Gobierno (2011) de Miguel Det. Conservado en la página web del Lugar de la Memoria.
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Fujimori mantuvo contactos con representantes eclesiásticos,[170][171]​ incluido Juan Luis Cipriani, quien se opuso abiertamente a los críticos del gobierno[172]​ y promovió principios rectores para el país en materia de familia, educación, solidaridad y cuestiones sociales.[173]​ También contó con el respaldo de la iglesia protestante evangélica,[174][175]​ como lo demuestra la elección de al menos 19 congresistas evangélicos en las elecciones de 1990.[176]​ El escritor Tomás Gutiérrez señaló que el sector protestante impulsó al candidato presidencial con bases que se asemejan a una «posición fundamentalista»,[177]​ sustentada en los temores del fenómeno subversivo frente al ya debilitado sistema de partidos políticos.[178]​ Sin embargo, su forma de gobierno solo generó divisionismo entre sectores evangélicos;[179]​ luego del suceso de 1992, uno de los miembros de la comunidad evangélica, Guillermo Flores, señaló en 2021 que aquel autogolpe fue «el real detonador del discurso religioso peruano como lo conocemos ahora».[180]

Si bien Fujimori tuvo más respaldo popular cuando postuló como presidente de la república, de ahí su característica que asemeja al neopopulismo, su rival Mario Vargas Llosa tuvo apoyo de sectores elitistas;[181][182]​ apoyo que fue perdiéndose por los problemas de organización.[183]​ Vargas Llosa, quien experimentó ideas liberalistas y progresistas en su juventud,[184]​ respaldó el fenómeno de la «nueva derecha».[185]​ El escritor fundó en 2002 la Fundación Internacional para la Libertad, uno de los think tanks que estableció una híbrida ideología liberal-conservador basado en el consenso de Washington, cuya prevalencia es en ser una institución con «modernización conservadora»,[186]​ análoga a la «modernización tradicionalista» del siglo XX. Sin embargo, debido a la escasez de grupos de expertos en el país, su influencia directa sobre los partidos políticos fue limitada durante la década siguiente, periodo en que las políticas públicas se caracterizaron por su continuidad.[187]

Desarrollo del conservadurismo en el siglo XXI

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Keiko Fujimori, Pedro Pablo Kuczynski y Juan Luis Cipriani en 2016.

Durante las primeras tres décadas del siglo XXI, el conservadurismo se mantuvo como una tendencia predominante en el Perú. Esta tendencia contó con el apoyo de grupos políticos de la década de 2000,[188]​ así como de la corriente iliberal latinoamericana.[189]​ Términos como «conflicto armado» y «enfoque de género» han sido cuestionados por instituciones como el Ministerio de Educación en gobiernos anteriores. Exministros como Ricardo Cuenca consideraron un ejemplo de conservadurismo autoritario la omisión de esos temas de los libros de texto.[190]

El Estado peruano mantuvo un enfoque conservador, perpetuando el statu quo establecido en la Constitución de 1993, promulgada por Alberto Fujimori tras su autogolpe. La comunicadora Laura Arroyo señaló que el legado de Fujimori, el fujimorismo, se extendió a los gobiernos posteriores.[191]​ Debido a su importante papel en el Congreso y otras instituciones, el analista Farid Kahhat comparó al fujimorismo y sus aliados de ultraderecha con el chavismo.[192]

Las campañas electorales de los presidentes Alejandro Toledo y Alan García buscaron romper con la continuidad, pero resultaron infructuosas.[193]​ Además, García estableció políticas más conservadoras que fueron calificadas de autoritarias.[194]Ollanta Humala intentó revertir la situación de García con su agenda programática, pero no se logró concretar.[195]

Video externo
Conservadurismo en el siglo XXI
¿Qué busca la derecha en el Perú?, entrevista a Omar Coronel por el investigador Francisco Durand. Vídeo de Otra Mirada en 2021.
Análisis sobre la ola conservadora en Lima y la importancia de Renovación Popular en el país por el excandidato Guillermo Flores Borda.
Entrevista a José Manuel Morán, investigador y coordinador del estudio de CLACAI sobre las similitudes entre movimientos neoconservadores en Perú, Bolivia y Ecuador. Realizada por Clara Elvira Ospina.
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El legado del fujimorismo se materializó en el partido político Fuerza Popular, fundado a finales de la década de 2010 por la hija del expresidente peruano, Keiko Fujimori.[nota 2]​ Con simpatizantes más reaccionarios que posicionaron a la organización en ese espectro,[200]​ los apodados «halcones»,[201]​ el partido promovió el activismo ideológico en el Estado posterior al Fujimorato contra sus opositores progresistas,[202]​ incluidos feministas,[203]​ por medio de cuentas dedicadas en redes sociales. El fujimorismo cuenta con una narrativa se opuso al informe de la Comisión de la Verdad y Reconciliación, que investigaba los crímenes cometidos por las fuerzas del orden.[204]

Desde la Iglesia católica, entre 2001 y 2018, Juan Luis Cipriani fue cardenal del Perú. Luis Pásara, analista en temas religiosos y profesor de la Universidad de Salamanca (España), lo describió como un «símbolo dramático de lo que significa la derechización de la Iglesia en América Latina».[205]​ Desde la iglesia evangélica, muchos grupos (mayoritariamente vinculados a partidos de centroderecha)[206]​ tuvieron un mayor impacto en los debates sobre valores familiares que sus homólogos católicos.[141][207][208]​ Ambas comunidades religiosas, incluidos movimientos como el Opus Dei,[209]​ han respaldado políticamente el concepto de valores familiares y han promovido posturas provida. Esta tendencia se ha manifestado en la representación parlamentaria de organizaciones como Renovación Popular.[210]

En 2018, un estudio realizado por la Pontificia Universidad Católica del Perú reveló la existencia de una laxitud moral en los gobernantes del país, lo que sugería la dependencia antiprogresista y la falta de motivación de actores políticos para promover propuestas de cambio.[211]​ En 2020, un estudio de Ipsos Perú indicó que el 65 % de la población se identificaba como «conservadora».[212]​ En esos momentos, el presentador de noticias Federico Salazar determinó que «la derecha es conservadora en materia moral y la izquierda más abierta, pero en economía es exactamente al revés» y que una postura completamente liberal «no calza en ningún lado».[213]

Con la crisis política desde 2021, se formó una coalición conservadora nacida del Congreso que adquirió aliados de otros sectores, como las fuerzas armadas,[nota 3]​ los empresarios (que posteriormente sus líderes abandonaron su respaldo)[219][220][221]​ y los representantes de entidades ideológicamente compatibles con el ente, como el Ministerio Público (cuando estuvo liderado por Patricia Benavides) y el Tribunal Constitucional.[222]​ El congresista fujimorista Fernando Rospigliosi llegó a considerar al Tribunal Constitucional una institución muy importante para el Congreso con el fin de evitar que «jueces politizados y prevaricadores» interfirieran en sus decisiones.[223]​ Después de la destitución de Pedro Castillo, elegido democráticamente en 2021, los sectores tradicionales del Congreso mantuvieron una alianza extraoficial con Dina Boluarte, que anteriormente ocupaba el cargo de vicepresidenta).[224][225]​ Existe un consenso notable sobre la formación de una coalición política unida dentro de ese espectro ideológico.[226][227][228][229][230]​ Además, varios políticos, entre ellos fujimoristas, participaron en una serie de conferencias, como el regional Foro de Madrid.

Un hito de esa crisis fue la convulsión social en contra de las autoridades que no representaban a la ciudadanía tras la destitución de Castillo por parte de los congresistas. El analista Alberto Quintanilla Chacón señaló que la derecha conservadora no tenía conocimiento de lo que ocurrió fuera de Lima, donde se habrían intensificado las protestas.[231]

Para 2023, el periodista y músico Fernando Pinzás percibió que la política se consideraba un tema tabú en diferentes circunstancias, debido a la presión social de una sociedad con valores tradicionales.[232]​ Además, señaló que los artistas peruanos no son conscientes de la relevancia de emitir opiniones políticas, ya que el silencio los hace cómplices de impulsar la corrupción, los crímenes y el autoritarismo.[232]​ En 2024, el historiador Raúl Asensio, del Instituto de Estudios Peruanos, constató que el país exhibía la particularidad de que las mujeres son menos vinculadas a movimientos progresistas que a los varones.[233]

Posturas notables

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Neoliberalismo y la economía en torno al lucro

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Aquí la «ideología neoliberal» es simplemente una coartada, una excusa de un grupo (en referencia a la alianza de partidos políticos con el Foro Madrid y similares). En realidad de una «argolla», cuya representación pública es una congresista que cree que el Grupo de San Paulo (sic) quiere dominar el mundo, que lo peor son las feministas, las llamadas abortistas, los comunistas y hasta los liberales auténticos, para terminar con un pluralismo abierto, con una nueva convivencia basada en la interculturalidad y en compartir una misma patria de iguales. Por eso proponen una abierta política [de] exclusión. […] [Porque las demás culturas] son un «mal ejemplo».
—El investigador Alberto Adrianzén resume la «ideología neoliberal» en una columna del seminario El Búho de Arequipa[234]

El neoliberalismo ha jugado un papel fundamental en la política nacional, especialmente dentro de los grupos conservadores de derecha, conformando el denominado «archipiélago conservador».[235][236]​ El historiador Franklin Pease García Yrigoyen señaló que, desde finalizada la época virreinal, la corriente conservadora ha mantenido una postura favorable a la participación del Estado en la economía, incluso tras la independencia del dominio español. Esta visión propugnaba un rol activo del Estado como «productor del bien público y de la bonanza económica», contando con el apoyo de comerciantes extranjeros.[237]​ En el siglo XXI la tendencia conservadora sugirió al neoliberalismo como una corriente positiva por su particularidad en obtener recursos a cambio de generar megaobras.[238]​ Esta tendencia sirvió de contrapeso al auge ideológico del grupo terrorista Sendero Luminoso.[239]

Las políticas del consenso neoliberal fueron aplicadas en los años 1980[240]​ definitivamente efectivas con el Fujishock, luego de las propuestas económicas recibidas desde Washington hacia América Latina, las que estuvieron fuertemente relacionadas desde entonces.[241]​ A su adaptación local, en que muchas de las medidas se asemejaron al Plan Verde que elaboraron mandos militares en los años 1980, se le apodó como el «neoliberalismo criollo».[242]​ Esta adaptación cuenta con el apoyo de la élite económica y parte de la clase media, cuyos partidarios abogan por la desregulación, la privatización y la eliminación de los programas sociales;[243][244][245]​ además, que se modifica el compromiso social en sectores mayormente rurales con un enfoque más individualista, siendo el movimiento cooperativo que dejó la primera reforma agraria reemplazada por empresas que buscan ofrecer tales enfoques.[240]

Este toma conceptos clásicos de la ideología, donde sostiene a una comunidad política conformada por individuos (sean empresarios o integrantes de gremios) que «deben enriquecerse» para encontrar el progreso de los peruanos, y así ganar su liderazgo en la toma de decisiones del país.[242]​ La ideología ha intentado ampliar su alcance a otros segmentos de la sociedad mediante promesas.[246]​ El escritor Jaime de Althaus ha afirmado que la viabilidad del modelo económico depende de la prevención de la regulación excesiva que pueda obstaculizar la iniciativa privada, particularmente en las pequeñas y medianas empresas.[247]

Especialistas como Carlos Iván Degregori, Cecilia Blondet y Nicolás Lynch catalogaron a la visión de Hernando de Soto, fundador de la corriente neoliberal en el país, «neoconservadora» por naturaleza, debido los derechos que aplicarían a los trabajadores en condición de informalidad (una de más grandes en el precario sistema laboral del país).[248]​ Con el tiempo, bajo un desempeño deficiente de los gobiernos sucesores,[249]​ este sistema estuvo muy propensa a la corrupción (tal como ocurrió en el segundo gobierno de Belaúnde),[250]​ con muchos peruanos experimentando servicios básicos insuficientes como educación, justicia y seguridad.[243][251][252]

El neoliberalismo de la constitución de 1993, influenciado bajo el neopopulismo de Fujimori,[253]​ fue el primer inicio para fomentar políticas más inclusivas; sin embargo, en la práctica no fue así.[254]​ La falta de intervención estatal promovida por el Consenso alejó los planes de una democracia liberal idealizada,[249]​ ya que la corriente neoliberal continuó luego del régimen autoritario de Fujimori.[255]

La instrucción académica bajo el modelo neoliberal de Fujimori permitió la docencia del sector privado,[256]​ algo que se impidió con la Constitución de 1979.[257]​ Un rasgo importante de este modelo es la «promoción de la inversión en educación» (a partir de una norma legislativa publicada en 1996),[257]​ que solía ligarse de la mercantilización, limitando el conocimiento en algunos sectores con bajo poder adquisitivo.[258]​ El educador Juan Rivera Palomino justificó que el objetivo de la reforma fue de «preparar, entrenar alumnos idóneos, eficientes, competentes y competitivos en la aplicación de conocimientos a situaciones problemáticas para que desarrolle competencias con miras al mundo laboral, al empleo y al mercado como sostienen los técnicos de la OCDE y los del Banco Mundial».[259]

Ecología

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La degradación ambiental en Perú ha sido persistente desde la era colonial hasta el siglo XXI, debido a la priorización del crecimiento económico mediante la extracción de recursos naturales por parte de sucesivos gobiernos.[260]​ Esta dependencia histórica de las materias primas, según el especialista Félix Jiménez, ha contribuido significativamente a este enfoque extractivista.[261]

Durante las administraciones de Fernando Belaúnde y el segundo mandato de Alan García, se promovió el mecanismo extractivista,[262]​ implementando políticas excluyentes en el caso de este último.[263]​ En 2020, el Congreso rechazó la ratificación del Acuerdo de Escazú sobre derechos ambientales, argumentando preocupaciones de soberanía nacional e interferencia económica.[264]​ Esta postura reflejó iniciativas para debilitar las protecciones para los Pueblos Indígenas en Situación de Aislamiento y en Contacto Inicial,[265]​ en contravención de las recomendaciones de consulta previa de la ONU.[266]

La erosión de los derechos ecológicos indígenas ha sido consecuencia de la ausencia de protecciones efectivas,[267]​ particularmente durante el gobierno de Fujimori y las administraciones posteriores que adoptaron políticas neoliberales.[268]​ Los funcionarios alineados con estas ideologías económicas descartaron alternativas a la extracción, considerándolas políticamente sesgadas.[269]​ Estas alternativas fueron defendidas por movimientos sociales que se oponían a las actividades extractivas en las regiones andinas y amazónicas.[270]​ Estos movimientos incorporan fuerzas de izquierda peruanas, pero enfrentan desafíos de coordinación para acciones de resistencia efectivas.[270]

En el ámbito religioso, se destacó el caso de los inmigrantes menonitas en Perú que se encargaron de comercializar cultivos mientras evaden restricciones en sus países de origen,[271]​ lo que llevó a titulaciones irregulares de tierras (como en el departamento de Ucayali).[272]​ Por otro lado, se han establecido alianzas para mitigar la presencia empresarial excesiva en entornos ecológicos. La Coordinadora Binacional de la Nacionalidad Achuar del Ecuador y Perú, que involucra movimientos católicos y evangélicos, es un ejemplo de tales esfuerzos.[273]​ La Iglesia católica ha desempeñado un papel significativo en la denuncia de las prácticas de extracción de recursos.[274]

Educación religiosa y tradicionalista

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La educación es uno de los tópicos relevantes en el tratamiento conservador desde que se busca tomar valores de patriotismo en los textos escolares cuando surgió la independencia en 1821.[275]​ Uno de ellos es la formación de la educación religiosa, establecida en la Constitución de 1823, cuyo artículo 10 señaló su intención de promover la «civilización y conversión de los infieles conforme al espíritu del Evangelio».[276]​ Producto de su alianza con la Santa Sede en 1980, a pesar de que ya no es obligatoria en el sistema educativo nacional, aunque sí la «ética y cívica» de la Constitución de 1979,[276]​ la doctrina católica prevaleció en la Constitución de 1993.[277]​ En el ámbito universitario siempre se formó una corriente tradicionalista, limitada por grupos de élite social y académico,[278]​ y que se mantuvo vigente con la contrarreforma universitaria de 2021-2022.[279]

La educación durante la etapa neoliberal generó controversia en torno a cualquier contenido que, en palabras del entonces congresista, Rafael Rey, expresaba hostilidad contra la religión y los creyentes católicos. Un ejemplo de ello fue el denominado «manual del sexo», publicado en 1996 por el Estado para la enseñanza secundaria.[280]​ Por otro lado, un estudio realizado por la Universidad de Tarapacá en 2017 sobre los libros de historia ofrecidos en escuelas públicas entre 2010 y 2017, en que aparecen editoriales como Santillana y Norma, identificó nuevas falencias en la currícula como el centralismo y la ausencia de la participación de la mujer en la etapa de la independencia peruana.[281]

Para abordar la carencia, se presentaron iniciativas que fueron rechazadas por los sectores conservadores. La primera iniciativa, presentada en 2012 por el gobierno de Ollanta Humala, proponía un plan de descentralización educativa.[282]​ La segunda iniciativa, presentada en 2017 por el gobierno de Pedro Pablo Kuczynski, recomendaba una currícula con enfoque de género.[283]​ Esta última iniciativa fue rechazada por los sectores evangélicos, católicos y fujimoristas.[283]

En los años 2020, el sector conservador a mando de Esdras Medina tomó control de la Comisión de Educación del Congreso de la República.[284]​ El resultado fue que en 2022, los grupos tuvieran el derecho de tomar textos educativos que consideren ofensivos;[285]​ mientras que en 2023 se estableció controlar los actos del sector educativo por propuesta de Renovación Popular.[286]​ Analistas como Carla Gamberini Coz señalaron que la imposición no es compatible con los Objetivos de Desarrollo Sostenible, que el Perú acordó en su momento, al eliminar la participación plural en tocar temas sobre sexual integral, interculturalidad, enfoque de género, entre otros.[287]

Oposición con ideas progresistas

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Mafia caviar

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El término «caviar» es recurrente en algunos medios de comunicación como Willax Televisión. En esta imagen del programa Contracorriente, se cita un fragmento del periodista Marco Sifuentes, de la La Encerrona. El programa sugiere que las opiniones de Sifuentes contrastan con la narrativa conservadora en Perú y, por tanto, son etiquetadas como «fake news».[288]

La expresión «mafia caviar»,[nota 4]​ simplemente llamada «caviar»,[nota 5]​ es un peyorativo de uso recurrente en la política de Perú desde inicios del siglo XXI.[301]​ Se basa en una teoría de conspiración[302]​ —mayormente aludida a los espectros de izquierda, que se extendió al centro[303]​ y afines a lo liberal—,[304]​ según la cual existiría una «mafia» de intelectuales, ONG pro derechos humanos,[305][306]​ medios de comunicación y políticos organizada para controlar el gobierno e impulsar una agenda de corte progresista en el Perú[nota 4]​ conformando un «Estado profundo» o «Deep State».[307][308]

Este término es utilizado por políticos populistas tanto de derecha[309]​ como de izquierda.[310]​ En el caso primero, se extiende a las corrientes conservadoras modernas (véase neoliberalismo en el Perú)[311]​ y se recurre en medios de comunicación como PBO Radio[312]​ y el canal Willax, que destaca por sus programas de opinión como La hora caviar con Mariátegui y Beto a saber.[304]​ Este peyorativo se representa, según analistas, como una manifestación local del concepto de «marxismo cultural»,[313]​ siendo señalados los «caviares» como financiados por la USAID y personajes como George Soros.[314]​ En el ámbito de la izquierda, mientras tanto, los políticos adoptaron el calificativo para distanciarse de posturas moderadas o progresistas que califican como afines al imperialismo y «serviles» a la USAID.[315][316][317][318]

En su sentido literal, la expresión fue empleada por algunos periodistas para referirse a los simpatizantes de izquierda burguesa que emergieron durante el gobierno de Juan Velasco Alvarado.[319]​  Sin embargo, el periodista Juan Gargurevich sostiene que el término ya se utilizaba a mediados del siglo XX con un sentido crítico hacia las personas que adoptaban ideas sociales liberales de forma superficial, una situación similar a la que se atribuye a la llamada «izquierda caviar». Esta interpretación, distorsionada a partir de su origen francoparlante, se utiliza como una forma de descalificar a quienes sostienen ideas progresistas sin argumentos sólidos.[300]

Tras la llegada de Valentín Paniagua, y en consonancia con facciones progresistas del antifujimorismo,[320]​ el término peyorativo se consolidó en el imaginario colectivo peruano como una forma de identificar a Paniagua y a otros partidarios de ideas liberales y progresistas.[321]​ Este imaginario tuvo un gran impacto mediático y se convirtió en un tema de debate en el ámbito político.[320]​ Sin embargo, el analista del conservadurismo, Fernán Altuve, señaló que el imaginario ocurrió tiempo después, con Alan García, quien quiso combatir las ideas del gobierno de transición de Paniagua (también citado por detractores como la «república caviar»).[322]​ Algunas de las personas aludidas por esta expresión reivindicaron su pertenencia a este grupo, desmitificando su carácter ofensivo.[323][324]​ Entre ellas, cabe destacar al periodista César Hildebrandt.[325]

El sociólogo Martín Tanaka analizó la magnitud del término en los políticos que lo usan. En 2007, el fujimorismo buscó colaborar de forma «natural» con el oficialismo, bajo el mandato de Alan García, porque «se [consideraron] adversarios a las ONG[nota 6]​ y a la "izquierda caviar", que [desconfiaron] de la Corte IDH y de la causa de los derechos humanos».[336]​ En el año 2023, la mayoría de los políticos conservadores, de derecha e izquierda, adoptaron el término para detectar y prevenir cualquier interacción con instituciones ajenas, incluso si estas instituciones llevaran a cabo investigaciones delictivas hacia ellos.[337]

Terruqueo

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Pancarta durante la marcha por el 8M de 2024 en Lima.

El terruqueo es una práctica política y social utilizada mayoritariamente por sectores conservadores y de la derecha peruana en general que consiste en acusar a algún adversario, que tiene propuestas de izquierda o es disidente del establishment y el statu quo neoliberal,[338][339][340][341]​ de tener comportamientos o ideas denominadas «terroristas», de realizar apología del terrorismo o de ser partidario o militante de los grupos armados Sendero Luminoso o el MRTA, con el fin de desprestigiar al oponente o que su discurso se vea invalidado.[342][343]​ El término se complementa con la palabra «caviar», de uso local por parte de los grupos de derecha en Perú.[341]

Es considerada una estrategia política a través de la cual se utiliza el miedo al terrorismo para obtener beneficios políticos,[343][344][345][346][347]​ con el fin de anular cualquier espacio de debate o pluralidad política dentro de un Estado democrático.[348][349]​ Asimismo, también es empleada por algunos medios de comunicación de Lima para criminalizar la protesta social en el país.[350][351]​ Su magnitud es tal que varios especialistas de la ONU condenaron su uso y declararon públicamente que era una táctica de intimidación empleada por el gobierno peruano.[352][353]

El término se ha expandido a otros lugares, como en España, donde la práctica es habitual, y en los que se revive el legado de grupos como Euskadi Ta Askatasuna, una organización armada nacionalista vasca y separatista.[354]​ Un ejemplo ocurre con el Foro de Madrid, una alianza política entre varios partidos políticos y organizaciones de derecha radical en Latinoamérica y España, cuyos detractores acusaron a los miembros de la primera de «[promover] el odio, la discriminación y el terruqueo a nivel internacional» en una sesión de conferencias que tuvo lugar en Lima en 2023.[355]​ En Colombia también existe este fenómeno, en el contexto del conflicto armado interno que se vive en ese país desde la década de 1960. A pesar de que no se usa el término «terruqueo», los grupos de derecha tildan de «guerrillero» a todo partidario de izquierda o a cualquier persona que se opusiera de alguna forma a la clase social y política dominante con el fin de descalificar la crítica social.

Medios de comunicación

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Se demostró que las organizaciones de medios de Perú tienen control de la esfera pública, cuyos propietarios son familias ricas que controlan gran parte de los medios e influyen en las decisiones de la nación para servir a sus intereses económicos.[356][357][358]​ Los principales medios de comunicación del Perú suelen ser económica y políticamente conservadores.[359]

El Grupo El Comercio es el mayor conglomerado de medios de Perú y uno de los más voluminosos de América del Sur. Este posee el 80 % de los periódicos, recibe el 65 % de los lectores en línea y genera el 57 % de los ingresos entre las organizaciones de medios más grandes de Perú.[360][361][362][363]​ Aunque inicialmente se opusieron a la familia Fujimori en otros casos, especialmente contra Alberto Fujimori,[364][365]​ el diario El Comercio y otras marcas de la corporación inclinaron su postura a candidatos políticos afines a la derecha, incluidos el presidente Alan García, Lourdes Flores y Keiko Fujimori.[358][366]​ Además, se percató de que el diario tuvo menos cobertura en temas de terrorismo, a diferencia de su rival La República.[367]

Aparte del Grupo El Comercio, existen otros medios de comunicación de corte mayormente conservador, como los diarios La Razón y Expreso, y el canal Willax. Según las afirmaciones del politólogo Fernando Tuesta, dichos medios desempeñaron un papel crucial en la campaña de desinformación que benefició al entonces candidato presidencial Rafael López Aliaga.[368]​ Además, estas fuentes han sido utilizadas por el partido Fuerza Popular para fundamentar parcialmente sus acusaciones hacia el periodista independiente Gustavo Gorriti.[369]

Después de Willax, han surgido nuevas plataformas que han participado en las referidas campañas de desinformación. Entre ellas destacan PBO Radio, el canal digital CTV (propiedad de la exreportera de Beto a saber Claudia Toro), portales de opinión como La Abeja y la think tank ideológica Ilad Media (liderado por el presentador de Willax Diego Acuña).[370]​ En 2024, un estudio de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos afirmaba que se creó un portal digital, Imperium, que comparte memes en redes sociales con discursos extremistas.[371]

En el ámbito religioso, destaca Bethel Radio y Televisión, que tuvo preferencia en compartir acontecimientos políticos.[372][373]​ Esta emisora contó como aliado a Ilad Media[374][fuente independiente requerida] y realizó coberturas de grupos conservadores como la marcha Con mis hijos no te metas.[375]

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«Derecha bruta y achorada»

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El periodista Juan Carlos Tafur acuñó en 2010 el término «derecha bruta y achorada» (DBA) en su columna de Diario 16[376]​ y posteriormente en La República.[377]​ El neologismo tomó el peruanismo «achorada», peyorativo de beligerante,[378][379]​ que se originó en las ideas sociales del maquiavelismo y la mercantilización dentro de Perú.[380]​ Dicho término se concibió al sector de este espectro con intereses particulares.[377][381]​ Si bien Álvarez Rodrich define como el segmento «conservador» de la política,[382]​ el término es vinculado como «extrema derecha»,[383][384][385]​ «autoritaria»,[379][386][387]​ y una contraparte de «izquierda caviar» o «terruca».[379][388][389]​ El abogado Fernando de la Flor Arbulú ha comparado la DBA con el trato que dio la derecha aristocrática a Fernando Belaúnde en 1963, un incidente documentado en un anuncio publicado en el periódico El Comercio.[390]

El concepto de la DBA ha adquirido mayor relevancia en el Perú de Pedro Castillo.[378]​ Si bien en 2020, Tafur señaló, a partir de un informe de Ipsos, que hay «un 28% se considera conservador y un 37% semiconservador»;[391]​ en 2021, en su columna de Sudaca, ejemplificó a un representante cercano de la DBA al empresario Rafael López Aliaga.[392]​ El seminario Hildebrandt en sus trece describió el concepto como un movimiento político —que agrupó a políticos, exmilitares y una think tank (Atlas)— promovió una campaña reaccionaria contra Pedro Castilo.[393]​ La columnista de Caretas, Patricia Salinas, ejemplificó el término a través del personaje Socorro «La Cocó» Lorenzzi de la serie televisiva Pituca sin lucas, interpretado por Martha Figueroa.[394]

El término al que se alude ha suscitado reacciones diversas dentro del espectro político ideológico. En 2023, Alfonso Bustamante, presidente de la Confiep, expresó su oposición a la izquierda política, calificándola de retrógrada y contrastándola negativamente con la «derecha», que él denomina «DBA». Argumentó que ambas facciones extremas son perjudiciales y han intensificado la polarización social.[395]​ La congresista Margot Palacios también ha empleado este término para referirse a la oposición parlamentaria que ha criticado las políticas del presidente Pedro Castillo.[396]​ Sin embargo, Iván Arena ha advertido sobre la confusión que puede provocar el término entre los identificados con la derecha política, acusando una manipulación de la opinión pública en un contexto de «izquierda indefinida».[397]

«Viejos lesbianos»

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En las protestas de 2020, grupos sociales juveniles emplearon el meme «viejos lesbianos» para caracterizar al gobierno de Manuel Merino.[398]​ Posteriormente, el periodista Pedro Salinas adoptó esta denominación para aludir a grupos conservadores como la Coordinadora Republicana.[399]​ El gobierno respondió intentando desvirtuar a estos colectivos, alegando falsamente su afiliación a la izquierda política o al Foro de São Paulo.[400]

El apodo ganó popularidad, llevándo a Beto Ortiz, un opositor a los colectivos contrarios a Merino, a organizar un debate televisivo donde se autoidentificó como «viejo lesbiano».[401]Ántero Flores-Aráoz, el primer ministro de Merino, también reconoció haber recibido esta denominación.[402][403]

Véase también

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Notas

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  1. Se puede interpretar la postura ultramontana como un elemento casi divino que guió el proceso independentista peruano desde el exterior y bajo control. En una publicación para el portal Trama, el autor Juan Carlos Estenssoro argumentó que «posiblemente los autores habían absorbido la lección ultramontana hasta el punto de considerar, como lo hacen todos estos textos, que la independencia no imponía ningún carácter al Perú, que no tenía ninguna ligazón con el presente y que era una narrativa que se reducía a un puro patriotismo».[94]
  2. Keiko Fujimori participó en los compromisos del conservadurismo cristiano local.[196]​ Señaló en 2018 que buscó velar su país en «una sociedad conservadora y tradicional».[197]​ Ella también mostró una postura contraria a medidas reversorias a la de su padre; esta se evidencia cuando culpó al gobierno transitorio de Valentín Paniagua[198]​ y la Comisión Interamericana de Derechos Humanos[199]​ por supuestamente favorecer a los denominados «terroristas».
  3. En el caso de las Fuerzas Armadas, se mostraron actos de respaldo por parte de otras personalidades. Uno de los más notables ocurrió el 7 de diciembre de 2023, que se denominó como el denominado «Día de la Democracia», cuyo nombre hace mención en los años 2000 a quienes lucharon contra organizaciones terroristas. En ese evento aparecieron a personas cercanas al expresidente García, como Jorge del Castillo y Pilar Nores, así como la exfiscal de la Nación, Patricia Benavides, quien se encontraba investigada por presuntas irregularidades en su gestión como la coordinación de su asesor con partidos políticos de derecha.[214]​ También se reunió Ángel Delgado, presidente de la Coordinadora Republicana, en los primeros asientos de la fila junto a Benavides.[215]​ Además, asistió Manuel Gómez de la Torre, quien fue jefe del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas durante los primeros meses de la convulsión social, calificado por el organizador del evento, el Colegio de Abogados, como «[defensor] de la democracia y el orden constitucional en el Perú».[216]
    Tiempo después, las fuerzas armadas aparecieron en respaldo a Dina Boluarte. El Ministerio de Defensa calificó el suceso de un «hecho político».[217][218]
  4. a b Durante el mandato presidencial de Martín Vizcarra, el término «mafia caviar» se convirtió en sinónimo de una teoría de conspiración que afirmaba la existencia de un colectivo consolidado en la historia de la política peruana.[289]​ Anteriormente conocido como «izquierda caviar», el término fue utilizado por detractores como el ex fiscal Pedro Chávarry,[290]​ el columnista Eugenio D'Medina Lora[291]​ y el etnocacerista Jorge Paredes Terry.[292]​ Además de redes sociales,[293][294]​ Dante Bobadilla Ramírez, crítico de la Comisión de la Verdad y Reconciliación y columnista de El Montonero, relacionó en sus comentarios el concepto de la «mafia caviar» y sus representantes políticos supuestamente afiliados con la izquierda.[295]
    El término también ha sido replicado por congresistas,[296][297]​ ministros como Juan Santiváñez[298]​ y el colectivo radical La Resistencia[299]​ en 2024.
  5. El término es tratado como adjetivo o sustantivo.[300]​ Esto incluye sus variantes lingüísticas «caviarada», «caviaraje» y «caviarizar».
  6. Históricamente, a mediados del siglo XX, las organizaciones desempeñaron un papel activo, especialmente durante el gobierno de Juan Velasco Alvarado.[326]​ Muchas de ellas se enfocaron en el desarrollo social y tuvieron una postura progresista.[327]
    Posteriormente, en la década de 1990, el Estado reguló las organizaciones civiles,[328]​ coincidiendo con el cierre de numerosos centros de investigación política relevantes de los años 1980, lo que provocó la migración de profesionales a las organizaciones.[329]​ El Código Civil peruano de 1998 definió a las organizaciones no gubernamentales como entidades dedicadas a «acciones de promoción social mediante recursos de cooperación técnica internacional». En Perú, no cuentan con un registro específico; sin embargo, para obtener reconocimiento legal nacional y ampliar sus derechos, adoptaron la figura de asociación civil.[330]​ Según Oscar Schiappa-Pietra, ex director ejecutivo de la Agencia Peruana de Cooperación Internacional, en la década de 2000 se observó una polarización y cierta desconfianza hacia las organizaciones.[331]​ Esta tendencia coincidió con el incremento de operaciones sociales por parte de organizaciones extranjeras durante el gobierno de Alejandro Toledo,[332]​ que fueron gestionadas por la Agencia Peruana de Cooperación Internacional.
    Para el gobierno de Pedro Castillo, las ONG perdieron relevancia en favor de grupos locales en el país, por lo que los autores Jave y Silva Caillaux (2024) señalan el fin de la «élite caviar».[333]​ De hecho, Dina Boluarte, sucesora de Castillo, criticó a las ONG por supuestamente estar enfrentadas con las fuerzas del orden.[334]
    En 2023, Equilibrium CenDe afirmó en una encuesta que el 40 % de la población peruana conoce alguna ONG, pero incluye entre las conocidas a organizaciones que no se denominan como tal, como las Naciones Unidas.[335]

Referencias

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  1. Clavijo Arraiza, César (5 de noviembre de 2022). «¿Policías pueden usar tatuajes? Esto decidió el Tribunal Constitucional del Perú». Buena Pepa. Consultado el 19 de enero de 2024. «En su fallo [de 2022], el TC entiende la prohibición de los tatuajes estaría justificada en el presunto deber institucional de preservar la "correcta presentación del personal policial", toda vez que esta contribuiría a forjar y conservar la buena imagen de la Policía». 
  2. Villalobos, Vicente (13 de enero de 2021). «El debate ideológico entre conservadores y liberales en el Perú decimonónico». LP. Consultado el 3 de agosto de 2023. «En este contexto (luego de 1844) nace el conservadurismo en el Perú, encabezada por el prominente sacerdote Bartolomé Herrera, de notable intelecto y rigurosa educación, para postular un conjunto de principios que, si bien no se oponían radicalmente a la ruptura de los tiempos virreynales, sí buscaba derribar los postulados liberales que sirvieron de sustrato para la Constitución primeriza». 
  3. Escrivá, Angeles (30 de septiembre de 2017). «Cómo explicar la diversidad y variación en el voto de los peruanos en el exterior». Hispanoamerica Hoy 76: 93-112. ISSN 2340-4396. doi:10.14201/alh20177693112. Consultado el 9 de agosto de 2023. «Las derechas aglutinan entre los presidenciables peruanos a una variada gama de figuras políticas, entre ellos tecnócratas y economistas generalmente formados entre las élites de Lima, la capital peruana, y en el extranjero, y con representación de orientaciones diversas entre las que cabe el conservadurismo, la democracia cristiana y el neoliberalismo». 
  4. Samuel Rivera, Víctor (2012). «República tras el incienso, una historia conceptual de «liberalismo» y «liberales» en Perú (1810-1850)». En Fernández Sebastián, Javier, ed. La aurora de la libertad: los primeros liberalismos en el mundo iberoamericano. Marcial Pons Historia. pp. 333-378. ISBN 978-84-92820-74-0. Consultado el 9 de octubre de 2023. «A grandes rasgos, «liberales» se opone en la primera mitad del siglo XIX a «partidarios del orden», «partidarios de la fuerza» y grupos de soporte de diversos caudillos militares. La hermenéutica del uso retórico de estos términos no permite definir la identificación con sectores sociales politizados e ideologizados, sino la apelación oratoria a palabras carentes de un campo semántico que permitiera su aplicación de manera inequívoca. Sólo para después de 1860 se opone —cada vez con más claridad— a «conservadores»». 
  5. Conaghan, Catherine M. (29 de septiembre de 2000). «The Irrelevant Right: Alberto Fujimori and the New Politics of Pragmatic Peru». En Middlebrook, Kevin J., ed. Conservative Parties, the Right, and Democracy in Hispanoamerica (en inglés). JHU Press. pp. 254-283. ISBN 978-0-8018-6385-1. Consultado el 3 de agosto de 2023. 
  6. Alva Olivera, Gino (31 de enero de 2016). «Los pastores van a las urnas: el voto evangélico en el Perú». El Comercio. ISSN 1605-3052. Consultado el 8 de agosto de 2023. «García y García, entonces líder de la Iglesia Bautista, se convirtió en segundo vicepresidente de la República y Cambio 90 –el movimiento que lo acogió– en una nueva fuerza política. El triunfo de Fujimori también fue un punto de quiebre para la primera minoría religiosa del Perú. Por primera vez, los evangélicos tenían verdadera representación: 16 diputados y cuatro senadores resultaron electos. Solo dos de ellos no pertenecían al naciente fujimorismo». 
  7. «Fujimori, pionero en llevar el rigorismo evangélico al éxito político». SWI swissinfo.ch. 13 de septiembre de 2024. Consultado el 16 de septiembre de 2024. 
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  12. Vincent, Susan (5 de enero de 2022). «Género y ciudadanía en el Perú: nuevos escenarios y agendas de investigación». RSocialium 6 (1): vii-xxii. ISSN 2706-6053. doi:10.26490/uncp.sl.2022.6.1.1376. Consultado el 4 de agosto de 2023. «Si el Perú es el lugar de nacimiento del movimiento católico socialista a favor de los pobres de la Teología de la Liberación, se ha convertido en un bastión de la facción socialmente conservador de Opus Dei en la Iglesia Católica. […] El débil sistema de partidos políticos de Perú y la proliferación de partidos se ha prestado a la incursión de estas voces socialmente conservadoras. […] Si bien el Perú no estuvo a la vanguardia de los gobiernos de la “marea rosa” de América Latina, algunos de los ingresos que recibe el estado como resultado de esto se han destinado a la programación social. Este ha sido el enfoque principal de la reducción de la pobreza del gobierno más que los cambios estructurales para promover el empleo». 
  13. Veliz, Claudio (1984). La Tradición centralista de América Latina. Editorial Ariel. pp. 189-191. ISBN 8434465434. OCLC 760403190. 
  14. Ruiz, 2021, p. 101. «[D]esde la década de 1860 en adelante, el catolicismo peruano participó activamente en los debates de secularización institucional del Estado y la sociedad, así como en la movilización de laicas y laicos, y en manifestaciones de defensa y promoción de la fe católica. El catolicismo se resistió, desde la esfera pública, a los cambios que afectaban sus privilegios jurídicos, como la confesionalidad del Estado, así como la apertura a otras formas de comprender la vida, traídas por los protestantes, liberales y otros grupos de la sociedad peruana. Por ello, el catolicismo fue identificado como una fuerza conservadora e, incluso, reaccionaria por sus opositores».
  15. Rodríguez Ruiz, 2021, p. 442. «Este instrumento jurídico internacional reconoce a la Iglesia Católica como ente con su propio ordenamiento jurídico, que es primario, autónomo e independiente de la comunidad internacional. Por consiguiente, del Estado peruano reconoce a la Iglesia –tal como se enunció supra–, como elemento importante en la formación histórica, cultural y moral del Perú y le presta su colaboración para realizar convenientemente su misión que le es propia».
  16. Mujica, Jaris. «La tradición y la vida». En Sgró Ruata, María Candelaria, ed. El activismo religioso conservador en Latinoamérica. Religión, Género y Sexualidad. HIVOS. p. 175. ISBN 978-987-1742-03-5. Consultado el 4 de agosto de 2023. «Resta señalar finalmente otro cambio vinculado a su conformación interna. Si anteriormente los grupos conservadores eran principalmente grupos religiosos, o estaban íntimamente relacionados con la iglesia (Opus Dei, Sodalicio de la Vida Cristiana, Movimiento de Vida cristiana y grupos similares), la misma disposición de la estructura política actual los ha obligado a desarrollar agrupaciones “civiles”, con referencias a la iglesia, pero con intereses ligados también a la ciencia y a la política de Estado». 
  17. Salazar Herrada, Esteban (15 de enero de 2025). «María Maricón y el dilema de ser o no un Estado laico: ¿Cuántos millones recibirá la Iglesia Católica del Estado peruano en 2025?». infobae. Consultado el 16 de enero de 2025. 
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  20. Barrera Rivera, Dario Paulo (18 de enero de 2023). «Dossier: A la derecha y a la izquierda: identidades político-religiosas en América del Sur». Revista NUPEM 15 (34): 5-6. ISSN 2176-7912. Consultado el 15 de septiembre de 2023. «El artículo de Gregory Bardales, titulado “El papel de los cristianos evangélicos de izquierda en la construcción de la democracia peruana: el caso del Colectivo Ecuménico por el Perú”, retoma una cuestión que fue recurrente en los estudios sobre religión y política en los años setenta/ochenta y que parecía haber quedado en el siglo XXI fuera del horizonte de intereses temáticos de los estudiosos: religión y militancia política de izquierda. […] El caso del Colectivo Ecuménico por el Perú revela un fenómeno que se repite en la segunda década del presente siglo en otros países de América Latina. Nos referimos al protagonismo político del progresismo evangélico, minoritario en comparación con el sector evangélico moralmente conservador y políticamente derechizado e inclusive posicionado desvergonzadamente en la ultraderecha». 
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  22. Rottenbacher de Rojas, Jan Marc; De la Cruz Sánchez, Marco (2012). «Ideología política y actitudes hacia la minería en el Perú: entre el crecimiento económico, el respeto por las formas de vida tradicionales y el ambientalismo». Liberabit 18 (1): 83-96. ISSN 1729-4827. Consultado el 19 de agosto de 2023. «A la luz de los resultados, parece ser que el RWA (Autoritarismo de ala derecha) y la intolerancia a la ambigüedad representan el núcleo de la ideología política conservadora. Esto es consistente con las afirmaciones de Jost, et al. (2009) con respecto a la estrecha relación entre autoritarismo y conservadurismo. El RWA representaría la forma ideológico-discursiva del conservadurismo y la intolerancia a la ambigüedad la dimensión motivacional, en tanto se la concibe como una de las principales motivaciones epistémicas en el modelo del conservadurismo como cognición social motivada (Jost, et al., 1999; Jost, et al., 2003; Jost, et al., 2009)». 
  23. Rottenbacher de Rojas, Jan Marc; Schmitz, Mathias (2013). «Condicionantes ideológicos de la criminalización de la protesta social y el apoyo a la democracia en una muestra limeña». Revista de Psicología (PUCP) 31 (2): 371-394. ISSN 0254-9247. Consultado el 20 de agosto de 2023. «Por otra parte, se ha propuesto que los individuos más conservadores, cuando son expuesto a este tipo de situaciones, suelen exhibir la denominada repuesta autoritaria (Oesterreich, 2005) o agresión autoritaria (Altemeyer, 1981, 1988, 1998, 2004), es decir, un apoyo hacia las autoridades percibidas como legítimas, en tanto se encarguen de preservar el orden social, y una predisposición a aceptar mecanismos punitivos desproporcionados, si estos están encaminados hacia la restauración de la estabilidad social». 
  24. Pike, Fredrick B. (1967). «Heresy, Real and Alleged, in Peru: An Aspect of the Conservative-Liberal Struggle, 1830-1875». The Hispanic American Historical Review (en inglés) 47 (1): 50. doi:10.2307/2511541. Consultado el 10 de octubre de 2023. «Like the liberals, Peruvian conservatives in the early period of their country 's independence were also concerned primarily with political matters. To them, conservatism fundamentally meant authoritarian centralism, rule by a tiny elite backed by a powerful standing army, and executive predominance over the legislature. In striving to achieve this type of political structure, conservatives did not necessarily feel that they had any natural affinity with churchmen». 
  25. Gonzales, Osmar Alberto (15 de junio de 2007). «Para garantizar a la autocracia. Fuerzas armadas y fujimorismo en el Perú de los años noventa». Estudios Políticos (Medellín) (30): 79-109. ISSN 2462-8433. doi:10.17533/udea.espo.1289. Consultado el 14 de noviembre de 2023. «El papel del ejército como principal institución de las fuerzas armadas peruanas fue, al menos en lo formal, el de vigilar y asegurar tanto la paz externa como el orden interno, pero muchas veces, más que un garante de la paz social, fue un protagonista crucial en la política peruana y azuzador de sus conflictos. En efecto, cuando fue requerido por las élites oligárquicas, el ejército preservó los privilegios de aquéllas, reprimiendo a los movimientos políticos contestatarios (el Partido Aprista o el Partido Comunista) o tomando directamente las riendas del poder político, siempre actuando en consuno con las élites dominantes. Una vez sofocada la emergencia, las élite oligárquicas podían retornar a sus espacios de privilegio. Por ello, el ejército peruano fue calificado como el perro guardián de la oligarquía». 
  26. Gil Piedra, 2022, p. 35.
  27. Espinoza, Carlos. «¿Aceptarían los peruanos un régimen como el de Nayib Bukele en el gobierno y quién asumiría esa figura?». infobae. Consultado el 29 de agosto de 2023. «Por otro lado, desde un lado más analítico, Juan Carlos Ubilluz mencionó que hay muchas posibilidades de que la ciudadanía peruana opte por apoyar una figura como la de Nayib Bukele en el Perú, pero “no porque la alta criminalidad conduzca a la gente directamente a la solución de mano dura, sino porque la ultraderecha viene tratando durante años de instalar la narrativa de que la mano dura es la única solución”». 
  28. Espinoza, Carlos. «Critican a la CIDH por admitir denuncia de Polay Campos contra el Estado Peruano». infobae. Consultado el 31 de agosto de 2023. «“Esa es la diferencia con El Salvador, el presidente Nayib Bukele no está en la CIDH y toma las decisiones que el país (de Perú) necesita. Esta debe entenderse como una lucha permanente de las corrientes ideológicas que hoy pretenden tomar el control de muchas partes del mundo. Los socialcomunistas pretenden que estos casos se vean todo el tiempo”, agregó [el exjefe de la Dirección General de Inteligencia (Digimin), José Luis Gil]». 
  29. «No hay democracia con pobreza extrema». La República. 23 de marzo de 2006. Archivado desde el original el 16 de noviembre de 2007. Consultado el 19 de enero de 2024. «En este rubro, el estudio señala que asoman dos sombras: la de la preferencia por alternativas autoritarias ("la democracia no nos conviene, es preferible un gobierno fuerte") en 12.9%; o desinterés manifiesto ("me es indiferente que haya democracia") en 12% de la población». 
  30. Auccatoma-Tinco, Roly (31 de julio de 2023). «Las banderas de la derecha en política». Investigación Valdizana 17 (3): 133-140. ISSN 1995-445X. doi:10.33554/riv.17.3.1846. Consultado el 15 de septiembre de 2023. «El análisis crítico de la derecha política nos muestra que los partidarios del conservadurismo defienden a toda costa, su orden establecido. Es así que, en la actualidad, la derecha propende los principios del imperialismo occidental para dominar a los países periféricos y los que habitan en ellas son considerados barbaros o terroristas». 
  31. Gurmendi, Alonso (5 de diciembre de 2019). Conflicto armado en el Perú: La época del terrorismo bajo el derecho internacional. Universidad del Pacífico. p. 98. ISBN 978-9972-57-430-6. Consultado el 26 de noviembre de 2023. «Para muchos conservadores aceptar la aplicación del régimen de conflicto armado en el Perú es intolerable, pues lo consideran un mal negocio para el país. Esta posición, como ya mencioné, usualmente se expresa no en argumentos jurídicos, sino jurídicos, sino políticos, y está repartida no en libros y artículos académicos, sino en blogs y entrevistas en noticieros». 
  32. Tur Donatti, Carlos M. (1 de junio de 2003). «Iglesia y Estado en el Perú oligárquico». Contribuciones desde Coatepec (4): 57-62. ISSN 1870-0365. Consultado el 21 de agosto de 2023. «Se puede afirmar que en la Costa, la región donde el capitalismo se fue asentando y expandiendo con notable dinamismo desde la fundación de la República Aristocrática, la Iglesia actuó como una institución-bisagra entre la culturade los países centrales y la oligarquía limeña, y además, continuando una tradición virreinal, competía y complementaba a la vez las tareas propias de la burocracia civil del Estado». 
  33. Durand, Francisco (1994). «Privatization and the Export Economy». Business And Politics In Peru: The State And The National Bourgeoisie (en inglés) (Edición digital de 2021). Routledge. ISBN 978-0-429-71546-4. Consultado el 18 de agosto de 2023. «Morales Bermudez will open a transitional period, both economically and politically. Economically, the government will gradually abandon import substitution industrialization policies and deemphasize the role of state as a key economic agent. It is a process of backlash politics where the national private sector and international financial organizations back conservative political leaders in order to liberalize the economy. Politically, the military will agree to return to the barracks after a Constitutional Assembly is formed and, later on, general elections called. Of the first three democratic governments (Fernando Belaunde, 1980-1985; Alan García, 1985 1990; Alberto Fujimori, 1990-1995), only two (Belaunde and Fujimori) will agree to carry on the process of economic liberalization. García will attempt to stop the process but generating the conditions to make stateled growth possible will be very difficult». 
  34. Klaiber, 2007, p. 185. «In 1972 the government announced an educational reform which aimed to upgrade the level of formation for the teachers and put an end to traditional authoritarian practices in the classrooms. […] Unlike Cuba, the Peruvian military did not envision eliminating private education. Rather, they urged private schools to share their facilities with poorer schools. But most significantly, the military looked upon the newly renovated church as an ally […] The educational reform was, in theory, very well thought out, but it aroused much opposition from the state schoolteachers who resisted the call to change».
  35. Chaparro, Amanda (Junio 2016). «Perú: la derecha o la derecha». Le Monde diplomatique. Consultado el 21 de octubre de 2023. 
  36. «Quién es Pedro Castillo, el maestro de escuela y líder sindical de izquierda que competirá por la presidencia de Perú». BBC News Mundo. Consultado el 7 de abril de 2023. 
  37. Perdomo, Román (1 de enero de 2023). «Politics as usual? El gobierno efímero de Pedro Castillo en Perú». Les Études du CERI. n° 264-265: 30. Consultado el 15 de septiembre de 2023. «A pesar de ello, los avances de la izquierda ideológica también pusieron en evidencia las divisiones entre Perú Libre, promotor de un proyecto social conservador, y la izquierda progresista representada en las elecciones presidenciales por Verónika Mendoza (Juntos Por el Perú). Esta coalición integró inicialmente el gobierno de Pedro Castillo, pero las divisiones políticas dieron un fin a esta participación. Juntos Por El Perú siguió apoyando el gobierno desde el Congreso, sin dudar formular críticas promoviendo una agenda de reformas estructurales y de derechos sociales, para las mujeres y las minorías particularmente». 
  38. Adrianzén, Alberto (26 de noviembre de 2019). «Los conservadores». Quehacer (4). Consultado el 20 de agosto de 2023. «En lo que sí coinciden la mayoría de nuestros colaboradores en este número sobre este tema es que en el Perú no existe ni ha existido un pensamiento conservador propiamente dicho, como tampoco lo que podemos llamar una tradición política conservadora. Lo que ha existido y existe son conservadores que corresponden a distintos momentos de nuestra historia». 
  39. Gonzales Alvarado, 2021, p. 179. «No existe un conjunto de ideas que se haya mantenido en el tiempo; por el contrario, estas han cambiado. Esas variaciones o modificaciones responden también, cómo no, a la realidad política y a las condiciones particulares en el juego del poder».
  40. Tanaka, Martín (Noviembre de 2010). «Lima: ¿Conservadora o progresista?». Argumentos (5). ISSN 2076-7722. Consultado el 21 de agosto de 2023. «Uno de los temas de discusión gira en torno a la evaluación de la naturaleza de los votantes limeños: para algunos, Lima mostró un claro carácter conservador en los últimos años, y la elección del 3 de octubre expresaría una suerte de “giro hacia la izquierda”; para otros, Lima seguiría siendo conservadora […]». 
  41. Lavrard-Meyer, Cecile (30 de diciembre de 2013). «La ciudadanía: ¿sociedad de iguales? Sufragio universal y pobreza en el Perú, 1978-2011». Revista Elecciones 12 (13): 303-348. ISSN 1995-6290. doi:10.53557/Elecciones.2013.v12n13.12. Consultado el 28 de octubre de 2023. «En todo el período, la derecha conservadora está extremadamente representada en la costa y en la selva y sub representada en la sierra, obteniendo bajos puntajes particularmente en el sur del país, tanto de la sierra como de la selva. El hecho de [en 2006] que la alianza Unidad Nacional tenga tendencia a igualar la representación geográfica de la derecha conservadora en todo el territorio es una evolución determinante para el paisaje político peruano contemporáneo». 
  42. Niño de Guzman, 2021, p. 409. «Para las elecciones extraordinarias de 2020, el apoyo fiel hacia el fujimorismo se concentra en el norte del país, muchos alegando la trayectoria política del padre dado que Keiko apenas asistió al Parlamento como congresista».
  43. a b c d e f g Altuve, F. (2021). «Los conservadores peruanos 1810-1840». cybertesis.unmsm.edu.pe. Consultado el 30 de junio de 2024. 
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  48. Torres Arancivia, 2007, p. 129. «[L]as instituciones republicanas que se intentaron recrear en el Perú nunca llegaron a consolidarse, y como consecuencia se generó un vacío de poder que múltiples caudillos militares pretendieron llenar».
  49. Gil Piedra, 2022, p. 33.
  50. Angulo, Jazmine (18 de enero de 2024). «Lima, ‘ciudad santa’: la historia de por qué se le conoce a la capital de Perú como el centro de la religión de América Latina». infobae. Consultado el 19 de enero de 2024. «El espíritu religioso se sentía en cada rincón de la ciudad, evidenciado en sus 43 templos e iglesias conventuales. En la urbe diseñada por Pizarro, la presencia de estos edificios no solo afirmaba la fe, sino también la influencia de las órdenes religiosas en la configuración de la ciudad. Además, los hombres y mujeres consagrados a la vida religiosa constituían el 10% de la población limeña, desempeñando un papel esencial en el desarrollo y consolidación de la urbe recién nacida». 
  51. a b c Altuve, F. (2021). «Los conservadores peruanos 1810-1840». cybertesis.unmsm.edu.pe. Consultado el 30 de junio de 2024. 
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  53. Pazo Pineda, Oscar Andrés (30 de diciembre de 2021). «La influencia de los postulados de la Revolución francesa en la Constitución de 1823». Ius Inkarri 10 (10): 203-247. ISSN 2519-7274. doi:10.31381/iusinkarri.v10n10.4636. Consultado el 30 de agosto de 2023. «Cuando en el Perú se tuvo esta primera impresión de la revolución, muchos dejaron de creer que la separación con la metrópoli fuese una adecuada solución. El estigma que se le creó, sobre todo a través de las publicaciones de la Gaceta de Lima, como movimiento irreligioso, persuadió aun más a la siempre conservadora élite limeña». 
  54. John Carter Brown Library, Ignacio Alonso de; Bromsen, Maury A. fmo RPJCB (1814). Clamor de la verdad por un americano, amante de la religion y patria dedicado a los habitantes de la America del Sur. Numero 3.. [Lima] : Imprenta de los Huérfanos: 1814. Por don Bernardino Ruiz. Consultado el 30 de junio de 2024. 
  55. Peralta Ruiz, 2018, pp. 75-76. «A diferencia del caso novohispano, no hubo en el Perú del primer liberalismo hispánico una opinión pública claramente conservadora o cercana al grupo servil peninsular, posiblemente por temor a enfrentarse al grupo parlamentario dominante en las Cortes. Lo más cercano fue el posicionamiento de defensa absoluta de los derechos de la religión católica como el vertido en el periódico El Clamor de la Verdad. […] Editado por Ignacio Alonso de Velasco, su argumentación "insiste persuasivamente en resaltar los tres siglos pasados como una época de gran aporte, progreso y estabilidad de la sociedad americana"».
  56. Peralta Ruiz, 2018, p. 66. «En España el concepto "servil" o "reaccionario" es utilizado por los historiadores para identificar al grupo español que hizo oposición al grupo liberal que se formó en las cortes gaditanas. Pero el concepto no es dable de ser utilizado en Perú porque el realismo absolutista tanto en 1810-1814 como en 1820-1823 acató lo dispuesto por los liberales en Cádiz sin manifestar su disconformidad o hacerla pública».
  57. Escrig Rosa, Josep (8 de junio de 2023). «José Ignacio Moreno contra «el partido filosófico de nuestro siglo» (Perú, 1822)». Revista de Indias 83 (287): 207-238. ISSN 1988-3188. doi:10.3989/revindias.2023.008. Consultado el 3 de agosto de 2023. «En la mirada de Moreno la independencia peruana tenía un sentido mesiánico: suponía la superación de un pasado en el que los filósofos conspiradores trataron de implantar el dominio de la irreligión. Sus ideas sobre la emancipación reflejaban la aspiración ideal de realizar una transformación hacia una nueva sociedad. Así, proyectaba sobre el futuro inmediato del Perú sus distintos anhelos. El guayaquileño confiaba que en el nuevo Estado nación se adoptaran medidas favorables a la conservación y el progreso del catolicismo. Por eso las Cartas no eran solo una impugnación de los principios de la falsa filosofía. En ellas encontramos un continuo llamamiento a la acción para preservar el país del contagio y reforzar la posición de la Iglesia». 
  58. a b Sobrevilla, Natalia (10 de marzo de 2020). Los inicios de la república peruana: Viendo más allá de la "cueva de bandoleros". Fondo Editorial de la PUCP. pp. 178-179. ISBN 978-612-317-546-7. Consultado el 3 de agosto de 2023. 
  59. Congreso de la República del Perú (5 de mayo de 2016), Fernan Altuve / La Monarquía sin Corona [Las Hojas Contadas], consultado el 30 de junio de 2024 .
  60. Torres Arancivia, 2007, p. 118.
  61. Mesía Ramírez, Carlos (1 de diciembre de 1998). «El pensamiento constitucional y la idea de constitución en el Perú del siglo XIX». Pensamiento Constitucional 5 (5): 341-375. ISSN 2223-0262. Consultado el 12 de agosto de 2023. «Si bien la influencia de Ramón de Salas y Cortés es relativa, la impresión de su obra en el Perú y su posible asunción como texto de enseñanza en la cátedra de Derecho Público y Constitucional, allá por los años de 1827, habla mucho en torno a la influencia que tuvo en el Perú la Constitución Gaditana. […] El concepto aristotélica de que el Estado ha sido creado para realizar el bien común; la tesis montesquiana de que el juez es simplemente la boca por la que habla la ley, aserto general en el siglo XIX, y la existencia de un poder neutro o conservador, como medio de salvaguardar la regularidad constitucional de las leyes, tienen su primera postulación en la obra de este profesor español. En efecto, el control de la constitucionalidad de la ley se otorga a un poder conservador, cuarto poder, en la teoría de Ramón de Salas y Cortés, «cuerpo intermedio destinado a oponerse a las naturales extralimitaciones de los otros poderes», […] Entre sus funciones estaba la de «declarar la inconstitucionalidad, y por consiguiente la nulidad de los actos del cuerpo legislativo, ó del cuerpo ejecutivo, sobre la reclamación de uno de los dos, ó sobre otras provocaciones que la constitución tenga por válidas». Sin embargo, como la naturaleza de los cuerpos conservadores es la de conciliar la doctrina democrática con el poder de la monarquía, la tesis del poder conservador no iría más allá de su mera postulación. Sin monarquía con quien conciliar, en el Perú, el poder conservador no pasaba de ser una proposición que respondía a imitaciones foráneas. […] La teoría constitucional se construye sobre los supuestos de que es el Parlamento el poder supremo. En medio de ello, como gran vértice de discusión principal, el debate sobre el origen del poder, iniciado con las doctrinas de Heineccio, continuadas por Bartolomé Herrera y por los que lo sucedieron posteriormente». 
  62. Guerra Martiniére, Margarita (2005). «Relación liberal peruano-chilena entre 1850 y 1860». Boletín del Instituto Riva-Agüero (32): 165-189. ISSN 0459-410X. Consultado el 11 de octubre de 2023. «En Lima se reactivó el antiguo Convictorio de San Carlos, donde se formaron las generaciones que lucharon por la independencia, pero esta vez el rector fue un clérigo conservador don Bartolomé Herrera, dotado de grandes cualidades morales e intelectuales, que participó activamente en la vida política del país y convirtió la institución en el baluarte del conservadurismo, aunque modernizó sustancialmente los métodos de enseñanza, los programas de estudio y los textos que se utilizaban, pero todo dentro de la ortodoxia católica». 
  63. Ramacciotti, Ricardo Daniel Cubas (3 de abril de 2017). «Bartolomé Herrera como rector del Convictorio de San Carlos: desarrollo, ocaso y alcances de una reforma educativa». Mercurio Peruano. Revista de Humanidades (530): 120-139. ISSN 0254-8135. Consultado el 30 de junio de 2024. 
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  66. Pinto Vallejos, Julio (2016). «La construcción social del estado en el Perú: El régimen de Castilla y el mundo popular, 1845-1856». Historia (Santiago) 49 (2): 547-578. ISSN 0717-7194. doi:10.4067/S0717-71942016000200008. Consultado el 4 de septiembre de 2023. 
  67. Serrano del Pozo, Gonzalo (21 de abril de 2021). «La presencia del Ejército restaurador en Perú (1837-1839), un vacío historiográfico». Cuadernos de Historia (54): 95-117. ISSN 0719-1243. Consultado el 19 de agosto de 2023. «[L]a historiadora Natalia Sobrevilla en The Caudillo of The Andes […] aborda un tema que resulta de enorme relevancia como lo fue la Constitución de Huancayo escrita mientras estaba el ejército chileno y que habría tenido una clara inspiración conservadora: “With Lima still occupied by the Chileans, Gamarra called for a Constituent Assembly to meet in small Andean twon of Huancayo. This constitution was heavily influenced by the conservative Chilean Constitution of 1833“». 
  68. Peralta Ruiz, Víctor (2018). «Las revoluciones del general Manuel Ignacio de Vivanco, 1841-1858». En McEvoy Carreras, Carmen; Rabinovich, Alejandro Martin, eds. Tiempo de guerra: estado, nación y conflicto armado en el Perú, siglos XVII-XIX. Estudios históricos. Instituto de Estudios Peruanos. pp. 250-275. ISBN 978-9972-51-699-3. Consultado el 3 de septiembre de 2023. «El regeneracionismo, que desde un principio se asoció con el regionalismo arequipeño, se impuso reconstruir la institucionalidad peruana a partir de su reedificación sobre cuatro cimientos: la religión, la moral, la familia y la propiedad. […] El regeneracionismo vivanquista fue la pieza clave del conservadurismo peruano». 
  69. Rojas Girón, Marden (17 de diciembre de 2020). «La reforma educativa en el Perú 1972 -1975». La Vida & la Historia 7 (2): 34-42. ISSN 2617-6041. doi:10.33326/26176041.2020.2.974. Consultado el 30 de agosto de 2023. «En el siglo XIX, después de la proclamación de la independencia del Perú, fue mandato constitucional la creación de códigos y reglamentos de instrucción pública. El primer esbozo de reforma educativa fue decretado en 1850 por el gobierno de Ramón Castilla y Marquesado (1845-1851). Posteriormente se formularon más de quince reformas educativas, que simplemente fueron medidas improvisadas e inconexas, propias de gobiernos neoliberales. La mayoría se caracterizó por el empirismo, el pragmatismo, la incoherencia, la soberbia y las formas autoritarias; que no entendieron la inevitable conexión que debe existir entre la educación y la transformación social. Dos marcadas excepciones son lo que se hizo en el gobierno de José Pardo y Barreda (1904-1908) con su postulado “Escuela para todos” y en el gobierno de Manuel Prado Ugarteche (1956-1962) con Jorge Basadre Grohmann como ministro de Educación, quien realizó el primer “Inventario de la Realidad Educativa” nacional. Sin embargo, entre todos los intentos fallidos, la única reforma educativa que puede ser considerada como tal es la que estuvo a cargo del Gobierno Revolucionario de las Fuerzas Armadas (1968-1975) que presidió el General Juan Velasco Alvarado». 
  70. Espinoza, G. Antonio (2013). Education and the State in Modern Peru: Primary Schooling in Lima, 1821–c. 1921. Palgrave Macmillan. ISBN 978-1137338402. 
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  81. Rodríguez Ruiz, 2021, p. 441. «En definitiva, se puede afirmar que el Patronato, desde la presencia española en el Perú, ha sido la única institución que ha perdurado hasta 1980. Fue derogado por el Presidente Francisco Morales Bermúdez, mediante Decreto Ley No. 23147, dejando el camino expedito para la firma del Acuerdo, materia de esta investigación».
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  86. Fonseca Ariza, Juan (2002). Misioneros y civilizadores: protestantismo y modernización en el Perú, 1915-1930. Fondo Editorial PUCP. pp. 17-20. ISBN 978-9972-42-501-1. Consultado el 11 de agosto de 2023. 
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  91. Gleason, Daniel (1981). «Anti-Democratic Thought in Early Republican Peru: Bartolomé Herrera and the Liberal-Conservative Ideological Struggle». The Americas (en inglés) 38 (2): 205-217. ISSN 0003-1615. doi:10.2307/980999. Consultado el 17 de agosto de 2023. 
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  93. Rivera, Víctor Samuel (12 de octubre de 2022). «Aeterni patris. La filosofía política católica en el Perú republicano (1820-2021)». Cuyo. Anuario de Filosofía Argentina y Americana 40: 83-134. ISSN 1853-3175. Consultado el 8 de octubre de 2023. «De allí salió Herrera, entonces un desconocido sacerdote, cuyas ideas políticas estaban extremosamente influenciadas por la ilustración oscura (o ilustración contrarrevolucionaria). Una buena parte de esa influencia vendría desde Moreno, el amigo de su mentor Pedemonte, pero era ya otra época y la guerra cultural que antes había conocido Moreno se había convertido en una guerra mundial, de la cual el Perú había surgido entretanto como una república». 
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  95. Torres Arancivia, 2007, p. 259. «Durante el caudillismo militar —y la consiguiente anarquía—, los religiosos tuvieron una participación clave en la vida política cuando los momentos de sosiego gubernamental lo permitían. Aunque muchos de ellos se proclamaran liberales y otros conservadores, en esencia ambos bandos estaban dentro de una línea conservadora, solo graduada por la reacción. Claro ejemplo es el de Bartolomé Herrera, prestigioso sacerdote de mediados del siglo xix, quien saltó a la fama cuando le tocó dar el sermón de acción de gracias por los veinticinco años de vida independiente del Perú (Herrera 1929)».
  96. Aljovín de Losada, Cristóbal (28 de noviembre de 2019). «El conservadurismo católico decimonónico en los Andes». revistaquehacer.pe. Consultado el 25 de marzo de 2024. «Y aunque los conservadores católicos defendieron el legado español en América, fueron los herederos de la ruptura con España. Así, por ejemplo, un conservador como el sacerdote peruano Bartolomé Herrera (Lima, 1808-Arequipa, 1864) no proponía un retorno a un sistema monárquico, sino más bien la creación de las condiciones institucionales para imponer un orden republicano. Sin embargo, Herrera era un orgulloso heredero del legado de la monarquía española en América: el catolicismo». 
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  98. Jiyagón Villanueva, José Carlos (2020-12). «La concepción del Estado conservador: Bartolomé Herrera y su proyecto constitucional de 1860». En Líneas Generales: 122-130. doi:10.26439/en.lineas.generales2018.n002.2672. Consultado el 14 de octubre de 2023. «La aparente derrota de los sectores liberales, con el cierre de la Convención Nacional de 1855 y la clausura del Congreso Extraordinario de 1858, permitió a los sectores conservadores, especialmente los eclesiásticos —denominados ultramontanos—, impulsar la firma del Concordato con la Iglesia Católica Romana para proteger la posición de la Iglesia peruana frente al Estado, que había sido golpeada por los sectores liberales regalistas. Por ello, el obispo Bartolomé Herrera informó al nuncio apostólico en Bogotá sobre la situación favorable para la firma de dicho acuerdo (Iberico, 2013, p. 72)». 
  99. Chocano, Magdalena (2006). «Caudillaje y militarismo en la tradición interpretativa de la historiografía peruana». Iberoamericana 6 (22): 7-21. ISSN 2255-520X. doi:10.18441/ibam.6.2006.22.7-21. Consultado el 15 de octubre de 2023. «Riva Agüero muestra su repudio al liberalismo peruano y a sus exponentes, fustigándolos retrospectivamente por haber sido (a su entender) irracionales perseguidores de quimeras, que por ello mismo se prestaron a ser utilizados. Desde su punto de vista, el comportamiento político tendente a la conservación de un presunto orden no sólo es el único racional, sino además el único excusable en la esfera moral. Riva Agüero procura establecer que el conservadurismo no sólo es la única actitud política racional posible,sino que es la base para la única interpretación válida de la historia, denunciando que el “republicanismo democrático” puede muy bien anublar “el juicio y la razón”, como habría sido el caso del historiador liberal Mariano Felipe Paz Soldán (Riva Agüero 1965b: 472).» 
  100. Orrego, Juan L. «La República Aristocrática: la generación del 900». Blog PUCP. Consultado el 7 de abril de 2023. 
  101. a b Lemogodeuc, Jean-Marie; Bareiro Saguier, Rubén; Hernández, Amelia (2002). América hispánica en el siglo XX: identidades, culturas y sociedades. Universidad Católica Andrés Bello. p. 35. OCLC 1318193810. Consultado el 18 de agosto de 2023. 
  102. a b c d e f g h Chavarría, Jesús (1 de mayo de 1970). «The Intellectuals and the Crisis of Modern Peruvian Nationalism: 1870–1919». Hispanic American Historical Review 50 (2): 257-278. doi:10.1215/00182168-50.2.257. Consultado el 4 de octubre de 2023. 
  103. Romero Meza, Eddy Walter (30 de junio de 2021). «Visiones y discursos sobre el mestizaje en la historia e historiografía peruana». Revista Escripta 3 (5): 8-42. ISSN 2594-2891. Consultado el 8 de septiembre de 2023. «A finales del siglo XIX, tras la derrota de la guerra del Pacífico (1879-1883) se pone en cuestión la idea de nación que las élites criollas habían elaborado. El intelectual y crítico radical, Manuel González Prada (1844-1918), inspirado en los escritos del político indigenista Juan Bustamante, afirma que el verdadero Perú no se encuentra en la diminuta franja costera, sino detrás de las montañas, en los Andes. Si la población en el Perú era mayoritariamente indígena, era natural concebir la nación peruana como indígena y no criollo-mestiza como se proponía desde el discurso oficial. La versión indigenista de la nación peruana se elabora en esos años, y se contrapone al discurso criollo conservador, principalmente limeño, que concibe a la nación como mestiza-criolla». 
  104. Romero Meza, Eddy Walter (28 de julio de 2022). «Trayectoria de la ideología del mestizaje en el Perú del siglo XX». ISHRA, Revista del Instituto Seminario de Historia Rural Andina (8): 75-92. ISSN 2616-664X. doi:10.15381/ishra.n8.22024. Consultado el 6 de agosto de 2023. «José de la Riva Agüero y Osma […] fue un escritor e historiador nacido en Lima, perteneciente a la aristocracia criolla. De posturas liberales en su juventud, derivó hacia un ultra-conservadurismo católico en su etapa de madurez. Fue representante destacado de la generación del 900 […] Estudió filosofía, letras y derecho en la Universidad San Marcos de Lima, donde fue discípulo del filósofo conservador Alejandro Deustua.» 
  105. «El analista Alberto Adrianzén: "En Perú las grandes transformaciones siguen sin concretarse"». www.publico.es. 23 de febrero de 2022. Consultado el 20 de agosto de 2023. «[A] mediados de la década del 10, la derecha crea el denominado Partido Futurista, integrado por intelectuales liberales que eran bastante buenos, pero que después de la dictadura de (Augusto) Leguía, que duró once años (1919-1930) y que tenía una impronta plebeya, que reivindica al indio, ellos se pasan a la derecha reaccionaria. Como dijo José de [la] Riva Agüero, que fue un gran intelectual de derecha: "no somos conservadores, somos reaccionarios"». 
  106. Gonales Alvarado, Osmar (25 de diciembre de 2020). «José de la Riva Agüero y Felipe Sassone: Dos pensadores sociales y el fascismo en el Perú». Discursos del Sur, revista de teoría crítica en Ciencias Sociales (6): 75-96. ISSN 2617-2291. doi:10.15381/dds.v0i6.19324. Consultado el 6 de agosto de 2023. «El fascismo tuvo en el Perú muchos adherentes, aparte de José de la Riva Agüero y Felipe Sassone, como Luis A. Flores, Guillermo Hoyos Osores, Carlos Miró Quesada Laos, Luis Humberto Delgado, Raúl Ferrero Rebagliati, Guillermo Lohmann Villena, Pedro M. Benvenutto Murrieta, José Fiansón, Roberto Mac Lean Estenós, Alfonso Tealdo Simi, Aurelio Miró Quesada Sosa, Cristóbal Losada y Puga, Carlos Pareja y Paz Soldán, Mario Alzamora, César Arróspide, J. Ismael Bielich, Jorge del Busto, Eulogio Romero Romaña, entre otros. Sin contar a miembros de las colonias italiana, española y alemana. Recordemos que es el tiempo del anticomunismo, de la influencia del catolicismo más dogmático, del nacionalismo a ultranza y conservador. Y también de enfrentamientos violentos entre repu-blicanos y fascistas, como en España, lo que motivó adhesiones fanáticas, incluso en el Perú». 
  107. Gonzales Alvarado, 2021, p. 180. «Luego de fracasos políticos y de la experiencia del exilio ‒durante el cual vivió en Europa, principalmente en España‒, Riva-Agüero se conectaría nuevamente con su fe al mismo tiempo que dejaba atrás sus ideas renovadoras y se acercaba al fascismo».
  108. Gonzales Alvarado, 2021, p. 184. «Si bien Riva-Agüero fue un intelectual producto de la República de notables (1895-1919), no sería un ideólogo de ella. Por el contrario, se revelaría como un constante crítico del civilismo ‒la fuerza política dominante en su tiempo‒, por su negativa para establecer reformas que Riva-Agüero y sus compañeros generacionales entendían que eran impostergables para dar sus contornos definitivos a la nacionalidad, especialmente en relación con el problema indígena y en el terreno jurídico-político. El joven historiador sería un decidido opositor al primer gobierno de Augusto B. Leguía (1908-1912), quien había ocasionado una ruptura dentro del civilismo tradicional».
  109. Torres Arancivia, 2007, p. 154. «El mismo inicio del gobierno de Augusto B. Leguía tuvo un origen no menos que discutible, pues tomó el poder por la fuerza en 1919 ante el temor de que su victoria electoral fuera anulada por un «manotazo de ahogado» de la decadente República Aristocrática, y se las ingenió para aumentar el periodo presidencial a cinco años».
  110. Klaiber, 2000, pp. 87-88. «En la década anterior (1920), el arzobispo de Lima, Emilio Lissón, había establecido vínculos muy estrechos con el presidente Augusto B. Leguía, quien, por su parte, apoyaba económicamente a la Iglesia».
  111. Candela, Emilio (1 de diciembre de 2011). «La Acción Patriótica: un movimiento doctrinario en una época polarizada (1935-1936)». Revista Elecciones 10 (11): 165-194. ISSN 1995-6290. doi:10.53557/Elecciones.2011.v10n11.06. Consultado el 6 de agosto de 2023. 
  112. Altuve-Febres, Fernán (31 de octubre de 2022). Los Conservadores: Vida y obra de una élite intelectual en los albores de un Perú independiente. Penguin Random House. ISBN 9786124256431. 
  113. a b Gott, Richard (6 de junio de 2002). «Fernando Belaúnde». The Guardian (en inglés británico). ISSN 0261-3077. Consultado el 5 de abril de 2023. 
  114. Candela Jiménez, Emilio; Contreras Zanabria, Fernando (30 de septiembre de 2017). «Populismo y Salud Pública durante el ochenio de Odría». Acta Herediana 60 (33). doi:10.20453/ah.v60i0.3166. Consultado el 28 de septiembre de 2023. «Desde los años treinta el rol de los sectores populares fue más visible en nuestro país, tanto en el aspecto político (con la aparición de los partidos de masas), como en los conflictos sociales que generó la llamada crisis del orden oligárquico y en el orden económico (vivienda y comercio). Desde los sectores conservadores una manera de enfrentar este escenario de política de masas fue a través de la alianza entre la oligarquía y la Fuerza Armada, la cual se vio concretada en los gobiernos de militares y civiles como Luis Sánchez Cerro, Óscar R. Benavides y Manuel Odría. La estrategia principal de estos regímenes fue la de combinar la represión sobre los opositores (particularmente apristas y comunistas) con políticas asistencialistas dirigidas a la clase obrera, la clase media y sectores migrante». 
  115. Klaiber, 2000, p. 89-90. «Pero la fuerza política que más temor suscitó a la Iglesia fue el APRA, en parte porque fue el primer movimiento de masas en el Perú. El APRA tuvo una postura ambigua ante la Iglesia, suficientemente ambigua para mantener los temores en alerta. Aunque los dirigentes apristas apelaban abiertamente a la religión para apoyar su causa, el culto mesiánico en torno a Haya de la Torre, más los rasgos claramente fascistas del partido, convirtieron el APRA en una fuerza que hacía la competencia a la religión y la Iglesia. […] [L]a Iglesia se encontraba entre dos presiones fuertes, el APRA y el marxismo, por un lado, y por otro lado, las clases económicamente dominantes y las fuerzas armadas, que se alían para defender el orden establecido».
  116. Nugent, Guillermo. «El temperamento conservador: Una sensibilidad fracturada». Quehacer. Consultado el 23 de febrero de 2025. 
  117. Neira, p. 444
  118. Torres Arancivia, 2007, pp. 140-141. «Evidentemente, una dictadura es el autoritarismo llevado a su máxima expresión. Ahí están los gobiernos militares de Sánchez Cerro, de Benavides y de Odría para dar prueba de ello. Fueron gobiernos aplastantes, en los que se persiguió a opositores y se torturó y mató gente en aras de salvaguardar lo que en aquel entonces se entendía como el orden social. […] Aquellos militares fueron conocidos como los cancerberos de la oligarquía, grupo que siempre apostó por mantener el statu quo o por buscar el desarrollo de una manera tan tibia que solo parecía beneficiarlos a ellos».
  119. Paniagua Corazao, Valentin (2 de enero de 1992). «Las relaciones legislativo-ejecutivo». Ius et Praxis (19-20): 9-149. ISSN 2523-6296. doi:10.26439/iusetpraxis1992.n19-20.3489. Consultado el 8 de septiembre de 2023. «Las condiciones descritas y algunos hechos repudiables como el asesinato del director del diario La Prensa y el levantamiento del 3 de octubre facilitaron la acción de la plutocracia agroexportadora ansiosa de retornar el ejercicio del poder. El "clan de la ultraderecha" constituido -según bustamtante- "por capitalistas y hacendados que prosperaron a base del ejercicio directo de la función pública"tuvo siempre al estado, prisionero de su poderío económico. Taimada egoísta y edieval temía los cambios. Era el antiapra. Pero en las antípodas estaba la extrema izquierda comunista. Y así el régimen democrático "entre dos fuerzas incociliables y comatido por las dos: el APRA empecinada en la captura total del poder y la derecha extrema... anhelosa del... estrangulamiento de las libertades públicas». 
  120. Bákula, Juan Miguel (2006). El Perú en el reino ajeno: historia interna de la acción externa. Fondo Editorial de la Universidad de Lima. p. 261. ISBN 978-9972-45-193-5. Consultado el 8 de septiembre de 2023. 
  121. «El legado de Haya de la Torre». La República. 22 de febrero de 2004. Archivado desde el original el 4 de septiembre de 2004. Consultado el 31 de diciembre de 2023. 
  122. a b Dourojeanni, Marc J. (12 de junio de 2017). «Belaúnde en la Amazonía». Centro Amazónico de Antropología y Aplicación Práctica (CAAAP). Consultado el 14 de octubre de 2021. 
  123. Monteforte Toledo, Mario (1973). La solución militar a la peruana, 1968-1970. Instituto de Investigaciones Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México. p. 14. Consultado el 19 de agosto de 2023. 
  124. Torres Arancivia, 2007, p. 125. «La modernización tradicionalista es una desviación del capitalismo. En dicha concepción, la élite o los grupos de poder anhelan ser modernos, pero lo hacen conservando las jerarquías sociales y considerando la legitimidad del que gobierna como incuestionable. Los cambios en un esquema como este son tomados con reticencias, pues, en esencia, se trata de un modelo conservador. Pero las contradicciones van más allá: en el plano del derecho formal, este recoge nociones de avanzada, aunque divorciadas de la realidad empírica, lo cual genera aquel abismo entre Estado real y Estado legal».
  125. Romero Meza, Eddy Walter (28 de julio de 2022). «Trayectoria de la ideología del mestizaje en el Perú del siglo XX». ISHRA, Revista del Instituto Seminario de Historia Rural Andina (8): 75-92. ISSN 2616-664X. doi:10.15381/ishra.n8.22024. Consultado el 16 de octubre de 2023. «El pensamiento de Víctor Andrés Belaúnde se enmarca en la tradición católica peruana, pero dentro de una visión humanística-liberal. Aunque se aleja del pensamiento reaccionario de intelectuales católicos decimonónicos como Bartolomé Herrera, no se trata de un intelectual progresista en el sentido actual. Su visión de progreso se asocia a la necesidad de desarrollar un Estado y sociedad democráticas, pero desde una tradición católica unificadora. En un contexto de modernización tradicionalista, el pensamiento demócrata-cristiano de Víctor Andrés Belaúnde, aparece de avanzada entre las élites criollas, temerosas del avance de las ideas marxistas o socialistas, así como del aprismo revolucionario en los años 30 ́ y 40 ́». 
  126. Klaiber, 2000, p. 94. «La aparición de la Democracia Cristiana rompió para siempre el binomio «católico-conservador». […] Ellos ayudaron a la Iglesia en general a dejar atrás su conservadurismo y adoptar posturas más avanzadas».
  127. Ruiz, 2021, p. 101. «La década de 1970 fue para la Iglesia peruana un tiempo de emergencia y consolidación de una religión pública de características proféticas, es decir, dispuesta a denunciar públicamente la represión política, el monopolio político de las élites, la formación política de sus miembros y la elaboración de una reflexión teológica sobre la situación del país (Casanova, 1994, pp.121-126). […] En esta labor, actores de la Iglesia estuvieron abiertos a dialogar con sectores de izquierda para encontrar puntos comunes en la búsqueda de un país más justo y solidario (Iberico, 2019).».
  128. Romero, Catalina (1 de diciembre de 1982). «Cambios en la relación iglesia - sociedad en el Perú: 1958-1978». Debates en Sociología (7): 115-141. ISSN 2304-4284. doi:10.18800/debatesensociologia.198201.006. Consultado el 21 de agosto de 2023. «Con estos límites de información podemos intentar distinguir dos grandes grupos en el clero establecido en el Perú. Aquel con una formación más tradicional y estacionaria coincidiendo probablemente con el período de su ingreso al sacerdocio; y otro grupo más cercano a las comentes modernas de la Teología y de los acontecimientos importantes de la Iglesia como Vaticano II, Medellin y Pueblo. Aunque un análisis más detallado del clero podría llevar a introducir otros criterios de diferenciación en términos de contactos sociales, y visión de la realidad social, ya sea en términos locales o nacionales». 
  129. Gallegos Heredia, Poll (28 de junio de 2019). «Ni capitalista, ni comunista: apuntes sobre las bases ideológicas del Gobierno Revolucionario de la fuerza Armada del Perú (1968-1975)». La Vida & la Historia (9): 15-23. ISSN 2617-6041. doi:10.33326/26176041.2019.9.790. Consultado el 30 de agosto de 2023. «La relación entre el Gobierno del general Velasco y la Iglesia fue cordial. Los militares reconocían la importancia de la Iglesia como institución y del cristianismo como credo popular; y en algunos casos, su reconocimiento como el bastión social que en palabras de Fernández (1973) era: “el parapeto más seguro contra las deformaciones del individualismo, el egoísmo y el endiosamiento materialista que nos trajera una sociedad occidental feudal asentada después en un capitalismo incipiente, intermediario y colonizado por el imperialismo” (p.41)». 
  130. Jo, Young-Hyun (2005). Sacerdotes y transformación social en Perú (1968-1975). UNAM. p. 242. ISBN 978-970-32-2998-7. OCLC 70193911. Consultado el 30 de octubre de 2023. «El gobierno militar sabía aprovechar las versiones de la ONIS en su beneficio político y las utilizo para neutralizar los ataques del sector dominante y conservador. […] En ese sentido, durante los siete años de gobierno militar, el sector progresista de la Iglesia y el gobierno militar cooperaron para sus propios fines». 
  131. «INFORME. La influencia del Sodalicio en Arequipa». El Buho. 14 de diciembre de 2015. Consultado el 16 de agosto de 2024. 
  132. Soriano-Núñez, Rodolfo (15 de mayo de 2023). «El Sodalicio y el laberinto del abuso sexual en Perú». Los Ángeles Press. Consultado el 26 de enero de 2025. 
  133. Lynch Gamero, 1992, p. 45. «La transición empieza con la crisis del velasquismo, cuando fracasan los esfuerzos por institucionalizar políticamente el proceso reformista y se ponen en actividad las fuerzas, principalmente de signo conservador, que impulsarían la transición a la democracia».
  134. «Francisco Morales Bermúdez, el dictador que llegó al poder por un golpe de Estado y que no respondió por las desapariciones ejercidas en el ‘Plan Cóndor’». infobae. 16 de julio de 2022. Consultado el 14 de octubre de 2023. «A finales de los años 70, Perú y Ecuador formaron parte del plan que, según el libro “Archivos del terror”, dejó como saldo a más de 50 mil muertos, 30 mil desaparecidos y 400 mil privados de la libertad. […] El ‘Plan Cóndor’ buscaba perseguir, vigilar, detener, torturar y asesinar a opositores de izquierda o que fuesen afines al sistema comunista. Los reportes informan que el personal de los servicios de seguridad de los países involucrados cruzaron las diferentes fronteras indiscriminadamente para cometer asesinatos, secuestros y torturas». 
  135. Pease García, Henry (Enero-marzo de 1979). «Perú actual: crisis política tras una década militar». Cuadernos Políticos (México D.F.: Era) (19): 68-87. ISSN 0185-027X. Consultado el 16 de febrero de 2025. «A pesar de su dificultad para concretarse en medidas, el discurso político progresista sirve para cubrir el gradualismo del viraje político, que se expresa en la ofensiva de la derecha y en la depuración, uno a uno, de los militares progresistas. Al cumplirse el primer aniversario de la Segunda Fase, el presidente Morales Bermúdez podrá exhibir en su haber varios galardones gratos a la derecha: no queda en el gobierno un militar progresista con papel significativo; tampoco ocupando mando militar alguno; el país se gobierna con un largo estado de emergencia que afecta represivamente a la izquierda y a todo el movimiento popular, al que ahora se aplica la pregonada "disciplina laboral"». 
  136. «El Gobierno peruano intensifica la depuración de izquierdistas». El País. 8 de enero de 1977. ISSN 1134-6582. Consultado el 30 de octubre de 2023. «El Partido Socialista Revoluclonario del Perú, creado por los militares ahora deportados, fue visto como desviación marxistalininista por algunos ministros conservadores, que le acusaron de connivencia con los elementos más radicales de las organizaciones populares. […] El Gobierno de Morales Bermúdez, se orienta ahora hacia las formaciones políticas conservadoras, pero puede verse seriamente afectado por la decisión de expulsar del Perú a tres de los más prestigiosos militares de los últimos años (Leónidas Rodríguez, Arturo Valdés y Jorge Dellepiane)». 
  137. Santistevan, Alejandro (1 de diciembre de 2020). «Los libros escolares de historia en la implementación de la Reforma Educativa peruana de 1972». Revista Historia de la Educación Colombiana 25 (25). ISSN 2422-2348. doi:10.22267/rhec.202525.83. Consultado el 11 de enero de 2025. «En el periodo de 1975-1979, los libros empezaron a ser revisados y controlados por los conservadores que se quejaban en 1973—1974. […] En 1978, instalado en el MINEDU el duro y conservador general del Ejército Otto Eléspuru, hubo varios casos de censura de libros. […] El general Eléspuru veía [las frases como “la explotación de las minas había favorecido a los capitalistas por mucho tiempo” o “la educación siguió modelos extranjeros”] como “rezagos subversivos” y por eso contó con intelectuales anticomunistas para dirigir la censura». 
  138. Sánchez, Juan Martín; Gonzales, Osmar (30 de junio de 2002). «Ideólogos y expertos en el Perú reciente». Anuario de Estudios Americanos 59 (1): 223-247. ISSN 1988-4273. doi:10.3989/aeamer.2002.v59.i1.203. Consultado el 6 de agosto de 2023. «Luego del fracaso del velasquismo y la captura del gobierno por parte de los militares conservadores, el Perú presenció una ofensiva de la derecha aprovisionada de un discurso neoliberal para sustentar ideológicamente su proyecto político. Éste fue un marco propicio para la aparición de una serie de jóvenes intelectuales que se autodenominaban “nueva derecha”, auspiciados especialmente por los periódicos La Prensa y Expreso, instituciones como Apoyo, el Instituto Libertad y Democracia (ILD), y revistas como Debate». 
  139. a b «Peru's Political Party System and the Promotion of the Pro-Poor Reform». National Democratic Institute. Marzo de 2005. Consultado el 5 de octubre de 2023. 
  140. Torres Adrián, Mario Julio (1979). «Radicalismo o izquierdismo político en el Perú. Un análisis de opiniones políticas». Revista Mexicana de Sociología 41 (4): 1501-1534. ISSN 0188-2503. doi:10.2307/3540082. Consultado el 14 de noviembre de 2023. «La oposición al APRA, que fue producto de un conservadurismo social y económico, propio de un Estado oligárquico (Pease, 1979), no llegó sin embargo a plasmarse en un proyecto nacional aunque alimentó un antiaprismo por muchos años militante y represivo. […] [L]a preferencia por un frente de partidos políticos de derecha que fue seleccionado por las mujeres, las personas de mas edad y los empleados expresaría un tipo de conservadurismo, que aparentemente por las características del grupo es mas de tipo social y económico que ideológico, ya que las diferencias ideológicas solo jugaron para la izquierda y entre esta y el APRA. […] Mientras que el grupo [de encuestados] que eligió la derecha ha sido caracterizado en términos de un conservadurismo social y económico, en el caso del grupo que eligió el APRA se lo podría caracterizar en parte por un conservadurismo social y económico ─tomando en cuenta el tipo de categorías ocupacionales que le fueron favorables─ y en parte por un nivel de izquierdismo político mediatizado por un elevado grado de aceptación del formalismo-democrático, es decir, los valores liberales de las democracias sociales de corte capitalista». 
  141. a b Barrera Rivera, Pauto (1 de junio de 2006). «Evangélicos y política electoral en América Latina. Un estudio comparativo entre Brasil y Perú / Evangelicals and Electoral Politics in Latín America. A Comparatíve Study of Brazil Ana Peru». Si Somos Americanos. Revista de Estudios Transfronterizos 8 (1): 71-80. ISSN 0719-0948. Consultado el 11 de agosto de 2023. 
  142. Aguilar de la Cruz, 2022, p. 315. «Los primeros evangélicos en Perú, al igual que en otros lugares del continente, lucharon por la libertad de culto junto con los liberales y los masones desde finales del siglo xix hasta que se reconoció la ley de tolerancia religiosa, en 1915. De ahí en adelante hubo una confluencia de intereses entre el aprismo doctrinal en sus primeras décadas y ciertos intelectuales protestantes, por lo que se decía: "no todos los apristas son evangélicos, pero todos los evangélicos sí son apristas" y "sólo Dios salvará mi alma y sólo el apra salvará al Perú" (Amat y León y Pérez Guadalupe, 2018: 411).».
  143. Pérez Guadalupe y Amat y León, 2022, p. 61. «Asimismo, debemos incluir los esfuerzos realizados por algunos sectores evangélicos, quienes, inmediatamente después de promulgada la Constitución Política del Perú de 1979, organizaron movimientos políticos en la lógica de partidos confesionales, entre 1980 y 1990, cuya participación no gozaba del apoyo de las iglesias evangélicas, que en aquellos momentos todavía ejercían resistencia a la participación de los evangélicos en la política, y que pretendían afirmar el apoliticismo de la iglesia evangélica. Tales son los casos del Movimiento Frente Evangélico (FE), donde la imagen más conocida era la del pastor Carlos García García; la Asociación Movimiento de Acción Renovadora (AMAR), donde hubo líderes como Abner Pinedo y Víctor Arroyo, quienes procuraron trabajar a partir de sus contactos en el Concilio Nacional Evangélico del Perú, pero sin llegar a tener éxito electoral».
  144. Casey-Pariseault, Matthew (2 de agosto de 2022). «La teología política del conservadurismo católico en el Perú contemporáneo». Discursos del Sur (9): 41-59. ISSN 2617-2291. doi:10.15381/dds.n9.23274. Consultado el 4 de agosto de 2023. «En su primera etapa, durante los años 80 y 90, el conservadurismo católico peruano promovió un antiizquierdismo centrado primariamente en contrarrestar la influencia de la teología de la liberación con una movilización paralela y opositora. En el nuevo milenio, la doctrina social de la Iglesia se impuso en la lucha contra el feminismo y el movimiento por los derechos LGBTQ. Cada vez más, el movimiento ha incluido a laicos y miembros de la jerarquía que ven a los evangélicos conservadores como aliados importantes en la lucha contra el aborto, el izquierdismo económico y la llamada “ideología de género”. […] Durante las dos décadas siguientes, cualquier indicio de izquierdismo en la ideología de un católico los exponía a acusaciones de “comunista” e incluso de “terruco”». 
  145. Trelles Velasquez, Gustavo (2020). «Cipriani como actor político». Pluriversidad (6): 181-183. ISSN 2617-6262. doi:10.31381/pluriversidad.v0i6.3639. Consultado el 4 de agosto de 2023. 
  146. Boesten, Jelke (8 de marzo de 2019). Desigualdades interseccionales: Mujeres y política social en el Perú, 1990-2000. Instituto de Estudios Peruanos. p. 142. ISBN 978-9972-51-726-6. Consultado el 20 de agosto de 2023. «Monseñor Cipriani [es un] obispo de Ayacucho y una de las autoridades eclesiásticas más conservadoras e influyentes del Perú». 
  147. Klaiber, 2000, p. 101-102. «Su sucesor Juan Luis Cipriani, del Opus Dei, fue aún más enérgico en su rechazo a los grupos de derechos humanos, que él acusaba de interferir con la labor de pacificación de la zona».
  148. Ruiz, 2021, p. 107. «De la mano del episcopado del cardenal Juan Luis Cipriani, arzobispo de Lima entre 1999 y 2019, se produjo un giro teológico-político contrario a los sectores eclesiales, como los asociados a la teología de la liberación y su agenda de derechos. En las últimas dos décadas, este giro ha forjado una identidad pública del catolicismo peruano absolutamente opuesta al compromiso con los cambios culturales y sociales en el país (Pásara e Indacochea, 2014».
  149. Ruiz, 2021, pp. 106-107. «El desplazamiento hacia la cooperación con las propuestas reformistas en el Perú desde la opción por los pobres también generó profundas resistencias en otros sectores al interior de la Iglesia católica. Esta nueva pluralidad interna estuvo marcada por tensiones teológico-políticas contrarias al diálogo con marcos conceptuales marxistas y seculares. En esta línea, Peña (1995) identificó en los ochenta la tensión entre los sectores católicos vinculados al movimiento liberacionista y las redes del Sodalicio de Vida Cristiana».
  150. Lajo Paredes, Edgard Noberto (12 de febrero de 2024). «Luis Alberto Sánchez: El Apra y el Perú». Prensa Regional. Consultado el 16 de febrero de 2024. 
  151. «Cipriani resalta actitud cristiana de Belaunde». RPP. Archivado desde el original el 7 de junio de 2002. Consultado el 22 de agosto de 2023. 
  152. «Commanding Heights : Peru Overview». PBS. Consultado el 6 de abril de 2023. 
  153. Orrego, Juan Luis. «El segundo momento del neoliberalismo en el Perú». ArchivoRevista Ideele. Consultado el 8 de octubre de 2023. 
  154. Torres Arancivia, 2007, p. 196. «[L]a mentalidad del presidente, como la de sus seguidores, asesores y ministros, quedó anquilosada en 1963, con la salvedad de que el régimen se orientó mucho más hacia la derecha para hacerles frente al Apra y a la izquierda. La lógica del nuevo régimen era regresar al Perú anterior, al de 1968; así fue desmantelando el andamiaje velasquista y dejando a su suerte muchas de las reformas que el régimen militar había iniciado pero que habían quedado inconclusas (Cueto y Contreras 2000). […] Mientras el presidente se mostraba conservador en política social, sus ministros tenían un claro perfil liberal en cuanto a economía se refería, y ello hizo que las acciones políticas se enfocaran en el mercado y no en el Estado (Crabtree 2005)».
  155. Arce Borja, Luis (2009). Historia de una guerra: Perú (1980-2000). Centre d’Etudes Sociales sur Amérique Latine. p. 14-15. ISBN 9782960088007. OCLC 851339935. Consultado el 8 de septiembre de 2023. Resumen divulgativo. «Para los políticos y militares más conservadores, la subversión peruana, era parte de un complot azuzado por “oscuras fuerzas comunistas del campo internacional”. Decían incluso que las armas que utilizaban los subversivos venían del extranjero. Fernando Belaúnde, presidente de la República entre 1980 y 1985, en una conferencia de prensa dominical el 2 de enero 1983, refiriéndose a la subversión, anunció que la violencia que vivía Ayacucho era insana y perversa, y que era incentivada y sostenida desde el “extranjero y tenia el propósito de empobrecer al país”». 
  156. Pérez García, Francisco (15 de marzo de 2016). «Esto decía Amnistía Internacional del gobierno de Belaunde». Spacio Libre. Consultado el 22 de julio de 2024. 
  157. Burt, Jo-Marie (September–October 1998). «Unsettled accounts: militarization and memory in postwar Peru». NACLA Report on the Americas (Taylor & Francis) 32 (2): 35-41. doi:10.1080/10714839.1998.11725657. «the military's growing frustration over the limitations placed upon its counterinsurgency operations by democratic institutions, coupled with the growing inability of civilian politicians to deal with the spiraling economic crisis and the expansion of the Shining Path, prompted a group of military officers to devise a coup plan in the late 1980s. The plan called for the dissolution of Peru's civilian government, military control over the state, and total elimination of armed opposition groups. The plan, developed in a series of documents known as the "Plan Verde," outlined a strategy for carrying out a military coup in which the armed forces would govern for 15 to 20 years and radically restructure state-society relations along neoliberal lines.» 
  158. Alfredo Schulte-Bockholt (2006). «Chapter 5: Elites, Cocaine, and Power in Colombia and Peru». The politics of organized crime and the organized crime of politics: a study in criminal power. Lexington Books. pp. 114-118. ISBN 978-0-7391-1358-5. «important members of the officer corps, particularly within the army, had been contemplating a military coup and the establishment of an authoritarian regime, or a so-called directed democracy. The project was known as 'Plan Verde', the Green Plan. ... Fujimori essentially adopted the 'Plan Verde,' and the military became a partner in the regime. ... The autogolpe, or self-coup, of April 5, 1992, dissolved the Congress and the country's constitution and allowed for the implementation of the most important components of the 'Plan Verde.'». 
  159. Rospigliosi, Fernando (1996). Las Fuerzas Armadas y el 5 de abril: la percepción de la amenaza subversiva como una motivación golpista. Lima, Perú: Instituto de Estudios Peruanos. pp. 46-47. OCLC 656717557. Consultado el 21 de abril de 2024. 
  160. Redacción (20 de junio de 1978). «APRA: de la revolución al conservadurismo». El País. ISSN 1134-6582. Archivado desde el original el 23 de noviembre de 2018. Consultado el 19 de octubre de 2023. «Durante diez a Nos [sic] el ejército combatió al partido aprista, en el que veía el principal enemigo de las reformas sociales. Hoy el ejército y el APRA se reconciliaron, pues se necesitan recíprocamente. El APRA representa para los militantes actualmente en el poder una garantía de orden contra el descontento popular, un apoyo indispensable en Plena crisis económica y social. «Después de la huelga general del 19 de julio dijo un dirigente del APRA, somos la única alternativa posible para el régimen militar.»». 
  161. Regalado Álvarez, Roberto (2007). Latin America at the crossroads: domination, crisis, popular movements, and political alternatives. Ocean Press. pp. 187-188. ISBN 978-1-920888-71-8. OCLC 156874624. Consultado el 15 de agosto de 2023. «The year 2000 marked the end of Alberto Fujimori's 10 years as president of Peru. The despotic caudillismo he had exercised since 1990, based on the image of the "strong man" capable of combating the widespread violence that plagued the country — including the terrorist activities of Shining Path — was the main manifestation of the Peruvian political crisis». 
  162. Adrianzén, Alberto, ed. (2011). Apogeo y crisis de la izquierda peruana. Hablan sus protagonistas.. IDEA Internacional. p. 178. ISBN 978-91-86565-47-3. Consultado el 6 de octubre de 2023. «IU no supo perfilarse como alternativa al aprismo, cuando la derecha estaba en uno de sus puntos de mayor debilidad, planteando una salida a la crisis económica y la hiperinflación, con un bloque social de trabajadores, productores y profesionales que se sintieran representados. Su falta de alternativas es evidente cuando los ministros de izquierdas asumen el fujishock, en lugar de opciones, ciertamente tardías, como las del Plan Amaru. Ello facilitó la implementación del modelo neoliberal y desarmó a amplios sectores sociales respecto a la existencia de alternativas populares y progresistas dando terreno fértil al "pensamiento único" neoliberal». 
  163. a b Panfichi, Aldo; Francis, César (1 de diciembre de 1993). «Liderazgos políticos autoritarios en el Perú». Debates en Sociología (18): 227-247. ISSN 2304-4284. doi:10.18800/debatesensociologia.199301.009. Consultado el 17 de diciembre de 2023. «AG y AF son líderes carismáticos autoritarios que surgen gracias al vacío producido por la crisis de las formas conocidas de reproducción del orden social. En los últimos años, y sin ningún otro competidor político, ambos han pugnado militarmente por convertirse en la autoridad suprema del país». 
  164. Pedraglio, Santiago (14 de diciembre de 2018). «Siguiendo la coyuntura 1990-1992: “y la violencia y el desorden crearon a Fujimori…”». Discursos del Sur, revista de teoría crítica en Ciencias Sociales (2): 117-143. ISSN 2617-2291. doi:10.15381/dds.v0i2.15479. Consultado el 2 de noviembre de 2023. «La polarización política no podía ser más clara: se enfrentaban las fuerzas de la derecha, agrupadas en torno a un programa conservador neoliberal, contra las que representaban el sentido común instalado en el país desde la década de 1970, encarnados en variantes políticas que iban desde el reformismo moderado hasta el más radical». 
  165. Loxton, James (29 de julio de 2021). «Other Attempts at Conservative Party-Building in Latin America». Conservative Party-Building in Latin America: Authoritarian Inheritance and Counterrevolutionary Struggle (en inglés) (Primera edición). Oxford University Press. pp. 191-192. ISBN 978-0-19-753752-7. doi:10.1093/oso/9780197537527.001.0001. Consultado el 17 de agosto de 2023. «A final case with striking parallels is Fujimorismo in Peru. Fujimorismo (which has gone by many names over the years, but since 2012 has been called Popular Force) is an authoritarian successor party rooted in the competitive authoritarian regime of Alberto Fujimori (1992–2000). Although it never joined the UPLA, its commitment to the free market and hardline qualify it as a conservative party. In 2000, Fujimori’s regime collapsed and he fled the country, leading to a poor result for the party in the 2001 election security policies. [Fujimorismo as] relative success was especially noteworthy when compared to the country’s other high-profile attempt at conservative party-building in recent decades, Mario Vargas Llosa’s Liberty Movement. That party, as discussed later in the chapter, led the Democratic Front (FREDEMO) coalition in the 1990 general election, before disappearing». 
  166. Durand Guevara, Anahí (5 de enero de 2016). «Movimientos sociales y política en el Perú de hoy». Latinoamérica. Revista de Estudios Latinoamericanos (58): 59-84.